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redes sociales y tca en adolescentes© AdobeStock

Adolescentes

Redes sociales y trastornos de la conducta alimentaria en adolescentes, ¿hay relación?

Los casos de trastornos de la conducta alimentaria se han incrementado desde la pandemia. ¿Qué papel juegan las redes sociales en ello? ¿Pueden ser un factor precipitante de este problema? ¿Cuál es forma de protegerlos?


5 de enero de 2023 - 12:26 CET

Los trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia y la bulimia están en pleno crecimiento. Se estima que en España hay unas 400.000 personas que los sufren, pero la tendencia es al alza. Ambos problemas de salud afectan fundamentalmente a la población adolescente femenina, con un porcentaje con respecto a los varones de 9 a 1. Así, según datos de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG),  uno de cada 20 adolescentes padecen anorexia, bulimia o trastorno por atracón. 

En la aparición de este tipo de trastornos de la conducta alimentaria (TCA) hay muchos factores. Así, no responden a un único desencadenante. Hay variables de tipo biológico (como la edad: hay más riesgo en la adolescencia), personales, genéticos, psicológicos, culturales... En los últimos tiempos, varios estudios han analizado la influencia de las redes sociales en la aparición de estos trastornos a edades tempranas. ¿Cuáles son los resultados?

Comunidades de riesgo en las redes sociales

Según datos de 2021 facilitados por Qustodio,  los menores pasan tres horas diarias consultando sus redes sociales.  Esta exposición tan prolongada puede tener sus riesgos, también en el plano de los trastornos de la conducta alimentaria. Uno de ellos es la existencia de comunidades específicas que incitan a estos comportamientos. Solo en Instagram se pueden encontrar más de cuatro millones de publicaciones con el hashtag (etiqueta) #Ana y #Mía. La primera hace referencia a la anorexia y la segunda, a la bulimia. Se trata de comunidades creadas por afectados donde se ofrecen consejos, trucos y experiencias en ese sentido. Y lo hacen de este modo para burlar la vigilancia. Son páginas denunciables y que pueden ser reportadas y cerradas.

Más allá de estas, que incitan a los TCA, las publicaciones sobre anorexia y dieta son muy abundantes y los menores están expuestos a ellas. Así, hay más de cinco millones de publicaciones en Instagram con la etiqueta #anorexia, y más de 70 millones con #diet (dieta).

Pero no solo es Instagram la red social que hay que vigilar. Un estudio de un grupo de investigadores españoles pone el foco también en Twitter, al ser una plataforma donde hay menor control de los contenidos. Otras como YouTube y TikTok, que está teniendo un crecimiento exponencial entre los más jóvenes en los últimos tiempos, también ofrecen contenidos relativos a los TCA que pueden llegar a los adolescentes.

Eduardo Cruz, CEO de Qustodio, resalta, en relación a los menores, la importancia de “conocer qué paginas siguen o quiénes son los modelos de los jóvenes en redes sociales, cuáles son sus gustos o sus plataformas preferidas. Tener comunicación fluida sobre la vida online de los más pequeños es una herramienta muy útil para intentar anticipar conductas nocivas”.

Perfeccionismo, insatisfacción y redes sociales

En los adolescentes que tienen un trastorno de la conducta alimentaria suelen percibirse características comunes como el perfeccionismo, lo que puede incitar al debut o al mantenimiento de estos problemas. Son menores más vulnerables, también a la cantidad de información que les llega a través de las redes sociales y que no pueden gestionar, lo que acaba provocándoles distintos problemas.

Así, según el estudio español ‘Uso de redes sociales y riesgo de padecer TCA en jóvenes’, hay una relación significativa directa entre tener una experiencia negativa en el uso de las redes sociales y el riesgo de desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria. Trabajos anteriores ya habían puesto el foco en la  conexión entre el uso problemático de Instagram y la insatisfacción corporal, la ansiedad y la depresión,  “por lo que se puede concluir que cuando la persona se expone al resto de usuarios de redes sociales, hay un riesgo de comparación, críticas destructivas, etc. que pueden desencadenar un TCA”, subrayan los autores.

Esto es especialmente relevante en un momento vital como la adolescencia en que los menores están buscando su identidad y necesitan la validación del grupo.

TCA y adolescencia© AdobeStock

Cómo protegerlos desde la familia

Los adolescentes ‘viven’ también en las redes sociales y es una realidad difícilmente modificable. Pero sí se puede mantener la vigilancia para evitar que estén expuestos a contenidos de riesgo para ellos. Así, los progenitores pueden mantener las siguientes precauciones:

  • Vigilar comportamientos y estado anímico tras el uso de redes sociales. Si el menor cambia su estado de ánimo y este empeora cuando usa redes sociales habría que vigilar qué contenidos está consumiendo, especialmente si esto va acompañado de conductas alarmantes como una restricción en la comida o una excesiva preocupación por hacer ejercicio físico.
  •  Chequear sus áreas de interés en las redes.  Cuando el menor se focaliza exclusivamente en un tipo de contenidos en las redes sociales, como dietas, alimentación sana, adelgazar, ejercicio... la vigilancia tiene que ser mayor para observar qué está sucediendo.
  • Interferencias con la vida cotidiana. En el caso de que el adolescente cambie sus amistades y se aísle, relacionándose únicamente con nuevas ‘amistades’ o comunidades de las redes sociales, hay que descubrir qué pasa. También si tiene un uso compulsivo de las mismas, que repercute negativamente en distintas esferas, como la familiar o académica.
  •  Hablar de forma directa sobre los contenidos que consumen.  Si hay preocupación por las páginas o los perfiles sociales a los que accede conviene tener una conversación franca con él para exponerle la inquietud y fijar unos límites consensuados en cuanto a tiempo de uso de las redes.
  • Si hay sospecha de TCA, acudir a un profesional. Los trastornos de la conducta alimentaria son complejos, al intervenir muchas variables. Por eso, en el momento en que sean detectados, lo mejor es recurrir a un especialista para iniciar el tratamiento lo antes posible.