A veces se convierte en una misión imposible que tu hijo quiera comer. Comienzan aquí las preocupaciones de los padres, sin embargo, en niños entre los 1 y los 5 años, no es algo raro que ocurra ya que su crecimiento en esta franja de edad es más lento y pueden tener menos apetito, a lo que se le denomina ‘anorexia fisiológica’.
Para ti que te gusta
Lee 8 contenidos al mes solo con registrarte
Navega de forma ilimitada con nuestra oferta
1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
La cantidad de comida que un niño quiere ingerir está controlada por su cerebro, por eso, es normal que muchos padres, en su deseo de que el pequeño goce de buena salud, les obliguen a comer más de lo que necesita. “Las etapas de inapetencia en los más pequeños son de lo más frecuente y la principal preocupación de las familias, como es normal, pero se vuelve menos preocupante cuando entendemos los posibles motivos de estas etapas”, nos cuenta Aroa Arias, dietista infantil y CEO Practicando BLW (www.practicandoblw.com).
Motivos de la inapetencia infantil
Los peques pueden dejar de comer por varios motivos que pueden ser externos o internos. Según nos explica la dietista: “Normalmente, los peques dejan de comer o comen menos cantidad cuando aparecen situaciones de cambio en su rutina”:
- Ya sea cambio de cuidador
- Inicio de la escuela infantil o colegio
- Incorporación de la mamá o papá al trabajo
- Después de un largo periodo en casa
- Vacaciones
- Mudanzas
- El cambio de cuna a cama
- Paso del colecho a su habitación
- La llegada de una hermana o hermano…
Pero, “también pueden perder el apetito si están con dentición, han pasado recientemente por alguna enfermedad o bien están enfermos, o ante temperaturas extremas como el calor excesivo en verano donde suelen beber más líquidos”, añade la experta.
Y, ¿cuándo no pasa nada de lo anterior?
Puede que a tu hijo no le esté pasando ninguna de las situaciones anteriores, es decir, que su rutina siga siendo la misma, que no tenga cambios, esté tranquilo en familia… Entonces, ¿qué puede estar ocurriendo?
La dietista sugiere que “probablemente se deba a que se haya estabilizado el crecimiento, pues como sabemos, el nivel de crecimiento de los peques no es lineal, tienen picos de aceleración y desaceleración, así pues cuando están pasando por un pico de crecimiento aumentan sus necesidades energéticas y nutricionales, y como consecuencia, también aumentan sus ganas de comer, pasando todo lo contrario cuando esos picos decrecen, y ahí es cuando comen menos de lo habitual, e incluso en algunos casos suelen demandar más leche de la que venían tomando anteriormente, siendo la leche prácticamente el único alimento que comen (aunque esto depende de la edad y del caso)”, dice.
¿Por qué sí que come en la guardería?
Si para más inri, las profes de tu peque dicen que en la guardería come de maravilla, pero llega a casa y nada de lo que le ofreces le gusta, tampoco es un gran motivo de preocupación, siempre y cuando el niño haya sido revisado por el pediatra y todo esté bien, ya que según nos asegura la dietista infantil “es un caso muy frecuente, y os cuento por qué sucede”.
La experta nos habla del llamado ‘efecto grupo’, es decir, “si ven a los demás iguales comer, ellos comen por pura imitación”. Por otro lado, también puede ocurrir que le influyan las rutinas que siguen en la escuela infantil.
Ya que “algo similar ocurre con las siestas, en la escuela infantil consiguen que duerman todos y más o menos al mismo tiempo, y quizá en casa se nos resisten a dormir la siesta. También es importante la rutina que seguimos en casa, si los adultos o el resto de la familia sigue un horario/rutina distinto del peque, o los peques comen solos y la familia después, esto puede afectar a la hora de comer”, advierte.
Por último, “en la escuela infantil no hay flexibilidad en cuanto a los menús, mientras que en casa sí. Además, con toda nuestra buena intención, en casa solemos ofrecer más frecuentemente lo que sabemos que le gusta más o se come mejor, y de esta forma sin quererlo estamos fomentando la selectividad alimentaria y limitando su alimentación”.
En el caso de inapetencia transitoria…
En primer lugar, para saber cómo actuar se debe diagnosticar cuál es la causa si se trata de una etapa de inapetencia transitoria, esta “normalmente se resuelve sin hacer nada más que continuar con la rutina habitual y ofreciendo variedad de alimentos igual que estábamos haciendo hasta el momento”, recomienda la experta.
Y, ¿qué hacer cuando se trata de selectividad alimentaria?
Si se trata de selectividad alimentaria, existen varias estrategias que nos pueden ayudar a mejorar la situación. “Personalmente, me gusta personalizar las recomendaciones en función del caso, pero generalmente nos puede funcionar aplicar alguna de las siguientes estrategias”, nos cuenta la dietista:
- Comer en familia, si no lo hacemos. Está demostrado que comer en familia mejora la aceptación de alimentos e incluso es más fácil que prueben alimentos nuevos o desconocidos por imitación. Debemos ser ejemplo, no podemos esperar que nuestro peque coma saludable y variado, si nosotros comemos todo lo contrario.
- Hacerles partícipes de todo el proceso. Desde hacer la compra, cocinar, servir los platos…hablar de los alimentos en cada oportunidad que tengamos, por ejemplo, el brócoli es verde y parece un árbol, ¿Qué otros alimentos son verdes?; La naranja es jugosa y tiene jugo, como el limón. Contarle qué vamos a cocinar, y que nos ayude en cosas sencillas y después hacer hincapié en que nos ha ayudado y lo rico que ha quedado el menú gracias a su ayuda.
- Darle a elegir entre dos opciones. No es lo mismo preguntar ¿Qué quieres para merendar?, que preguntar ¿Qué prefieres? ¿Banana o fresas?
- Reducir las porciones. Tendemos a poner platos demasiado llenos y esto abruma a los más pequeños, por lo que tienden a rechazar el menú entero, tirar comida al suelo, comer poco o nada…para evitar esto, basta con llenar menos el plato, si se lo acaba, puede repetir de cualquiera de los alimentos del menú si le apetece.
- Ofrecer variedad aunque coma siempre ‘lo mismo’. Aprovecha sus alimentos favoritos para ofrecer otros alimentos en el mismo menú. La idea es respetar sus gustos y preferencias sin dejar de ofrecer otros alimentos. Ten en cuenta que es más fácil que vuelvan a aceptar alimentos que antes sí comían pero ahora rechazan, y alimentos que normalmente están en el menú familiar. Si se acostumbran a ver esos alimentos en sus menús, será más fácil que aprendan a disfrutarlos.
- Evita utilizar estrategias negativas para que coman, como obligar, chantajear, engañar…esto fomenta un ambiente negativo y de presión del que obtendremos el efecto contrario al deseado. Estar constantemente pendientes de si come o no come o de lo que hace con el plato, hacer comentarios acerca de si come o no… también ejercen presión sobre los peques. Mostrar actitud neutra ante si come o no sería lo ideal, no mostrar que nos afecta o que nuestra actitud cambia en función de si come más o menos.
- Utiliza estrategias divertidas para motivarles a comer como el food art o food play, a través del juego todo es más divertido.
Juegos para que el peque coma jugando
Esta estrategia es clave para los casos de selectividad alimentaria y la dietista propone los siguientes juegos para motivar al peque a comer. Esta es clave para combatir la selectividad alimentaria o para motivarles a probar alimentos nuevos. Algunos de mis favoritos son:
- Utilizar moldes corta-alimentos para darle forma divertida a la comida.
- Hacer “picnis“ en medio del comedor, en su habitación, terraza o jardín.
- Hacer torres con los alimentos.
- Jugar a clasificar alimentos reales con imágenes de los alimentos impresas.
- Juegos sensoriales con la comida.
- Juego simbólico: supermercado, cocinitas…en Pinterest hay muchas ideas e incluso hay plantillas para montar nuestro propio supermercado en casa por 0€.
- Utilizar cubiertos divertidos con formas de animales, colores…también hay pinzas que podemos usar para coger los alimentos.
Cuándo acudir a un profesional
Si vemos que la situación no mejora aplicando estos consejos, la dietista aconseja acudir a un profesional para poder tratar de forma personalizada el caso. Las alarmas serían las siguientes:
- La situación está afectando a la vida familiar (la hora de las comidas se ha convertido en una pesadilla, hay discusiones y pasamos un mal rato cada vez que hay que sentarse en la mesa (te sientes estresada o estresado en las comidas y te afecta al humor)
- La lista de alimentos que comen los niños es menor de 20 alimentos.
- Si hay pérdida de peso.
- Si los pequeños parecen más cansados de lo habitual, hay cambios en el pelo o la piel.
- El ambiente a la hora de comer es negativo y se rige por enfados, castigos, luchas… no hay disfrute.
- Si la situación persiste después de meses.
Otros consejos que nos pueden servir de ayuda
- No picar entre horas para evitar que el niño se sacie
- Intentar que el niño no coma solo en casa
- Fomentar su autonomía
- No prolongar la hora de la comida
- Hacer 5 comidas al día, pero moderadas y controladas
No forzarle, ¡nunca!
En cualquier caso, ya sea el origen del problema que sea por el que tu peque está más inapetente, no se le debe forzar a comer nunca. Realizar algo así puede llevar a que el niño produzca sentimientos negativos hacia a la comida y estaremos propiciando que cree una mala relación con la misma en el futuro.