El miedo, ¡no es un juego! Por qué es un error jugar a asustar a los niños
Los videos virales que se han puesto de moda en redes sociales donde un adulto asusta a un niño no son nada recomendables. Te invitamos a reflexionar sobre ello.
Tik Tok, Instagram… las redes sociales pueden ser una buena herramientas de aprendizaje de cualquier tema que te interese pero, en otras ocasiones, pueden convertirse en más dañinas de lo que pensamos.
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Bien está ver y participar de distintos y divertidos challenges, vídeos virales, coregografías para copiar… pero todo tiene un límite y es que hemos visto desde hace un tiempo, sobre todo, alentado por fechas como Halloween, vídeos en los que se asusta a niños, bien con adultos vestidos de monstruos, con animaciones de bichos que van a atraparles… y un largo etcétera más.
Esto puede ser muy divertido para una persona adulta de hecho, puntualizamos, para jugar dos personas adultas, pero debemos saber que un niño no puede entender este tipo de bromas y, por tanto, en vez pasar un rato agradable y divertido lo que estaremos haciendo es fomentar el miedo y el terror en él, además de dañar su autoestima. Sara Noguera, experta en crianza respetuosa y creadora de @kimudi_crianza, nos explica muy bien el por qué no hacerlo.
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¿Cómo repercute en el niño estos actos?
“Pretender que un niño comprenda con humor una situación en la que se siente desprotegido repercute en dos direcciones”, nos cuenta la experta. Y explica:
Hacia el niño, porque por edad aún no es capaz de comprender la ironía ni la extrapolación de situaciones. Un niño comprende lo que experimenta y no lo que le explican (por mucho que le digas que era una broma, el niño ha sentido miedo).
Hacia el adulto, que pierde credibilidad en cuanto a su papel como referente y dador de seguridad. Todo llega y las bromas son parte de la interacción humana, pero no seamos egoístas y atendamos a sus ritmos antes que a nuestras apetencias u ocurrencias.
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No todo vale en redes sociales
La repercusión en redes sociales, querer conseguir followers a toda costa, conseguir ese engagement tan codiciado por las marcas publicitarias… hace que se nos vaya un poquito la cabeza y no pongamos el foco en lo importante cuando a niños se refiere.
Realizar estos vídeos de sustos para niños “no es ni un poco gracioso, de hecho, se nos está yendo de las manos esa necesidad de convertir en viral un video a costa de frivolizar con las emociones ajenas (y más las de los niños)”, asegura la experta.
El vídeo de ‘El Grinch’, lo último de esta Navidad
Sin ir más lejos la experta nos cuenta que esta Navidad hay pululando un video donde “’El Grinch’ aparece en las casas robando regalos ante las caras horrorizadas de los niños. Este podríamos decir que es el nuevo ‘si no te portas bien no te traerán regalos’”, nos cuenta. Y es entonces cuando hay que poner las cartas sobre la mesa, y ser claros como padres: “Es importante recordar que si tu estrategia para que te hagan caso es meter miedo no estás educando, estás sometiendo y que si para que tú tengas tu minuto de gloria en redes sociales tu hijo o hija tienen que sufrir, estás organizando mal las prioridades”, advierte.
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No tires por tierra su ilusión...
Estamos hablando de cosas bastante serias y es que, que una broma de estas características tire por tierra todo lo bonito que conlleva la Navidad, por ejemplo, en el caso del personaje de ‘el Grinch’. Esta es una época del año que sirve como aprendizaje para los peques con valores como la ilusión, el amor, el respeto, el asombro o la generosidad… por lo que las amenazas y los sustos, ¡no tiene nada de gracioso! Incluso, podremos estar creando un trauma al pequeño sin darnos cuenta.
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¿Qué hacer cuando el daño ya está hecho?
Cuando tu hijo, aunque haya sido sin querer, ha visto uno de estos vídeos y se ha asustado mucho hay que abordar la situación para que esta no se quede ahí, dentro de él, haciéndole daño. ¿Cómo hacerlo? La experta recomienda hacerlo “validando y acompañando sus emociones cuando veamos que lo necesitan, leyendo cuentos de temáticas similares a lo que les asusta, contando anécdotas personales donde hayamos sentido miedo (para que vean que todos nos enfrentamos a ellos) y cómo lo hemos gestionado, no comparando ni metiendo prisa y, por supuesto, no minimizando o infravalorando sus sentimientos”.
¿Cómo explicarles que esos personajes no son reales?
Lo principal es no amenazar al niño con este tipo de comportamientos… ‘Si te portas mal vendrá el Coco’, ‘Si no haces caso vendrá el Grinch a por tus regalos’, etc…
La experta en crianza, además, añade que: “Lo que se debe hacer en primer lugar es no utilizar nunca esos personajes como hilo conductor de nuestras historias para guiar su comportamiento. Es cierto que, en edades tempranas, donde se mezcla mucho la realidad con la imaginación (a veces confundida con mentiras) explicar que algo no existe es más complicado que dar herramientas para combatir ese miedo. Estate atento para cuando surja el miedo y dale recursos para poder combatirlo o buscar ayuda”.
¿Qué hacer si esto pasa fuera de casa?
Cuando esto ha ocurrido en un ambiente que no es el del hogar, es decir, en el cole, en casa de algún amiguito, de los tíos… Lo bueno es que cuando el niño vuelva contigo, tú seas su adulto de referencia y se pueda acercar a ti para contarte todo y pedir ayuda. Y es que tiene derecho a decir que no le gusta aquello que se le está mostrando y que sentir miedo, como cualquier otra emoción, no es malo”.
Jugar a sustos, ¿tiene beneficios?
Por otro lado, dar sustos es uno de los juegos que más clásicos que conocemos que no tienen nada de malo cuando se realizan de una forma inocente y sin malas intenciones.
Que el peque de repente, asuste a mamá o a papá en casa con un ‘Buuuh’, cuando están despistados es divertido, incluso viceversa, ya que esto permite liberar miedos y temores reprimidos de una forma lúdica y controlada. Pero la cosa cambia cuando se trata de una situación como la que hemos explicado anteriormente en la que la ‘víctima’ es el niño.
Los miedos de los primeros años
Es importante saber que los miedos están muy presentes en sus primeros años de vida y, por ello, conocer cuáles son los más comunes para así facilitarles el camino e intentar evitar que estos se hagan reales es fundamental.
No olvidemos que está bien bromear con nuestros peques pero siempre teniendo en cuenta su edad y su madurez, así como tener presente en la etapa de desarrollo en la que se encuentran.