Llega la Navidad y las reuniones familiares están a la orden del día. Es momento de reencuentros esperadísimos, de recibir a tus seres más queridos que viven fuera y, por fin, tenerles cerca estos días… Todo es precioso e idílico pero hay un sector de la familia al que quizás no le gustan tanto estas reuniones tan intensas: los adolescentes. Y no significa que no tengan ganas de ver a sus familiares y compartir estos momentos tan únicos del año, sino que quizás no les apetece tener que lidiar con las típicas frases y temas de conversación incómodos que seguro más de uno les saca en mitad de la comida familiar.
“Cuando tenemos al adolescente delante, muchas veces no sabemos muy bien ni qué decir ni cómo tratarles y lo que solemos hacer son preguntas que no tienen nada que ver con sus intereses. Esto ocurre debido a nuestro desconocimiento de la etapa, la falta de recursos y habilidades, etc…”, nos cuenta Milca Lugilde, terapeuta y educadora (www.milcalugilde.com). De hecho, continúa: “Hay asuntos que no nos conciernen y debido a la falta de recursos entramos de lleno en unos temas en la que vamos a incomodar al adolescente o abrir melones de los que no vamos a saber salir. En lugar de meternos en berenjenales varios, te aconsejo que hagas preguntas, te intereses de verdad por la persona adolescente que tienes delante”, sugiere.
Por qué debemos tener especial cuidado con esto
Los adolescentes están en una etapa especialmente sensible por lo que todas las opiniones sobre ellos, aunque vengan de personas a las que no ven mucho, serán muy importantes para ellos. “Es la etapa donde la identidad está en juego. Es el momento de cuestionar “quién soy” y lo hacen a través de las opiniones de los demás. Usan la comparación como vara de medir su valía y eso les afecta directamente a la autoestima”, asegura la terapeuta. Y esto ocurre por varios motivos, por lo que, nos preguntamos: ¿cómo les afectan estas opiniones? Según nos cuenta la experta:
- Lo ideal es no usar frases que le comparen con otra persona. Cada persona ya es válida tal y cómo es.
- Si lo que le decimos en privado ya les afecta, en público mucho más. Es una etapa egocéntrica en la que la opinión de los demás adquiere mucho peso porque pone en tela de juicio la identidad.
- Si se sienten ridiculizados, o juzgados, o que algo lo hacen peor que otras personas adolescentes, pueden tomárselo de dos modos: o enfadándose y explotando, o callándose y tragando.
- Los adolescentes viven todo con mucha intensidad y en esta etapa especialmente les cuesta regular sus emociones. Cuando cuidamos lo que decimos les estamos ayudando a que no entren en la explosión emocional de la que a veces les es difícil salir. Y, además, estamos cuidando su bienestar emocional y su salud mental.
Los 4 principales temas que no debes sacar
Para poder llegar a evitar ‘malos rollos’ o cualquier tipo de incomodidad en un momento como es una comida familiar donde la paz y la armonía deben reinar, ten en cuenta cuáles son los 4 temas que mejor no deberías sacarle a un adolescente y el por qué.
1.“Bueno qué, ¿ya te has echado novia?”
“En la adolescencia su privacidad es muy importante y suelen tenerla bajo llave, no les gusta exponer su vida. De la misma manera nos ocurre a los adultos, nos gusta elegir con quién hacerlo. Además, entramos en un área muy personal que está en plena exploración, no sabemos sus gustos y puedes ser que entremos en un jardín que para muchos chicos y chicas es difícil de gestionar”, dice la terapeuta.
2.Otro tema recurrente es el de los estudios: “¿Cómo van las clases? ¿Has aprobado todo?”
“En esta época el instituto o las clases sueles ser un tema candente en casa y lo que podemos hacer es qué salten chispas de nuevo porque estamos dándole pie que el padre o a la madre le de caña delante del resto de la familia. Por lo tanto, estamos ridiculizando por las notas al chico o la chica. Si quieres tener la fiesta en paz mejor pregunta cómo lo lleva refiriéndote a sus emociones, ¿qué tal con sus compañeros?, ¿con los profes?, ...
3.Evita hablar de cualquier frase relacionada a su aspecto físico como, por ejemplo: “Eh, te han salido granitos, no te preocupes que ya se irán”.
“En un principio no sabes si los granos estar siendo problemáticos para él por lo tanto, al señalarlos podemos estar haciendo un problema donde no lo hay. O al revés, si son un problema, tal vez hacemos que se sienta avergonzado e incómodo”.
4. Otros temas que no son nada agradables son los relacionados con características propias de la diferenciación y pertenecer a sus grupos de iguales.
“Como, por ejemplo, decir: ‘¿Y esas pintas?’, ‘Vaya pelos de colores traes’, o todo lo relacionado con piercings, tatoos, el estilo de vestir… si lo señalamos se va a sentir en juicio, poca comprensión, y que se ríen de su aspecto”.
La importancia de la autoestima en la adolescencia
Todo esto se resume en que la autoestima durante la adolescencia es clave para que el joven se sienta bien, que encaja en el grupo, no se avergüence … El problema está en que a los adultos muchas veces se nos olvida que también fuimos adolescentes, y quitamos importancia a cosas que quizás hoy por hoy como adulto no la tienen, pero como adolescente eran líneas rojas.
“La autoestima en la adolescencia es frágil y aunque decimos muchas cosas con la intención de agradar y sacar conversación, olvidamos, o ni tan siquiera somos conscientes, que lo que estamos diciendo está perjudicando a esa identidad y autoestima tan vulnerable que determina su inicio en el mundo adulto. Por eso, es especialmente importante durante esta etapa acompañarles y guiarles”, señala la experta.
Que, además, concluye con el siguiente consejo para aquellas personas que vayan a estar en algún encuentro familiar en el que haya adolescentes esta Navidad (o en cualquier otra ocasión): “Mi propuesta es que le hagas preguntas, y sobre las respuestas que te dé poder desarrollar los temas. De esta forma, independientemente de la fase en la que esté de la adolescencia, te aseguras de que lo que habléis sea de su interés y nazca una conversación estupenda donde el adolescente se sienta visto, reconocido y escuchado”.