En España, la edad media a la que los niños acceden a su primer móvil son los 11 años y solo el 29% de los menores con teléfono inteligente tienen normas en relación a su uso, a pesar de que pasan la mitad de su tiempo libre con el móvil en la mano, entregados a sus diferentes usos: juegos en línea, chat, redes sociales...
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El móvil se ha convertido para ellos en una extensión de sí mismos. Por eso, desde Unicef, con su campaña #SuMejorInfluencer, instan a los padres a acompañarlos en este camino de la forma más adecuada, conociendo el modo en que se relacionan con la tecnología y siendo el mejor ejemplo para ellos.
Invadir o no su privacidad
Las redes sociales abren a los menores a un mundo casi infinito, donde se puede encontrar de todo, el mundo de Internet. Pero, al margen de las lógicas preocupaciones de los padres por que no accedan a contenidos o a contactos de riesgo o inadecuados, hay que tener en cuenta que para ellos es, básicamente, una forma de relación.
De hecho, cuatro de cada diez adolescentes confiesan que están conectados a redes sociales para no sentirse solos. Es su forma de socializar, que ha cambiado mucho en unos años. Los chicos no usan las llamadas para conectar con sus iguales, sino que tienen una comunicación distinta, basada en lo que publican, habitualmente en forma de mensajes que desaparecen al poco tiempo (según las funcionalidades de cada red social) y en los chats para conversar.
En este segundo caso, esto significa que muchos de esos contenidos quedan ocultos para los padres, aunque sigan a sus hijos en las redes sociales. Además, hay que tener en cuenta, tal como señala el informe de Unicef, que “casi dos de cada tres adolescentes tienen más de un perfil en una misma red social, uno para la familia y otro para las amistades’.
¿Tiene entonces alguna ventaja en cuanto al control parental seguir a los menores en redes sociales? ¿Qué puede representar para su socialización que sus amigos sean conscientes de que sus padres están en un ámbito que ellos consideran propio y privado?
Fomentar una buena higiene digital
Tal como apunta el informe de Unicef, el control parental va mucho más allá de la revisión de los mensajes o contenidos a los que se exponen o acceden los menores a través del móvil.
Así, son “todas aquellas medidas adoptadas por los progenitores para la prevención de usos inadecuados en la Red. Este puede ejercerse recurriendo a diferentes estrategias, bien sea la restricción (establecer límites en el tiempo de uso, contenidos y actividades a los que acceder, etc.) o la supervisión (chequeo de la actividad online, revisar los perfiles de la redes sociales...)”, apuntan.
Para Unicef es prioritario fomentar una buena higiene digital en casa, estableciendo normas, pautas y prácticas en el uso de la tecnología. Todo ello, manteniendo abiertas las vías de comunicación desde pequeños, pues esto les ayudará a generar confianza en sí mismos y a pedir ayuda ante una situación difícil.
Algunas de las pautas que ayudan en esa higiene digital familiar son:
- Hablar abiertamente con ellos sobre las normas de convivencia en Internet y en las redes sociales.
- Enseñarles a verificar desde que son pequeños con quién están en contacto y si conocen a esa personas fuera de Internet.
- Incidir en que las relaciones en redes sociales se basan, al igual que fuera del entorno digital, en la buena comunicación y el respeto.
- Escuchar y entender sus intereses e inquietudes, para conocer los contenidos que consumen y guiarles en su experiencia digital.
- Ayudarles a configurar su privacidad en las redes, asegurándose de que entienden quiénes van a ver los contenidos que publican.
El mejor ejemplo para los hijos
Tal como destaca la campaña de Unicef, los padres son los mejores ‘influencer’ para sus hijos. En muchos casos se cae en la contradicción de exigirles un comportamiento en relación al móvil, cuando los mayores no lo cumplen.
En este sentido, el 36,8% de los menores asegura que sus padres utilizan el móvil durante las comidas. “En casa debemos conseguir un clima de respeto mutuo y transparencia con el uso de las tecnologías. Establecer una serie de normas con relación a los móviles no solo mejora la convivencia familiar: se ha demostrado que reduce las prácticas de riesgo online”, cita el estudio.