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educación

‘El profesor me tiene manía, ¿qué hacemos?’

Consejos para abordar los posibles problemas entre docentes y alumnos


14 de diciembre de 2022 - 11:56 CET

‘Es que solo me regaña a mí’, ‘no tenía motivos y me ha suspendido’, ‘se nota que no le caigo bien’... Frases como esta pueden surgir entre los escolares cuando hay algún conflicto con el profesor. Son formas diferentes de expresar lo que muchos de ellos consideran ‘tener manía’, esto es, una mala relación del docente con el niño.

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¿Cómo deben reaccionar los padres? ¿Cuál es la mejor forma de resolver la situación? Le hemos preguntado por ello a Eva Doménech, directora pedagógica de Infantil y Primaria del Colegio Abat Oliba Loreto, en Barcelona.

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¿Hay un perfil tipo de niño que cree que el profesor le tiene manía?

En general, los niños con más tendencia a pensar que el profesor les tiene manía son alumnos sobreprotegidos por sus padres y que “no están acostumbrados a ser corregidos o a que les pongan límites”, comenta la especialista. Estas situaciones implican que no aceptan de buen grado las indicaciones que les trasladan los profesores.

También pueden pertenecer a este perfil los niños con baja tolerancia a la frustración y los que son muy perfeccionistas. En este caso, “es importante ayudarles a normalizar el error y a verlo como una herramienta de aprendizaje”, subraya Eva Doménech.

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La importancia de la escucha activa

La primera reacción cuando el niño llega a casa comentando que el profesor le tiene manía es muy importante. En este sentido, la recomendación de la experta es “escuchar activamente sin hacer un juicio de la situación y sin precipitarse a responder”. El hijo debe sentirse escuchado y para eso hay que dejar lo que se esté haciendo y mirarlo directamente para lograr una escucha activa. Gracias a esta, el niño se abrirá más y estará en mejor situación para escuchar también a los padres.

Además, “nos puede ayudar poner nombre a sus emociones. Podemos usar frases del tipo ‘Veo que estás muy disgustado’ o ‘realmente estás muy enfadado”, indica.

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El error de ponerse directamente de parte del profesor

Cuando el niño expresa esta sensación de que el profesor le tiene manía es importante no precipitarse en el juicio. Uno de los errores que se pueden cometer es posicionarse de lado del profesor sin dejar que el niño se exprese como necesita.

“A veces lo que nos nace es increpar a nuestro hijo con preguntas del tipo ‘¿y tú qué estabas haciendo?’ o afirmaciones como ‘seguro que te lo merecías’”, resalta Eva Doménech. El problema es que este tipo de respuestas eliminan la posibilidad de mantener un diálogo positivo entre ambos y provoca que el hijo se cierre en banda y no quiera seguir hablando o que la conversación se convierta en una discusión que no nos permita llegar al fondo de la cuestión”, advierte.

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Y el error de posicionarse directamente al lado del niño

Un segundo error tan importante como el anterior es darle la razón directamente al hijo sin evaluar detenidamente la situación. Hay que considerar un aspecto de la psicología infantil: “Los niños acostumbran a interpretar lo que les sucede de forma subjetiva y rara vez dan por buenas las acciones de los demás cuando ellos salen perdiendo. Les cuesta ponerse en el lugar de los demás y entender las razones de las acciones que llevan a cabo”, detalla la directora pedagógica.

Ser cautos a la hora de posicionarse ayuda a mantener el respeto que todo escolar debería mostrar hacia el profesorado y da un buen ejemplo al menor de lo que supone una buena relación.

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Señalar las cosas buenas del profesor

Cuando se presenta la situación de que el niño cree que el profesor le tiene manía los padres han de establecer una estrategia. “Puede ser útil ayudarle a ver las cosas buenas que tiene su profesor con preguntas como ‘¿alguna vez ha sido amable contigo?’, ‘¿te hace reír?’, ‘¿se preocupa por ti?’...”, detalla la experta del Colegio Abat Oliba Loreto.

También puede ayudar pedirle al niño que se ponga en el lugar del profesor para que el menor explore otros puntos de vista que le ayuden a entender lo que ha sucedido. “Le podemos hacer preguntas tipo ‘¿qué hubieses hecho tú en esa situación si fueses el profesor?’, ‘¿crees que hay algo que tú puedes hacer mejor?’”.

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Ayudarlos a regular sus emociones

A los niños les cuesta mucho más que a los adultos regular sus emociones y diferenciar entre lo que han sentido de lo que realmente ha pasado. “También tienden a sacar conclusiones precipitadas y a hacer afirmaciones rotundas y radicales a partir de situaciones concretas y aisladas como si se tratase de una conducta habitual o repetitiva”, asegura la experta.

Es por este motivo por el que los padres deben ayudarlos a tener una visión más objetiva de lo que les rodea y a regular sus emociones. “Una buena estrategia podría ser ayudarle a definir, concretar y cuantificar el problema con preguntas de tipo ‘¿esto sucede siempre así?’, ‘¿cuántas veces ha pasado?’, ‘explícamelas todas’...”.

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Las ventajas de que hablen con el profesor

Según explica la directora pedagógica, en la mayoría de las ocasiones en que surja este problema entre alumno y profesor se trataría de una situación aislada que quizá el niño no ha sabido gestionar. Si es así, la intervención de los padres debería quedar limitada a acompañar al niño y ayudarlo a tener una visión más objetiva de lo sucedido.

“Dependiendo de la edad del niño se le puede recomendar tener una conversación con su profesor en la que le pregunte cómo le ve y en qué puede mejorar. Esto provocará un acercamiento entre ellos”, confirma.

En el caso de que lo que suceda no sea esporádico y tenga un carácter más grave, estaría justificada la intervención de los padres para hablar con el profesor o con sus superiores, “pero no siempre sería necesario informar al niño de esto”.

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Evitar reforzar la conducta del niño

Si el problema no es grave, pero los padres le dan excesiva atención, la conducta del hijo se refuerza. “Una vez evaluada la situación, no es bueno alargar más la conversación ni hacer preguntas al niño todos los días sobre su relación con el profesor, ya que, sin querer, podemos potenciar que el niño lo siga viviendo como un problema o lo utilice para llamar la atención”, alerta Eva Doménech.

Además, es una forma de hacerle ver que los progenitores confían en él y en el colegio y de no menoscabar la autoridad del profesor.

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El riesgo de la sobreprotección

“Como padres deberíamos tener presente que, como norma, no deberíamos hacer por nuestros hijos lo que ellos pueden hacer solos”, recalca la directora pedagógica. “La cuestión no es tanto qué pasa cuando no dejamos que tomen parte activa sino qué deja de suceder si no les dejamos participar”, añade.

En este sentido, enfrentarse a situaciones difíciles como puede ser hablar con un profesor ante un problema entre ambos les aporta muchos beneficios. Por ejemplo, sentirse válidos y más fuertes, con más capacidad de superación... “Privarles de estas oportunidades que surgen de forma natural en el día a día puede tener como resultado niños dependientes, con escasa capacidad para pensar y actuar para resolver problemas y baja autoestima”, señala.