Los desbordes emocionales son totalmente lícitos y esperados en los niños porque su cerebro no es todavía lo suficientemente maduro como para saber gestionar este tipo de situaciones.
Estamos acostumbrados a hablar de rabietas y berrinches en la conocida etapa de “los terribles 2”, pero, ¿qué pasa cuándo los peques van creciendo? Pues que la gestión de sus emociones va avanzando, pero todavía no son lo suficientemente maduros para saber cómo actuar ante situaciones de diversa índole que se les pueden presentar en la vida.
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Todo se origina en el cerebro y es que hasta que no llegue a su máximo desarrollo cognitivo, cosa que implica tiempos distintos según el peque, el niño no tendrá las herramientas necesarias para poder procesar sus emociones de una forma adulta.
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¿Por qué se origina un desborde emocional en un niño?
Por tanto, para comprender un desborde emocional en un peque, en primer lugar, debemos conocer primero dónde se origina y por qué sucede. Según nos cuenta Paulina Castillo, educadora en Disciplina Positiva en la familia, aula y primera infancia; facilitadora de talleres, charlas y asesorías en crianza respetuosa (@crianza.respetuosa): “Todo ocurre en el cerebro. Los seres humanos nacemos con un cerebro completo, pero nuestras conexiones internas no están listas para enfrentarnos al mundo sin la protección de nuestros cuidadores primarios”.
¿Cómo funciona el cerebro de un niño?
Las conexiones internas a las que se refiere la experta pasan por el llamado sistema límbico, “donde se genera toda la parte emocional y de comportamiento de un individuo”, y la corteza prefrontal, “que es el que ayuda a mantener bajo control dichas emociones (y otras funciones más) y alcanza su madurez alrededor de los 25 años de edad”.
Pero, ¿todo esto que quiere decir?, tal y como nos explica la educadora dicho de otra manera, “los desbordes emocionales son completamente esperados en los niños debido a que no tienen la capacidad de autorregularse por sí mismos, necesitan del acompañamiento del adulto para ser sus traductores emocionales”.
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¿Cómo manejar un desborde emocional en un niño?
Tenernos que enfrentar a una situación extrema con nuestro peque no debe asustarnos. Como bien dice la experta, hasta que el cerebro no termina de madurar a los peques les faltan las herramientas necesarias para saber dirigir una situación de estas características y vivir y entender sus emociones de forma adulta.
Para facilitarnos un poco la tarea, la educadora nos “algunas sugerencias para manejarlo de la mejor manera”:
Validar su emoción, nombrando cómo se sienten: ‘te veo molesto’, ‘te siento triste’, ‘entiendo que estés frustrado’...
Ofrece abrazos: aunque muchos piensen que abrazar en esos momentos es malcriar, recordemos que los pequeños sufren cuando tienen desbordes emocionales y no pueden autorregularse solos por lo que su mejor lugar para lograr calmarse es en los brazos de quien le brinde seguridad emocional.
Mantén la calma, aunque a veces sea difícil: los niños no se molestan con el adulto, no es contra ellos. Su rabia o frustración es por no conseguir lo que quieren o porque no se le atiende a lo que necesitan. Hay que separar su comportamiento con el pensamiento del adulto y contener su emoción.
Anticípate: a veces los niños viven su día a día sin saber que vendrá y para algunos eso les genera inseguridad y por ende irritabilidad. Comunicar con anticipación lo que pasará, ayuda a tener al infante en mejor control de las situaciones, por ejemplo: ‘pronto nos iremos del parque’, ‘puedes subirte 5 veces más en el tobogán y luego nos vamos’...
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Hasta qué punto se puede vincular con ansiedad infantil
En cualquier caso, no podemos hablar de un problema más profundo, ni sacar conclusiones precipitadas sin haber consultado con un experto antes. No debemos etiquetar al pequeño, ni crearle alarma por su estado de ánimo, ni por supuesto, juzgarle por su comportamiento. “Hablar de si un niño atraviesa por un estado de ansiedad, lo determinará un especialista de salud mental infantil. Es un pocodelicado decir si un niño tiene desbordes emocionales por ansiedad sin tener un diagnóstico o sin haber sido evaluado”, asegura la educadora.
Señales que nos pueden alertar
Sin embargo, lo que podemos hacer como padres es permanecer alerta ante algunas señales que nos pueden estar indicando que hay algo más que un desborde emocional, que la experta nos explica en dos estadios:
-Si dentro del entorno del niño no han surgido cambios significativos como: separación de los padres, fallecimiento de un familiar, cambio de residencia, entre otros eventos, podríamos decir que los desbordes emocionales son esperados…
-Sin embargo, si aunado vemos cambios como: alteraciones en el sueño, retrocesos de habilidades ya adquiridas, irritabilidad… entonces podríamos estar presentando algunas señales de una posible ansiedad, pero eso, será determinado en consulta.
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Consejos para calmar estas situaciones extremas
Ante todo, debemos comprender que estos desbordes emocionales durarán lo que tengan que durar, es decir, el tiempo lo marcará el niño, y nosotros como padres no podemos controlarlo. Y la experta nos pone un ejemplo muy gráfico: “Es igual que como cuando nosotros, los adultos, lo pasamos mal y un familiar o amigo nos dice que nos calmemos o nos tranquilicemos. En realidad, no nos sentimos mejor con esas palabras por más que vengan con las mejores intenciones, somos nosotros mismos quiénes manejamos el tiempo para autorregularnos; lo mismo pasa con los infantes”.
Tú eres su lugar más seguro
No hay que olvidar que sus figuras de apego y referentes en la vida como son los padres serán su lugar más seguro para ellos por lo que “somos nosotros como padres quiénes debemos ofrecerles calma, y si esto se hace muy complicado o nos sobrepasa la situación se puede pedir ayuda. Aunque muchos crean que perdemos autoridad cuando dejamos que otros intervengan, en esos momentos es válido pedir que otro adulto pueda hacerse cargo de la situación porque cuando hay dos cerebros desbordados ninguno está preparado para contener y la situación puede empeorar”, explica la educadora.
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Pide ayuda, ¡no estáis solos!
Y es que la experta asegura que la crianza no tiene por qué ser solitaria, es más, propone crear tribus. “Conexiones con otras personas, porque son muchas las familias atraviesan por lo mismo. Si son madres o padres solteros, traten de crear relaciones, vínculos y si es algo muy abrumador, la terapia será un aliado perfecto para sobrellevar mejor los desafíos de la maternidad/paternidad”, sugiere.
¿Podemos prevenir de alguna manera estos desbordes emocionales?
La educadora nos cuenta que sí existen comportamientos que pueden ser predecibles y cuánto más conozcan los padres a sus hijos, más fácil les será descifrar futuros desbordes emocionales. “Toca estar muy atentos, ser buenos observadores de las necesidades no cubiertas (aquellas relacionadas con las necesidades básicas como hambre, sueño, cansancio…) porque esto puede ser un detonante”.
Pero, no te frustres si aunque te anticipes a las situaciones no sale todo perfecto porque “los desbordes emocionales no van a desaparecer tan pronto como se espera”. Se trata de un proceso madurativo del niño que lleva tiempo y sobre todo, entenderles porque “ellos lo pasan mal mientras transitan estas emociones, por lo que van a necesitar de ”, advierte la experta.