En ocasiones, cuando nuestro hijo se pone enfermo pero vemos que un analgésico mejora su estado de ánimo y le baja la fiebre, la primera decisión que tomamos es llevarle al colegio. ¿Actuamos correctamente?
Esta estampa se repite una y otra vez en muchas familias con niños, sobre todo, entre 0 y 3 años. El peque empieza con mocos, le sigue algo de febrícula que en algunos casos suele subir y durar algunos días, le damos un analgésico y el niño mejora, sobre todo, en su estado de ánimo y la fiebre baja.
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Entonces, ¿qué es lo que hacemos en la mayoría de los casos? Llevarle al colegio porque le vemos mejor, sin fiebre y porque a muchas familias no les queda otra forma de conciliar. Pero, ¡cuidado! porque en algunos casos no deberíamos hacerlo… ¿Cuándo? La doctora Elena Fernández Villalba, pediatra de Bmum, nos explica en qué ocasiones está desaconsejado llevar al niño a clase, por qué y cuánto tiempo hay que esperar para que retome su asistencia.
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Si mi hijo está enfermo, ¿a partir de cuándo puede volver a clase?
Esta es la pregunta del millón en muchas consultas de pediatría, a la que la Dra. Fernández nos contesta contundente, “el colegio es el lugar de trabajo, de reunión e incluso de ocio para nuestros hijos. Si presenta cualquier enfermedad infecto- contagiosa no debería acudir al colegio, especialmente en aquellos grupos menores de 3 años porque están inmunodeprimidos, o mejor dicho su sistema inmune aún no se ha desarrollado.
Y la doctora añade: “Os devuelvo la pregunta, ¿iríais con amigos enfermos de viaje o a trabajar si vosotros estuvieseis en riesgo de enfermar? Supongo que la respuesta es ‘No, me quedaría en casa’”.
Cuáles son entonces los motivos de exclusión escolar
Por tanto, como padres, cuando nuestro hijo está malito y corre el riesgo de contagiar a otros peques, debemos tomar la decisión de no llevarle al cole. Pero, claro, ¿cuándo ocurre esto? La doctora nos da una serie de pautas a tener en cuenta y nos dice cómo determinar si mi hijo puede ir al cole o no debería.
Fiebre: la fiebre es un síntoma que nos indica infección o inflamación y, generalmente, es una infección vírica (más del 80%) o bacteriana por lo que ante la fiebre debemos esperar al menos 24 horas para saber si se le acompaña de algún otro síntoma. Si a mi hijo le doy paracetamol o ibuprofeno y va al colegio de alguna manera estoy tapando un síntoma, pero el virus o la bacteria están ahí y se elimina al respirar, al tocar, al chupar, o en las manos. Un niño, especialmente los menores de 6 años se encuentran muy bien tras los antitérmicos pero su sistema inmune sigue luchando contra la enfermedad porque el paracetamol no le cura y los primeros días suelen ser los más contagiosos.
Enfermedades exantemáticas: todas aquellas enfermedades que tengan erupciones en la piel son más contagiosas antes de salir los granos, pero deben esperar en casa hasta su curación. ¡Ojo! hay muchos granos que no son contagiosos.
Enfermedades gastrointestinales: diarreas y vómitos suelen tener una base infecciosa.-Enfermedades que cursan con tos y mocos, que las hay de varios tipos.
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Entonces, ¿en qué casos podemos llevar a los peques a clase?
Sin embargo, hay una serie de enfermedades que se consideradas de no exclusión escolar, por lo que, si el peque ha sido diagnosticado con alguna de ellas, lo más probable es que el pediatra te haya dicho que sí puede ir a la escuela infantil o al cole. Son aquellas que “su base no sea contagiosa y que permiten la convivencia segura en grupos cerrados”, indica la doctora.
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¿Cuáles son esas excepciones?
La doctora nos enumera cuáles son las excepciones en las que los peques pueden acudir a clase:
Enfermedades cuya base sean toses y mocos, pero no tengan fiebre: la tos es un mecanismo para eliminar mocos y elementos que nuestro cuerpo no quiere y los mocos son como los atrapadores de virus, bacterias y elementos nocivos que llegan a nuestro organismo. Llamémoslos aliados en la lucha contra tanta enfermedad. No todas las toses ni mocos son iguales. Fiaros de vuestro instinto. Hay niños muy enfermos con tos y sin fiebre y os aseguro que como padres sabéis verlo.
Enfermedades que ya llevan 48 horas tratadas apropiadamente con antibióticos (otitis, faríngeo amigdalitis aguda, bronquitis, neumonías). Tras 48 horas con antibiótico ya suele estar controlada la infección y si los niños están sin fiebre y bien pueden ir. Un caso especial es la escarlatina que asusta mucho y es una faringoamigdalitis por estreptococo que presenta una toxina que afecta a otras partes del cuerpo y no hay que hacer excepción. A las 48 de tratamiento si el niño está bien podría acudir al colegio. Otra cosa es que, si se puede quedar en casa, especialmente los menores de 3 años, lo hagan para recuperarse mejor del cuadro ya que el riesgo a exponerse con un sistema inmune debilitado a una nueva infección es mayor.
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Una recomendación fundamental para los padres: “No hay que temer a la fiebre”
Tal y como apuntábamos al comienzo, en muchas ocasiones el problema de la conciliación, o, mejor dicho, de la no conciliación, obliga a muchos padres a tomar decisiones erróneas. “Entiendo que en el mundo que vivimos, no es fácil conciliar la vida laboral con hijos en edad escolar y preescolar, y que no tenemos cuidadores cercanos para poder ayudar y muchos niños acuden en condiciones de enfermedad al colegio y escuelas infantiles. Con el agravante de ir a trabajar, los padres, en condiciones infrahumanas, sin dormir y casi siempre contagiados por enfermedades infantiles que a los adultos nos postra en una cama”, denuncia condescendiente la pediatra.
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Una recomendación fundamental para los padres: “No hay que temer a la fiebre”
Muchas veces los padres, cuando vemos que el niño tiene fiebre, en seguida reaccionamos dándole un antitérmico cuando en realidad la fiebre es solo un síntoma, no una enfermedad en sí.
“La fiebre nos orienta de una infección. El cuerpo genera temperatura para erradicar a un virus o una bacteria así que no es nuestra enemiga, si no que nos ayuda a fulminar a un atacante. El paracetamol o el ibuprofeno deben darse para mejorar el estado general del niño, para que se encuentre confortable en una situación que le incómoda”, dice la pediatra. No para huir del problema tapando una enfermedad que puede ser más grave y que la fiebre nos lo esté indicando.
Y, otra más: “No vivas la fiebre como una angustia”
Según nos cuenta la pediatra, esta podría ser la mejor recomendación de un pediatra, “salvo que ocurra en menores de 3 meses, ya que en esos casos sí debe ser visto por un médico”. En el resto de casos se puede esperar ya que “en las primeras 24 horas no solemos ver el foco de fiebre”, insiste la doctora. Y realiza una apreciación, al respecto “los niños no convulsionan por fiebre alta sino porque tienen una predisposición a hacerlo y eso suele ser cuando aún ni sabemos que va a tener fiebre”.
El pediatra siempre será quien indique el plazo
En cualquier caso, a la menor duda o señal de alerta, los papás deben llevar al pediatra al niño para que el profesional sea quién diagnostique la enfermedad, indique el tratamiento y su tiempo de recuperación (siempre y cuando la fiebre haya durado más de 24h en caso de que no tenga otros síntomas más graves).
“En cuanto un niño tenga tratamiento, por cualquiera de las causas expuestas anteriormente, debería poder volver a clase según las indicaciones del pediatra”, dice la doctora. Y nos pone los siguientes ejemplos: “Si tiene lombrices y se ha tomado ya la primera dosis de antiparasitario ya puede acudir de nuevo, explicando al niño que se lave las manos después de ir al baño. Si tiene conjuntivitis y ya le han dado colirio y lleva 24 horas con el ojo sin secreción ya podría ir. Las enfermedades comunes deben ser diagnosticadas y tratadas por un pediatra y él indicará el plazo, y los padres con sentido común deberían tomar las decisiones”, sugiere.
Siempre es mejor prevenir
Es inevitable que los peques estén expuestos a virus y bacterias, “están ahí al acecho”, dice la doctora. Pero lo que sí es cierto es que algo tan pequeño como una bacteria puede hacer mucho daño a nuestros hijos por lo que es mejor ser previsor y, sobre todo, seguir siempre las indicaciones de los profesionales sanitarios. “Ya lo dijo Pasteur : ‘El papel que desempeña lo infinitamente pequeño en la naturaleza es infinitamente enorme’”, concluye la Dra. Fernández.