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Psicología

‘Mamá, lo echo de menos...’ Cómo afrontar la Navidad cuando falta un ser querido

Recomendaciones para abordar esta situación con niños


12 de diciembre de 2022 - 11:26 CET

Si hay un periodo familiar por excelencia, esa es la Navidad. Pero, desafortunadamente, en ocasiones ha habido pérdidas y no están todos. Los niños pueden acusar bastante esta situación. ¿Cómo hay que comportarse entonces? ¿Es mejor recordar explícitamente a la persona que falta? ¿De qué manera dar cabida a las emociones que puedan surgir?

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Para responder a todas estas dudas hemos consultado con Manuel Marcos, psicólogo educativo y neuropsicólogo y miembro del Colegio Oficial de Psicología de la Comunidad Valenciana.

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¿Por qué el duelo por un ser querido es más difícil en Navidad?

En Navidad, las emociones se desbordan y es muy frecuente que haya una ilusión desmesurada por estas fiestas o, por el contrario, personas que están muy abatidas. Así, tal como cuenta el experto, es muy habitual que “los pacientes se descompensen”.

Además, puede suceder que durante el resto del año ese duelo se reprima y no esté bien canalizado, por lo que “la llegada de estas fechas, donde se favorecen las emociones lo ponga todo más difícil”, explica.

Son fiestas ligadas a reuniones, donde la falta de un ser querido se hace más patente. Pero “habría que reorientar el sentido de la Navidad para generar ilusión en los niños fomentando valores como la paz, el respeto y la solidaridad”, insiste.

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¿Cómo manifiestan el duelo los niños?

Los niños y los adolescentes pueden expresar el dolor por la pérdida de un ser querido de distintas formas. En todo caso, “depende de la edad y del vínculo que tuvieran con esa persona”, como apunta el psicólogo. No obstante, son reacciones comunes:

  • Miedo reciente a la oscuridad.
  • Miedo a los cambios y a alteraciones en la rutina.
  • Resistencia a los cambios.
  • Temor a encontrarse con gente no conocida y con familiares.
  • Dudas sobre el ser querido o sobre la muerte.
  • Aislamiento.
  • Disforia (expresan alegría desmesurada o un gran hundimiento anímico).
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Las dificultades de la primera Navidad

Sentir la ausencia del ser querido es especialmente difícil la primera Navidad. “Tenemos interiorizada la necesidad de estar todos juntos y nos va a falta alguien”, recalca Manuel Marcos.

Por este motivo, es muy importante “fomentar un diálogo abierto y asertivo donde se refuerce la expresión de emociones por parte de todos, sin rechazar ninguna cuestión que pueda plantear el niño”, aconseja.

Además, conviene “moderar las expectativas con respecto a los festejos navideños, no es necesario que sea una Navidad redonda y sí dejar hueco a la oportunidad de lo que pueda surgir”.

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Hacerles partícipes de lo que va a suceder

Otra de las formas de ayudar a los niños a pasar la Navidad sin el ser querido es hacerles partícipes de todo lo que va a ir sucediendo. Anticiparles lo que va a ocurrir: qué vamos a hacer, con quién estaremos, qué actividades se van a realizar...”, indica el especialista del Colegio Oficial de Psicología de la Comunidad Valenciana.

Pero contar con ellos no significa que tomen las decisiones finales; supone más un acompañamiento, una escucha y un compartir, sobre todo para que “no entren en contradicción emocional por la necesidad que se impone en Navidad de estar alegres y sentir, a la vez, que es una falta de respeto al que ya no está”, explica. “Hay que hacerles entender que se puede experimentar alegría y pena al mismo tiempo, y que ambas son emociones válidas”.

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¿Es aconsejable hacer un recordatorio de la persona que falta?

Aunque no hay reglas generales de si conviene o no hacer un recordatorio del ser querido que no está, a algunos niños sí les puede servir para sobrellevar su ausencia.

Así, se puede colocar un adorno en el árbol de Navidad para representarlo, o escribir un mensaje y enviarlo a través de un globo de helio... Hay distintos rituales que son simbólicos y ayudan a paliar la sensación de pérdida del niño.

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Rodearse de una red de amigos y familia

Cuando la Navidad se presenta con ausencias es más importante que nunca rodearse de amigos y familiares que se conviertan en apoyo. Algunos padres no se sentirán con fuerzas para encarar las fiestas, pero la recomendación de Manuel Marcos es poner el foco en los niños: “Tenemos la responsabilidad como adultos de tener en cuenta que los menores no pueden cargar con ese peso del duelo de los mayores, por lo que hay que buscar ayuda en gente cercana o ayuda profesional”.

“Los padres pueden permitirse un momento de soledad en el que sus hijos se queden al cargo de otras personas en estas fiestas, pero el niño necesita a sus padres, que se pueden tomar ese momento, pero volver luego con él”, recalca.

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Recoger sus emociones

En una Navidad con ausencias, el comportamiento del niño o del adolescente puede ser imprevisible. Puede llorar, expresar otras emociones o incluso tener conductas disruptivas. “Son emociones totalmente normales que los padres deben aceptar, haciéndoles entender que pueden contar con ellos cuantas veces necesiten”, asegura el neuropsicólogo.

En esta situación no se debe castigar, ni criticar ni censurar el comportamiento ni la emocionalidad del menor. Hay que entender que, poco a poco, se encontrará mejor, contarles la propia experiencia y comentarles que todos juntos pasarán mejor esta etapa”.

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Evitar mensajes negativos delante de los niños

“Yo lo que quiero es que llegue ya enero...”, “odio la Navidad”... frases como esta pueden escucharse en boca de adultos para los que estas fiestas son un mal trago. Pero cuando hay niños conviene reprimirse, a pesar de que hayan sucedido acontecimientos dolorosos que hagan de la Navidad un gran desafío emocional.

“Los niños acusan esos mensajes negativos. Hay que pensar siempre que las Navidades no son para los adultos sino para los niños, hacer autocrítica y reconducirlos para ofrecerles momentos mágicos y aprender valores”, resalta Manuel Marcos.

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Dar sentido a la Navidad

“Las Navidades son mágicas para los niños y hay que intentar vivirlas con la máxima ilusión. Si hay una pérdida, el primer año suele ser durísimo, pero en los sucesivos se irá llevando mejor”, comenta el experto.

En este sentido, cuando los padres observen que no hay mejoría, lo indicado es acudir a un profesional para que ayude a gestionar el duelo y no acabe convirtiéndose en un duelo patológico.

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