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madre e hija hablando en el sof de casa © Istock

Adolescentes

¿Demasiadas discusiones con tu hijo? Evítalas con estas estrategias de comunicación

La adolescencia es una etapa difícil en la que cada palabra y la forma en la que la decimos cuenta y mucho. Según lo que perciban, nuestros hijos pueden mostrarse colaborativos o todo lo contrario.


5 de diciembre de 2022 - 9:44 CET

La temida  adolescencia  (al menos, por parte de los padres) trae consigo cambios sustanciales para toda la familia, no solo para los que llegan a esta edad. Las relaciones dentro del hogar se transforman, los hijos ponen en entredicho todos los valores que han recibido durante la infancia y esa armonía familiar que parecía existir desaparece. Es una situación natural, que todos los padres del mundo esperan, pero que, aún así, puede complicarse si no se cuenta con las herramientas adecuadas.

De hecho, a toda esta  revolución hormonal, física y psicológica , “se suman profundos cambios culturales y sociales que caracterizan el momento actual (desde la cultura sexual hasta las redes sociales) y que introducen desafíos adicionales, una mayor dificultad”, nos explica Alba Castellvi, socióloga, educadora y mediadora de conflictos que actualmente da clases de Didáctica en la Universidad de Barcelona. Con su libro, Adolescentes (Urano), ha querido presentar un pequeño manual para “discutir menos y ser más felices juntos, padres e hijos”. Para ello, nos ofrece estrategias prácticas e inteligentes que los adultos pueden trabajar para buscar el bienestar familiar. Sobre estas ideas, “que buscan fomentar la confianza y la responsabilidad de los hijos adolescentes”, hemos querido hablar con ella y pedirle algunos ejemplos basados en la comunicación.

\'Adolescentes\', de Alba Castellvi (Editorial URANO)© Editorial URANO

¿Qué tipo de problema tienes con tu hijo adolescente?

La premisa de la que parte la experta, a la hora de ofrecernos unas estrategias u otras, es el tipo de problema que quieres abordar, pues depende de “la naturaleza de lo que haya que hacer, necesitarás unas herramientas u otras”, nos explica. Ahora bien, en cualquier caso, “la respuesta será siempre educativa y serena, que nos permita acompañar mejor el proceso de nuestros hijos hacia la madurez y cuidar nuestra tranquilidad, evitando que las situaciones acaben en discusiones continuas”. Hay dos tipos de estrategias:

  • Las comunicativas: tienen que ver con la forma de decir las cosas.
  • Las prácticas: tienen que ver con la organización.

Con Alba Castellevi, abordaremos las primeras quien, además, aconseja elegir un par de ellas y ponerlas en práctica un día tras otro.

Métodos comunicativos para evitar conflictos con tus hijos adolescentes

Cualquier relación entre personas, nos advierte la experta, se construye a través de dos factores:

  1. Las acciones que hacemos.
  2. La comunicación verbal y corporal, es decir, tanto las palabras que empleamos como el tono o la posición corporal.

Así, “la forma de comunicarnos tiene la capacidad de modificar los vínculos que tenemos con las demás personas”, por lo que ser consciente de ello y controlarlo, será una buena estrategia para que el resultado de la interacción sea positivo. En este sentido y para hacerlo sencillo, podemos hablar de “palabras mágicas”. Aunque unas más que otras, nos explica, “todas las palabras lo son, tanto decirlas de un modo u otro, como el no decirlas”.

Si aprendemos qué hacer, estas estrategias comunicativas, podremos mejorar nuestra relación con los hijos adolescentes, en vez de repetir, como muchos hacemos, “los automatismos aprendidos de nuestros propios padres”. Por ejemplo, “contigo no hay nada que hacer” o “no aprenderás nunca” son frases que hemos escuchado a nuestros padres y que formulamos sin pensar en que son frases que no le diríamos a un compañero, pero que sí le decimos a nuestro hijo por la confianza que tenemos. Sin embargo, son esquemas comunicativos que hay que evitar. ¿Cuáles son entonces los que sí hay que reproducir?

Estrategia 1. La frescura

La primera de las estrategias tiene que ver, sobre todo, cuando cuestionamos lo que han hecho (bien, a medias o mal). El objeto de comunicación en este caso es que se ha hecho algo mal, no del todo bien o, directamente, no se ha hecho. Y cuestionamos su actitud. Cuando esto sucede, nos dice la experta, “el adolescente tiende a defenderse, pues se siente criticado, acusado y, por lo general, con una susceptibilidad a flor de piel y, a menudo, en un estado alterado, esta respuesta se acentúa”.

Por ello, el consejo de la experta es que las indicaciones que se den funcionarán mejor “siempre que se digan en un tono fresco o ligero”. Por ejemplo, en vez de reprochar por no haber recogido un plato de la mesa, lo mejor es pedir amablemente que lo haga, aprovechando que se levanta y sale de la cocina. Para ello, “hay que utilizar un tono alegre y distendido”. Y es que, nos explica la experta, “cuando damos las indicaciones de manera incisiva y en tono de queja, ellos se resisten mucho más que cuando las damos de pasada, como un recordatorio simpático”.

Estrategia 2. Apelar a su imaginación

“Si intuimos un conflicto porque nosotros necesitamos una cosa y ellos quieren otra que parece difícilmente compatible, es decir, en caso de conflicto de intereses, una salida muy educativa en la adolescencia, además de efectiva, es poner a tu hijo en la tesitura de tener que encontrar una solución con su imaginación”. La forma de hacerlo, nos explica la experta, es preguntándoles “¿cómo lo hacemos?”. Actuando así, nos dice, “queda claro que nuestra voluntad no es imponer nuestra opción, sino buscar una salida al conflicto que respete los intereses de todos”.

Estrategia 3. Dejar elegir cómo hacer algo

Otra de las estrategias que suelen funcionar y que nos ayudan a dar menos órdenes (evitando así la resistencia y la frustración por parte de unos y otros) “es dejarlos elegir entre opciones limitadas, que tengan la sensación de que escogen qué hacer en un determinado momento que tienen margen de actuación, si bien los padres siguen regulando el comportamiento en general”. Se trata, en definitiva, de una estrategia “que transita entre la obediencia y la libertad”.

Estrategia 4. Justificar lo que hay que hacer con el beneficio que nos genera a todos

Una idea para sustituir las órdenes es “crear demandas justificadas”. Es decir, establecer con ellos una relación de igualdad, como la que tendríamos con un adulto y, sintiéndose tratados con consideración y respeto, reciben una explicación de algo que hay que hacer, del por qué y en qué nos beneficia a todos. “A menudo, los hijos deben ayudar al funcionamiento familiar para facilitarnos la vida por cuestiones de tiempo, de carga de trabajo o de bienestar en cualquier sentido. Si les damos a conocer estas razones, seguramente estarán mucho más dispuestos a colaborar”.

Estrategia 5. Hacer bien las críticas

Por último, aunque el libro está repleto de muchas más estrategias, hay que hablar de las críticas. “Aunque los adolescentes parezca que viven muy bien, también tienen sus problemas y, para colmo, los padres no dejan de criticarlos”. Eso es lo que ellos piensan y pueden verlo todo mucho más oscuro de lo que realmente es, “navegando en la negatividad”. Para evitarlo, tres ideas:

  • Decir algo bueno antes que algo malo.
  • Explicarles cómo nos sentimos ante lo que ha ocurrido.
  • Criticar los hechos, pero no a los hijos.

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