El Hospital Universitario La Paz de Madrid realizaba hace apenas unas semanas su primer trasplante de intestino del mundo, multivisceral, procedente de una donación en asistolia (donación de órganos que proceden de una persona a la que se le diagnostica la muerte tras la confirmación del cese irreversible de las funciones cardiorrespiratorias) a una niña de 13 meses con fracaso intestinal diagnosticado desde su primer mes de vida . La paciente fue dada de alta y, según confirmaban sus médicos en la rueda de prensa, “se encuentra en perfecto estado de salud”. Un hito médico ya que, explicaba el Dr. Francisco Hernández Oliveros, jefe de sección del Servicio de Cirugía Pediátrica del Hospital La Paz, “nunca se había usado el intestino procedente de donación en asistolia al considerarse que no sería válido dadas las características especiales de este órgano”.
A falta de evidencia científica, una vez el equipo pudo demostrar, con varios modelos experimentales, que el intestino era válido, se pudo realizar esta operación con un grupo multidisciplinar formado por profesionales de Gastroenterología Pediátrica, Cirugía Pediátrica, Cirugía Cardiaca Infantil, Cuidados Intensivos Pediátricos, Anestesiología y Reanimación. Una vez realizada, confirmaba la Dra. Esther Ramos, “la paciente, que padecía síndrome de intestino corto, provocándole un fallo intestinal y que, tras varias intervenciones quirúrgicas, tuvo que someterse al trasplante, está recuperándose y el siguiente paso es retirar la alimentación parenteral ”. Una rueda de prensa que salió en los medios de comunicación y que nos daba a conocer una enfermedad que, para muchos, es desconocida, pero que se sufre, sobre todo, en la etapa infantil. Para hablar de ella, de sus síntomas y su tratamiento, hemos querido hablar con la Dra. Consuelo Pedrón Giner, especialista en Gastroenterología y Nutrición.
¿Qué es el síndrome del intestino corto?
El síndrome del intestino corto es una enfermedad “con la que denominamos a las situaciones clínicas que condicionan que el intestino de un paciente no sea suficiente para garantizar al organismo sus necesidades de líquidos (agua), energía y nutrientes”, nos explica la doctora. Por ello, hablamos de fracaso intestinal. Esto ocurre por malabsorción por parte de este órgano, ya sea por diarrea o vómitos, pero también por distensión abdominal, deshidratación, desnutrición o fallo de crecimiento. Esto ocurre porque falta parte del intestino delgado, bien por una cirugía previa o bien por una enfermedad preexistente, o porque no funciona como debería.
Sus causas, nos explica, pueden ser de dos tipos:
- O bien congénitas, es decir, se nace con esta patología (el intestino delgado puede ser anormalmente corto al nacer, puede faltar parte de él o no se ha formado por completo antes del nacimiento). Hablamos de casos de atresias, malrotación intestinal con vólvulo, enfermedad de Hirschsprung, gastrosquisis, etc.
- O bien adquiridas, que son, en general, secundarias y se deben a resecciones de intestino delgado, por una enterocolitis necrosante o ciertos traumatismos.
En estas circunstancias, nos explica la doctora, “es necesario un aporte de agua y nutrientes por vía parenteral, deseablemente, cuando el enfermo está estable y controlado, en su domicilio (lo que llamamos nutrición parenteral domiciliaria)”.
Sintomatología del síndrome del intestino corto
Los síntomas del intestino corto incluyen:
- Diarrea, que es el síntoma más común en los bebés y niños, siendo una diarrea acuosa.
- Hinchazón del abdomen.
- Acumulación excesiva de gases o heces malolientes .
- Poco apetito.
- Fatiga.
- Vómitos.
Como consecuencia de ello, se producen además: una deshidratación importante, con desequilibrios en el nivel de vitaminas, minerales o electrolitos, además de una posible malnutrición, piedras en el riñón o cálculos biliares, un crecimiento excesivo de las bacterias intestinales o la aparición de hábitos alimentarios anormales.
El tratamiento del síndrome del intestino corto, ¿es siempre una cirugía?
El intestino delgado, nos explica la doctora, “es capaz de adaptarse a ser más corto en la mayoría de las circunstancias, tanto más cuanto menor es el paciente (porque es capaz de crecer más)”. Por ello, además de comenzar con nutrición parenteral, que sería el primer tratamiento, “hay que procurar potenciar todos los mecanismos digestivos mediante la alimentación oral o la nutrición enteral, es decir, por sonda”. De hecho, la cirugía no es la primera opción, porque también se usan algunos medicamentos como paso previo a la cirugía.
Ahora bien, sí que es cierto que, en algunas ocasiones, “se debe proceder a una cirugía de alargamiento intestinal”. Esta operación, con el trasplante de intestino delgado que hemos visto en las noticias últimamente, “se realiza cuando el intestino no se ha adaptado y aparecen complicaciones derivadas de la nutrición parenteral: daño en el hígado (de hecho, la paciente de 13 meses había comenzado ya a mostrar daño hepático), falta de accesos venosos o problemas clínicos complejos, entre otros”. Esta operación consiste “en sustituir el intestino, y a veces también el hígado, por el de un donante, pero necesita de un equipo muy especializado y supone un tratamiento con inmunomoduladores posterior y durante toda la vida”, nos explica la doctora. Si todo va bien, la calidad de vida del paciente mejora llamativamente, “pero sigue precisando de revisiones periódicas y la administración de medicaciones”.