La Dra. Miriam Al Adib Mendiri es ginecóloga y obstetra y ha sido considerada como la más valorada en su especialidad por la plataforma Doctoralia. En su ejercicio de la Medicina utiliza un enfoque biopsicosocial y humanista que pone en práctica en sus clínicas (www.miriamginecologia.com) y en su labor divulgativa en redes sociales (@miram_al_adib, en Instagram).
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Autora de varios libros, acaba de publicar Hablemos de adolescencia (Ed. Oberon), donde habla de la sexualidad de los más jóvenes, haciendo hincapié en la importancia de la educación en este ámbito. Hemos charlado con ella.
Destaca en el libro que la adolescencia es mucho más que un proceso biológico, pero ¿cómo influyen esos cambios orgánicos en el comportamiento del adolescente?
La adolescencia es una etapa de la vida muy compleja, donde tienes un pie en la infancia y otro en la adultez, con muchos cambios físicos y mentales con todo lo que ello conlleva. El despertar de las hormonas sexuales, el interés en las relaciones, adaptación al contexto social que viven … son muchísimas variables las que están cambiando. El cerebro está en plena ebullición, haciendo muchos cambios. La corteza prefrontal (que se puede decir que es la parte más juiciosa del cerebro) es la última en madurar, hasta los 25 años no está totalmente desarrollada. De ahí que a veces sean tan impulsivos y no sean tan conscientes de los riesgos.
Todo está a golpe de clic, pero los adolescentes no están bien informados en cuanto a educación sexual. ¿Cuáles son las ideas erróneas más habituales que se suelen detectar en la consulta?
Como ginecóloga veo a muchas jóvenes que, aunque no tienen el tabú de antes con el sexo, están muy desconectadas de sus propios cuerpos. Esta sociedad actual confunde libertad sexual con hipersexualización y esto influye en la forma como entendemos las relaciones. Se banaliza el sexo y acaba siendo cualquier cosa menos lo más importante: la conexión. Preguntan cosas como si es normal que duela o por qué no sienten el supuesto placer que deberían sentir. Algunas están acomplejadas porque querrían tener otro físico (las redes sociales con sus filtros hacen mucho daño), asumen que el ideal de mujer es la mujer hipersexualizada, cuya valía reside en lo sexualmente atractiva que sea, otras se acomplejan hasta por sus labios internos (creen que son muy grandes, ya que lo ven en internet de otra forma: aquí el porno ha hecho lo suyo). Cuando depilan toda la vulva entera y les pregunto por qué lo hacen siempre me dicen lo mismo, que es por asco o por vergüenza. Ojalá me respondieran un simple “porque quiero y me gusta” sin más.
¿Cómo debería ser la educación sexual integral de un adolescente, cuándo empezaría y dónde debería procurarse?
No hay un momento exacto, realmente la educación sexual se inicia desde que nacemos. Hay dos periodos críticos que van a influir mucho en la forma de relacionarnos: la primera infancia y la adolescencia. El tipo de apego que desarrolla la criatura con su madre influirá en su salud física y mental adulta, así si por ejemplo hubo un apego seguro cuando llegue a la adultez tenderá a tener relaciones sanas y simétricas.
En cambio, cuando el apego fue evitativo y/o ansioso podría influir en sus relaciones teniendo comportamientos más evitativos y/o ansiosos. Después en la adolescencia, el contexto familiar y social influirá también de una forma decisiva en su forma de relacionarse. En un entorno familiar amoroso, libre de tabúes, los niños y adolescentes van a tener confianza en sus progenitores y preguntarán cuando tengan curiosidad, y esto es necesario para que no acaben buscando información en internet, donde muchas veces dan con un tipo de información que nada tiene que ver con la realidad del sexo. Tener buena comunicación y ser amorosos con nuestros hijos es imprescindible para una buena educación sexual.
¿Cómo es el tabú actual de los adolescentes en relación a la menstruación y de qué forma superarlo?
El nuevo tabú de la menstruación no es el de la época de nuestras abuelas, donde no podían regar las plantas con la regla porque decían que se marchitaban. El nuevo tabú es la idea de que el ideal de mujer es una mujer lineal e hipersexualizada. Esas chicas que salen en los anuncios de compresas que parece que con la regla te da por irte a la discoteca con la ropa más provocativa que tengas a bailar como una loca. Las mujeres durante la edad fértil no somos lineales. Somos cíclicas. En un momento del ciclo puedes necesitar un poco de más descanso extra y puedes no tener ganas de fiesta y ¡no pasa nada! Pero con todo lo que se transmite constantemente parece que si no estás siempre lineal no estás en la onda.
El tabú de la menstruación de hoy es negar la naturaleza cíclica femenina, y esto genera mucha frustración. Y dado que tenemos por normal lo lineal caemos en dos extremos: normalizar lo patológico (cuántas mujeres con endometriosis han pasado tanto calvario porque se les decía que el dolor de la regla es normal) y patologizar lo normal (cuántas mujeres que no han entendido que somos cíclicas han interpretado que tienen un problema y al acudir a una consulta las han medicado innecesariamente). Todo esto lo explico detalladamente en el libro para que cada quien pueda diferenciar cuándo una situación es normal y cuándo no lo es, saber cuándo necesitas ayuda profesional y cuándo no es muy importante.
En el libro cita las ‘3 R’ para que los adolescentes se relacionen afectivamente de una forma saludable: Respeto, Responsabilidad y Reciprocidad. ¿Cómo se educa a los hijos en ellas?
Las tres erres y casi todo lo que explico en el libro no es solo para adolescentes, sino que es educación sexual para todos. Por eso no es un libro solo para adolescentes sino para a partir de la adolescencia. Educar se educa con el ejemplo. Siempre. Por mucho que digas a un hijo cómo debe hacer las cosas, si tú no predicas con el ejemplo no va a hacer lo que le digas. Por eso las personas adultas debemos revisar qué mitos y tabúes tenemos, cómo nos relacionamos… para mejorar lo que se pueda mejorar. De nada sirve decir: “Hija, no te dejes maltratar nunca” si mientras estás metida en una relación donde no te están respetando.
El aumento de las disfunciones sexuales que comenta en el libro, ¿se ve también desde edades tempranas como la adolescencia? ¿Qué se puede hacer?
Sí se ven. Pero normalmente no van a ninguna consulta para resolverlo. Se acomplejan y hacen lo que pueden. A veces vienen a la consulta, pero no por disfunción sexual, sino por otra cosa. Pero sale el tema y aquí es muy necesario abordar el problema y orientarles bien para tratarlo correctamente. Tengo muchas pacientes con dispareunia (dolor con las relaciones) de más de 40 años que llevan la vida entera afectándole a sus relaciones, a sus vidas de pareja, a su autoestima… y comenzaron en las primeras relaciones con este problema. Los problemas sexuales que se inician en la adolescencia muchas veces se quedan ahí de por vida, llevándolo con mucha sensación de vergüenza y por eso no consultan.
Con los dedos de la mano puedo contar las jóvenes que han venido a la consulta acompañadas de sus madres por dolor en las relaciones. Es habitual tener vergüenza para decir esto a una madre. Lo ideal es que si hay un problema de dolor (o cualquier otra disfunción sexual) se resuelva cuanto antes para evitar que se haga más complejo, no normalizarlo y ni mucho menos sentir vergüenza por esto. El último capítulo “El dolor y la conciencia corporal” puede ayudar a muchas personas a entender cuándo hay que buscar ayuda profesional y no conformarse si tienes dolor, pero te dicen “está todo bien”; a veces se puede necesitar ayuda por otros profesionales con experiencia en el manejo de este tipo de dolor.