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Logopedia

Qué puedes hacer si notas que tu hijo tartamudea

Si tu hijo tiene entre 2 y 5 años y percibes que se le atraviesan las palabras, que alarga alguna más que otra, que repite la última sílaba o que, en ocasiones, le cuesta expresarse con soltura puede que haya que valorar si hay algún trastorno del habla como es el caso de la tartamudez infantil.


25 de noviembre de 2022 - 14:44 CET

En la etapa que va entre los 2 y los 5 años, los niños tienen una  gran explosión lingüística  y es que, como ya habrás podido notar, pasan de no hablar a decir onomatopeyas, una palabra, palabras de dos sílabas, más tarde a juntar dos palabras… Y, así sucesivamente, hasta que comienzan a ampliar su lenguaje y vocabulario pudiendo llegar a hablar con sentido y mantener conversaciones a partir de los 4 o 5 años.

Para ello, el trabajo oral es muy importante, y que cada vez hablen más también conlleva que tengan que tener una mayor precisión en sus movimientos para coarticular el lenguaje. ¿Qué ocurre? Qué como en toda época de aprendizaje hay niños que aprenderán antes y otros después, y niños que vocalizarán mejor que otros, e incluso, que de vez en cuando tartamudeen y esto no signifique nada. En definitiva, podríamos decir que ‘hablar’ es una secuencia de sonidos continua y que para llegar a hacerlo de una forma correcta el niño puede haber tenido que atravesar algún que otro obstáculo, como es el caso del tartamudeo. Pero en el caso de que este sea persistente lo más recomendable es acudir a un profesional.

¿Por qué mi hijo tartamudea?

Puede ocurrir que durante ese camino de aprendizaje tu peque alargue las palabras, repita las últimas sílabas, no logre decir alguna palabra fonéticamente de forma correcta… Todas estas “disfluencias se empiezan a notar en la etapa de desarrollo del lenguaje cuando los niños se bloquean, repiten, muestran esfuerzo o tensión al hablar...”, explica la logopeda neonatal y pediátrica Alejandra González Santamaría (@logopeda_pediatrica).

Y esto, puede que sea parte del aprendizaje y no tenga mayor importancia, o, sin embargo, se plantee como un trastorno del habla y haya que tratarlo. En cualquier caso, si sospechas que tu hijo puede estar comenzando a tartamudear lo mejor es siempre que acudas a un profesional para que valore su caso. “Si observamos que las disfluencias son frecuentes y persisten, debemos tomar cartas en el asunto. De entrada, estaría bien comentárselo a su pediatra. Después,  el logopeda  es el profesional sanitario especializado en los procesos de comunicación y lenguaje que nos puede ayudar a realizar una valoración e intervención de nuestro caso personal”, recomienda la experta.

Es importante saber que no se trata de un trastorno psicológico, sino que, según estudios realizados recientemente, el origen del tartamudeo es neuromotor. Bien es cierto, que para ayudarnos a determinar si se trata de una simple etapa del aprendizaje o, si el tartamudeo es persistente, existen una serie de factores de riesgo, como son: ser varón, los antecedentes familiares, velocidad a la hora de hablar, si hay gestos asociados, etc…

Niña en el logopeda© AdobeStock

Consejos para padres en este proceso

Debes ser paciente, darle tiempo para que se exprese, no termines sus frases (a no ser que te lo pida) y, por supuesto, no le regañar y evitar hacerle sentir mal si no termina de expresarse como es debido. Frases como: “Venga, arranca”, “No te pongas nervioso” o “Tranquilo, repite…”, no le ayudarán en absoluto porque conseguirás precisamente el efecto contrario, es decir, que el niño se altere más y no consiga decir lo que quiere. “Como consejo general, es importante mantener la calma y transmitir con nuestra actitud que no hay presión para hablar. Esperamos hasta que termine lo que nos tenga que decir y le contestamos con un lenguaje sencillo y pausado”, recomienda la logopeda. No le atropelles con demasiadas preguntas, mantén una conversación pausada y tranquila.

Debemos ser claros y aunque el origen, como hemos dicho, no es psicológico la sociedad y el entorno del niño pueden ser muy crueles e influir de forma negativa en su tratamiento y cese. Es un trastorno que puede ser  muy frustrante para ellos y dañar mucho su autoestima  por lo que, si es necesario, también puedes buscar ayuda de un psicólogo. Y, si de verdad quieres ayudarle, es esencial que, como padre,  le acompañes durante este camino  que se ha tornado un tanto complicado pero que juntos, ¡lograréis superarlo!

La logopeda, además, añade que “es importante que los padres, cuidadores y profesores aprendan estrategias de comunicación para saber cómo actuar frente a las disfluencias. De esta manera, favorecemos la remisión”. De hecho, cabe destacar, que según la experta nos cuenta “en el 80% de los casos remiten espontáneamente”. Por lo que, si este problema está ocurriendo en casa, debes implicarte y mantener informados tanto a profesores como educadores para trabajar todos en una misma dirección.