Ser padre es una de las tareas más decisivas a lo largo de la vida, ya que de ese ejercicio pueden depender muchas circunstancias presentes y futuras en el desarrollo del hijo. Un buen objetivo puede ser alcanzar lo que se denomina parentalidad positiva. Se trata de llevar a cabo un comportamiento como padres basado en el cuidado y el estímulo para que los niños puedan alcanzar su máxima potencialidad en un entorno seguro, pero con límites.
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A este respecto, el Colegio Profesional de Psicología de Aragón (COPPA) y la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía han elaborado un decálogo para orientar a los progenitores acerca de esa crianza basada en los pilares de: atención, orientación, reconocimiento, potenciación y educación sin violencia.
No te lo pierdas:
1. Establecer vínculos sanos a través del afecto
Los primeros vínculos que establece la persona, ya desde bebé, van a ser decisivos en su vida. Por eso, desde el COPPA se insiste en la importancia de que los niños se sientan amados por sus padres y tengan en estos un buen ejemplo de lo que significa querer.
“Mírale, deléitate, entiéndele, hazle saber que tienes interés y estás disponible”, se apunta en el Decálogo. Eso sí, teniendo en cuenta que el amor no es sobreprotección y que la educación debe hacerse desde la confianza y no desde el miedo, resaltan.
Un ejercicio práctico: Antes de que tus hijos se vayan a dormir, dedica un rato a repasar cómo ha ido el día todos juntos en familia.
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2. Potencia tu autocuidado
Los padres no pueden cuidar si no están bien. Por eso, y aunque sea difícil encontrar el hueco o la disposición, es vital que busquen momentos para su autocuidado. ”Permítete espacios para ti, para tu descanso y tu disfrute personal”, resaltan desde el COPPA.
Puede ser una clase de baile, hacer deporte, pasear, charlar con alguna amistad... Los padres deben aceptar que no son superhéroes y que tienen limitaciones.
Un ejercicio práctico: Si te cuesta encontrar un rato al día para ti, ponte una alarma en el móvil para parar, respirar y ser consciente de lo que necesitas.
3. Acompaña a tus hijos, según sus necesidades
Los hijos son muy diferentes entre sí, y esto se aplica también a lo que necesitan. Una de las bases de la parentalidad positiva es que los progenitores estén presentes en el día a día. Esto no significa invalidar al niño, sino acompañarlo en su crecimiento: “Fomenta la autonomía y la exploración, proporciónale la ayuda suficiente favoreciendo la libertad para que se desenvuelva, transmitiendo serenidad en el proceso”.
Este punto no solo hace referencia a las necesidades más tangibles, sino también a las emocionales, de modo que los padres puedan validar y acompañar lo que va sintiendo su hijo a lo largo de su desarrollo.
Un ejercicio práctico: “Participa de manera activa en su vida escolar, infórmate y colabora en las actividades del centro”, proponen desde el COPPA.
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4. Apuesta por un crecimiento compartido
No es fácil ser padre, y ser hijos, en ocasiones tampoco. ¿Por qué no crecer juntos en ese aprendizaje? Así, el Colegio de la Psicología de Aragón destaca cómo los padres son modelos para sus hijos, por lo que pueden enfocar sus crisis como una oportunidad para tolerar la frustración y aprender a superarse.
“Asume que a veces te equivocarás, que habrá desencuentros, estos serán la ocasión para aprender a reparar y reencontrarse”, destacan.
Un ejercicio práctico: Pedir perdón a tu hijo cuando te equivoques será una excelente manera de enseñarle a resolver conflictos y a crecer en valores.
Por este motivo, la convivencia en casa tiene que ser cooperativa y con acuerdos donde todos y cada uno de los miembros asuman un papel.
Un ejercicio práctico: Acordad un día en que todos cocinaréis juntos, por ejemplo, una pizza casera, que luego se puede degustar viendo una película.
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6. Promueve una comunicación asertiva
La comunicación asertiva es aquella en la que cada uno puede expresarse y se aleja la confusión. Pero no vale con recibir los mensajes sin más; ha de ser una escucha activa. “Conocer cómo se sienten tus hijos e hijas es el primer paso para saber cuáles son sus necesidades y poder atenderlas”, recalca el Decálogo.
Aunque haya desencuentros y no compartáis el mismo punto de vista, es importante que durante las discusiones se mantengan siempre el afecto y el respeto.
Un ejercicio práctico: Buscad espacios concretos de diálogo en los que podáis hablar libremente; puede ser durante las comidas, en un viaje en coche, paseando...
7. Establece límites
Enfocarse en una parentalidad positiva no significa hacer dejación de funciones. La educación necesita límites y los niños sienten seguridad ante ellos. Así, las normas han de ser “razonables, sencillas, estables y reparadoras”.
“La agresión, el insulto, la amenaza o el grito no son eficaces ni adecuados para educar. Enfoca la disciplina como la unión del control y del amor”, recomiendan desde el COPPA.
Las rutinas y los hábitos ayudan a organizar la vida diaria y, a la vez, favorecen el aprendizaje.
Un ejercicio práctico: “Para establecer límites tienes que reducir tu enfado. Toma distancia, respira y asegúrate de tratar lo sucedido para buscar soluciones, no culpables”, apunta el Decálogo.
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8. Reconoce sus logros
Los niños necesitan estímulos, que se muestre interés por lo que hacen y que se valoren sus iniciativas. No solo en el aprendizaje escolar sino también en el cotidiano.
Un ejercicio práctico: No dejes pasar ningún esfuerzo de tu hijo sin reconocerlo. Si hace algo en casa o en el colegio para lo que se ha esforzado, coméntalo con él.
9. Disfrutad juntos
La crianza puede ser cansada y a veces ponerte ante desafíos complicados, pero no hay que perder de vista que padres e hijos deben divertirse juntos. Así, hay que programar actividades, del tipo que sean (culturales, deportivas, recreativas...), en familia, e interaccionar a través del juego.
Hay que reírse con los hijos, abrazarlos y disfruta juntos en entornos comunes.
Un ejercicio práctico: Deja a un lado el teléfono y dedica un tiempo cada fin de semana a realizar una actividad divertida con tu hijo.
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10. Crea un clima familiar armónico
El hogar ha de ser un espacio de seguridad y armonía para el niño, donde se sienta totalmente seguro. Así, el entorno más íntimo debe estar basado en la confianza, el respeto y la calidez.
“Promueve relaciones positivas en el hogar, el eje será la responsabilidad parental basada en el afecto, el apoyo, la comunicación, el acompañamiento y la implicación en todas las áreas de la vida cotidiana”, destaca el Decálogo.
Un ejercicio práctico: Deja aparcados los problemas del trabajo en el portal de casa, de modo que al entrar comiences una nueva dimensión con tus hijos.