meditaci n para ni os yoga infantil © GettyImages

Salud mental

La meditación podría estimular la inteligencia emocional de los niños, ¿os tomáis un respiro?

Con una práctica sencilla de 15 minutos, todos los días, en casa y guidada por un adulto, los más pequeños mejoran sus conocimientos, habilidades y actitudes


22 de noviembre de 2022 - 12:04 CET

El objetivo último de lo que llamamos  educación emocional , nos dice María Jesús Pavón Izquierdo, experta en crianza y educación, “debe ser favorecer el desarrollo natural del niño y la adquisición de una serie de competencias entendidas como conocimientos, habilidades y actitudes imprescindibles para percibir, comprender, expresar y regular lo que se siente en cada momento”. Todo esto, nos dice, “garantiza una adecuada adaptación social, un aprendizaje efectivo y un mejor afrontamiento de los retos de la vida”. Y lo hace en el primer capítulo de su último libro publicado, Cierra los ojos, abre el corazón (Pirámide Editorial), con el que ha querido crear  una pequeña guía de educación emocional a través de la meditación, tanto para padres como para educadores.

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Pero, ¿por qué pone el foco en la meditación? Porque, como ella misma asegura, “este tipo de educación necesita de una confianza en que el niño tiene los recursos necesarios para adquirir todo el conocimiento mencionado, dejando que sea él quien lo consiga y nosotros, como padres,  realizar un acompañamiento respetuoso. La meditación, por tanto, se convierte en uno de esos recursos.

La meditación, una herramienta poderosa para la inteligencia emocional

Para explicarnos por qué la meditación puede ser una muy buena herramienta para la educación emocional de nuestros hijos, la autora nos cita las palabras de Daniel Goleman, psicólogo, periodista y escritor norteamericano que, en la década de los 90’, en su libro Inteligencia emocional (Editorial Kairós), nos explicaba que “la inteligencia emocional consistía, básicamente, en conocer las propias emociones, saber manejarlas, motivarse a sí mismo, reconocer las emociones en los demás y establecer relaciones positivas con las personas”.

 Simplificando mucho, nos dice la experta, podemos decir que “meditar es observar la mente”. Y, si la observamos bien y a diario, conoceremos qué es lo que piensa y lo que siente. Esto es importante  porque todo lo que observamos cuando somos pequeños se convierte en aprendizaje ; es decir, el punto de partida de nuestra educación emocional es siempre información sensorial que llega a nuestro cerebro.  Lo hace con las imágenes mentales que creamos en nuestro hemisferio derecho .

Después, como segundo paso, pasamos a la expresión verbal y escrita de las misas, con palabras y símbolos lógicos y secuenciales en el hemisferio izquierdo. Para llevar correctamente este proceso, el cerebro, cuanto más relajado, mejor. Por ello, nos dice la experta, la meditación es altamente beneficiosa, porque “permite que la mente se expanda, quede libre y se desbloquee, potenciando la imaginación, la creatividad y acelerando el aprendizaje”.

Meditación de niños en casa.© GettyImages

Dos ejemplos prácticos de meditación para niños

La psicóloga nos pone un ejemplo claro para explicarnos en qué consiste y cómo nos ayuda la meditación a una mejor educación emocional. Cuando estamos en la ducha, relajados en la cama o haciendo algo que nos gusta mucho, es muy habitual escuchar a alguien decir “que es cuando se le ocurren las mejores ideas”. Esto no es casualidad. “Cuando existe una relajación muscular y una respiración lenta y consciente, se favorece la aparición de imágenes, ideas y soluciones creativas”. La meditación es precisamente esto.

Para ponerlo en práctica con los más pequeños, sin embargo,  necesitamos actividades que no duren más de 15 o 20 minutos, en las que estimulamos su mente y su corazón . Antes de comenzar con ellas, hay que tener en cuenta la edad de nuestro hijo, la competencia que se quiere trabajar y el lenguaje que debemos utilizar, porque no es lo mismo la mente de un niño de 5 años que de un adolescente de 12, con quien también puede trabajarse.

Además, nos dice la experta, para cualquier práctica de meditación siempre hay una introducción, “con una postura corporal y un tiempo determinado que nos ayuda a crear el ambiente idóneo para ella”. Hay que elegir también un momento tranquilo en el que podamos prestarle plena atención a nuestro hijo, sin interrupciones, siguiendo lo descrito en cada práctica, pero con la entonación suficiente para que no se convierta en una simple lectura. Entre las prácticas que la experta incluye en su libro, hemos destacado dos:

1. Coloreando mi mundo

Se comienza tumbados boca arriba, completamente relajados en una postura cómoda, sin forzar.  Se invita a los niños a contar sus respiraciones, haciéndolas profundas siempre con los ojos cerrados y se les invita a estar muy quietos , diciéndoles que se les va a colocar un pequeño caramelo de colores en el entrecejo que no puede caerse. Poco a poco, el progenitor que conduce la práctica le va pidiendo al niño o niña que elija un color (puede ser su favorito u otro) y que vea cómo una especie de cola de lava va cayendo por todo su cuerpo, tiñéndolo todo y, cuando está cubierto, pasa a teñir todo lo que tiene a su alrededor, etc. El progenitor es quien debe ir dando las directrices. Al final, se les pide que piensen en el caramelo que tienen en la frente, en su peso y color para salir de la práctica relajadamente.

2. Limpiando mi lugar secreto (culpa)

En esta ocasión, la postura es libre, pero siempre favoreciendo la concentración y relajación. De nuevo, la práctica comienza con la respiración y con la visualización de un bosque por el que el niño o niña va caminando, intentando encontrar su lugar secreto.

En medio del paseo, descubre un pequeño hombre que llama su atención y que le hace entrar en ese rincón tan especial, para decirle que está lleno de porquería y que, para que se sienta bien, debe limpiarlo. La porquería ha llegado por esos momentos en los que el niño o niña se ha sentido culpable (se ha peleado con su hermano, ha discutido con sus padres, por ejemplo) y, cada vez que ha sucedido, ha entrado basura en su rincón secreto. Y la basura pesa, como debe sentir en ese momento que pesa su cuerpo. Sin embargo, si lo limpia poco a poco, verá como el peso de la culpa desaparece, su cuerpo se relaja y se siente más ligero.

Referencias

Catherine Mak, Koa Whittingham, Ross Cunnington & Roslyn N. Boyd (2017).  Efficacy of Mindfulness-Based Interventions for Attention and Executive Function in Children and Adolescents—a Systematic Review .

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.