Para muchos alumnos, las ecuaciones, el álgebra o intentar operar con fracciones son sinónimo de pánico y estrés. Todos ellos te dirán que odian las matemáticas . Pero tienen que lidiar con ellas. Con el nuevo plan escolar, los niños de los primeros cursos de Educación Primaria tienen de media unas 545 horas lectivas de esta asignatura, repartidas durante todo el año escolar. Un tiempo que, sin lugar a dudas, es necesario si tenemos en cuenta todos los beneficios que aporta su estudio - agilidad mental, pensamiento analítico o visión espacial son algunos de ellos - y las dificultades que a muchos se les plantea. Por esto último, puede convertirse precisamente en un auténtico problema, dando lugar incluso a una aritmofobia.
La aritmofobia es el pánico a las matemáticas, caracterizado por un miedo irracional a los números que llega a causar sudor, angustia, ansiedad y dolores estomacales, “los principales síntomas de los alumnos que la padecen”, nos confirma Ruth Fernández, pedagoga y responsable del área de Atención Pedagógica de Smartick. Pero, ¿por qué nos asusta tanto esta asignatura?
“Las matemáticas son difíciles”
El motivo principal de que nos asusten las matemáticas, nos explica la experta, “es que tenemos la creencia generalizada de que son muy difíciles”. Es decir, como todo el mundo le ha tenido siempre miedo a las matemáticas, ya nos dirigimos a ellas con ese mismo miedo. La distinción clásica entre personas de ciencias y personas de letras, nos explica, aún existe y es una “falsa dicotomía”. No existen las mentes de letras y las mentes de ciencias, hay personas que han tenido peores experiencias aprendiendo matemáticas y, por eso, las rechazan. Por tanto, este miedo se debe, principalmente, “a la experiencia que se haya tenido en su aprendizaje, no es una predisposición genética, por lo que debemos desterrar eso de que las matemáticas se me dan mal”, nos dice la pedagoga. No hay ningún gen que predisponga a un niño desde pequeño para que una asignatura en concreto se le de bien o mal.
En muchos casos, nos cuenta, “se habla de la profecía autocumplida, es decir, que la ansiedad dificulta el aprendizaje y disminuye la confianza en la capacidad”. Esto es lo que ocurre, “porque dominar o sentirse seguro en matemática nos sirve para aprobar la asignatura, pero también para darnos confianza, madurez y agilidad mental a todos los ámbitos de la vida”. Pero, si le tenemos miedo, ya que no suelen estar nunca entre las asignaturas favoritas de los más pequeños, no sabemos que no conseguiremos esas destrezas.
Ahora bien, “sí que es cierto que este miedo que se genera no es por la materia en sí, sino por cómo se enseña”. El sistema tradicional de profesor en una clase con un programa rígido y único, para todos igual, solo satisface a la media. De esta forma, “se deja fuera a los que van más avanzados, que se aburren, y a los que van por debajo, que no llegan a comprender nada de esta asignatura y nunca van a conseguir el nivel de la media de la clase”, nos dice. Así, se van creando “una especie de huecos que hacen que, en cursos más avanzados, como puede ser la Educación Secundaria, se descuelguen definitivamente”. De hecho, el 24% de los alumnos de Educación Primaria cuenta con clases particulares de matemáticas, puesto que el conocimiento de los niños españoles está muy por debajo de la media europea, según apunta el Estudio de las Tendencias en Matemáticas y Ciencias (TIMSS), elaborado por el Ministerio de Educación y Formación Profesional.
¿Cómo saber si nuestro hijo tiene aritmofobia?
La aritmofobia, también conocida como numerofobia, puede aparecer por diversas causas. Y, dependiendo de ellas, podremos detectarla de una forma u otra, nos explica la pedagoga:
- Puede ser una fobia que pasa de padres a hijos, siendo el propio menor el que asocie unas reacciones emocionales determinadas a la conexión que sus padres generan con esta asignatura.
- Puede ser también por una situación puntual relacionada con los números, en la que el niño sufrió un excesivo estrés o se generó cierta inseguridad en su utilización. De hecho, es bastante probable que el primer contacto con las matemáticas no fuese del todo bueno.
En cuanto a los síntomas, “varían mucho en función del menor y de su causa”, pero generalmente están asociados, tanto en el plano físico como psicológico, a:
- Malestar físico, siendo el dolor estomacal una de las principales dolencias.
- Náuseas y sudores excesivos.
- Manifestaciones de bloqueo, angustia y miedo al fracaso.
- Pueden aparecer dolores de cabeza o un aumento de la presión cardíaca.
- Pesadillas nocturnas.
Consecuencias de no entender las matemáticas
No llevar un buen ritmo en matemáticas, asegura la experta, “tiene un impacto importante en otras asignaturas y condiciona el día a día”. Así, una persona que rechace las matemáticas no solo no podrá realizar unos estudios superiores científicos, resolver un problema o ayudar a sus hijos con la escuela, “sino que tendrá dificultades en aspectos cruciales de su vida, como entender una factura, calcular las cantidades de ingredientes en una receta, saber cómo funciona un préstamo bancario, detectar un error al darle el cambio de una compra o saber si es más rentable un 3x2 en un supermercado o una segunda unidad al 50% en un comercio”. Algo que, a día de hoy, es muy importante. De hecho, un ciudadano que se maneja bien con los números está mejor informado y es menos manipulable. “Hay estudios que demuestran que el nivel de matemáticas del país está relacionado con su PIB”.
Tratamiento para la aritmofobia
La aritmofobia es un trastorno de ansiedad que provoca un miedo desproporcionado e irracional hacia todo lo que tenga que ver con los números. Como muchos trastornos psicológicos, “lo más probable es que venga de un trauma ocurrido en la infancia, puede que durante su etapa inicial de educación, con una mala experiencia”, nos explica. Por tanto, “no se trata de un problema intelectual, sino emocional”.
En el campo de las terapias psicológicas, se puede afrontar con muchos enfoques distintos y se puede revertir si se trata desde pequeños. Por ello, es importante aconsejar a cualquier alumno que pueda sentir un miedo atroz a los números, como cualquier otra fobia, que consulte a un especialista, tenga la edad que tenga. Incluso, es buena idea la prevención. “Desde los tres o cuatro años, siempre en contextos reales, hay tiempo de sobra para ir introduciendo los símbolos propios de las matemáticas”, nos explica. Y es que, según nos dice, “deberíamos aprender matemáticas trabajando desde pequeños en contextos reales, por ejemplo, utilizando monedas y billetes para aprender a sumar, porque no solo se va a comprender mejor, sino que podremos inferir que esa operación que tendremos que realizar muchas veces hasta conseguir mecanizarla, nos sirve en el mundo real”.
Referencias
Rajendra Kunwar Tribhuvan University (2020). Mathematics Phobia: causes, symptoms and ways to overcome .