Selena Gómez estrenaba la semana pasada un documental sobre su vida en Apple TV, My Mind & Me. Un título muy revelador, pues a su enfermedad de lupus , que ya conocíamos desde que, en 2020, habló del dolor que padecía como consecuencia de esta patología, le sumamos sus declaraciones acerca de sus problemas de salud mental y las graves consecuencias que estos podrían estar teniendo en su fertilidad . La actriz y cantante norteamericana habló con total sinceridad sobre su deseo de convertirse en madre algún día, pero también confirmó que podría no ver su sueño cumplido. Pero, ¿por qué?
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La joven cantante confirmaba en el documental que sufría un trastorno bipolar y que, por ello, “entender que dar a luz a sus propios hijos sería una misión difícil fue un momento muy triste”. Selena Gómez lo confirmaba tras visitar a una amiga que estaba intentando quedarse embarazada y ante la que comienza a llorar cuando piensa que la medicación que toma para controlar su bipolaridad “está disminuyendo su posibilidad de tener a sus propios hijos”, según confirmaba la revista People. De acuerdo a los expertos, los medicamentos para controlar esta dura enfermedad mental podrían causar defectos neurológicos o de corazón en el feto, además de un retraso en su desarrollo. Una medicación difícil de retirar, sobre todo, cuando se presentan síntomas fuertes. Sobre ello, hemos querido preguntarle a la Dra. Blanca Paraíso, ginecóloga especialista en Reproducción Asistida y directora médica de Love Fertility y miembro de Top Doctors.
¿Cómo afecta un trastorno de bipolaridad a la fertilidad?
La bipolaridad es un problema de salud mental que afecta a muchas esferas de la vida de una persona y la fertilidad es una de ellas. Por ello, nos dice la experta, “es fundamental el asesoramiento de las mujeres con este trastorno si hablamos de su fertilidad y de un posible embarazo”. Se ha visto que estas mujeres, nos confirma, “pueden tener más dificultades para quedarse embarazadas frente a aquellas que no sufren esta patología”. Para explicarlo bien, nos cuenta, debemos saber que:
- El debut de un trastorno bipolar en las mujeres típicamente ocurre en la edad fértil y, como sabemos, a partir de los 30 años la fertilidad femenina empieza a decaer.
- En muchos casos, es necesario retrasar el momento de buscar el embarazo hasta lograr la estabilidad clínica necesaria para ello, lo que hace que, de base, las posibilidades sean también menores.
- Y, además, hay que sumar que las personas con este trastorno sufren, con cierta frecuencia, otras alteraciones psiquiátricas, como trastornos de la alimentación que afectarán también a la fertilidad.
Sin embargo, no es imposible, pues han ido en aumento las gestaciones no deseadas, en parte por interacciones entre algunos anticonceptivos y ciertas medicaciones utilizadas para tratarla o por las mayores dificultades de estas pacientes para tomarlos de una manera regular. Y esto, nos dice, “tiene su riesgo”. Por tanto, es más complicado conseguir un embarazo, pero también existen casos en los que se dan, aún a pesar de la medicación que toman.
La medicación para un trastorno de bipolaridad y la fertilidad
Las tasas de fertilidad de las mujeres con un trastorno de bipolaridad son menores que en mujeres sin esta patología, esto son datos. Sin embargo, no podemos decir que sea por la medicación. De hecho, nos dice la experta, “no acaba de estar del todo claro si la función ovulatoria de estas mujeres está alterada de base o si se altera sólo como consecuencia de la medicación”. Y es que hay estudios que han visto que las mujeres que ya están en tratamiento consiguen tener ciclos menstruales más regulares que aquellas que no están todavía medicadas, así que, probablemente, “hay otros factores que influyen más allá de la medicación”. Un factor podría ser, por ejemplo, la obesidad, “ya que sabemos que lo sufre un porcentaje importante de mujeres con trastorno bipolar, que altera la ovulación”.
Ahora bien, nos advierte, “no hay duda de que algunas de las medicaciones que se utilizan para tratar esta patología pueden producir irregularidades en el ciclo menstrual que dificultan mucho la llegada de un embarazo”. Esto es lo que podría haberle ocurrido a Selena Gómez. Los antipsicóticos (la actriz sufrió un brote psicótico en 2017), por ejemplo, pueden aumentar los niveles de prolactina, la hormona que se eleva durante el embarazo y la lactancia, provocando amenorrea (ausencia de menstruación) o galactorrea (producción de leche). También el valproato, una de las medicaciones más utilizadas, “que se ha asociado con el síndrome de ovario poliquístico (SOP) en mujeres con trastorno de bipolaridad”.
‘Tengo un trastorno de bipolaridad, me he quedado embarazada, ¿suspendo la medicación?’
En este caso, nos explica la ginecóloga, “este trastorno bipolar se asocia con diferentes riesgos, pero no se considera que sea una contraindicación para un embarazo”. Por ello, todo dependerá del tipo de medicación, pues en torno al 50% de las pacientes tendrán episodios de síntomas depresivos o maníacos durante el embarazo y postparto y “la farmacoterapia puede reducir este riesgo”.
Si la medicación puede convivir con el embarazo, no habría problema, pero, sin duda, “debemos proponer posponer el embarazo hasta que la paciente lleve clínicamente estable un tiempo prolongado, entre seis y veinticuatro meses”.
Si no lo es, pues hay varios fármacos -como el valproato o la carbamazepina- que se utilizan habitualmente para el tratamiento del trastorno bipolar y que pueden ser teratogénicos, es decir, “pueden provocar malformaciones en el bebé”. En este caso, la paciente, conjuntamente con su psiquiatra, “debe deducir en base a su caso si mantener o no la medicación que está utilizando, cambiar a otra con menores riesgos para el feto o si la suspende durante parte o todo el embarazo”.
Todas estas posibilidades son viables aunque, en general, “se suele recomendar mantener la medicación para prevenir la aparición de episodios depresivos y maníacos, intentando utilizar los fármacos existentes con menor riesgo teratogénico y a la menor dosis posible”. La suspensión de la medicación, por tanto, “es muy arriesgada”. Además de aumentar el riesgo de una recurrencia, en caso de tener un episodio anímico, “el tratamiento durante el embarazo va a ser complicado y la exposición del feto mucho mayor que la que tendría con la dosis de mantenimiento”.