Una de las primeras pruebas que se realizan al inicio de un embarazo es un análisis de sangre para determinar, entre otras cosas, el grupo sanguíneo de la madre. En esta prueba, se analiza tanto el grupo como el factor Rh ya que este puede tener una repercusión determinante en la salud del bebé.
Podríamos definir de forma muy resumida que la incompatibilidad de Rh en el embarazo se da cuando la sangre de la madre es Rh negativo y la del bebé Rh positivo. Para llegar a esta conclusión, en primer lugar, debemos saber que las personas tenemos 4 tipos de grupos sanguíneos que son el A, B, AB y 0; pero, además de los grupos sanguíneos, tenemos un factor Rh, que es una proteína que se encuentra en los glóbulos rojos, la cual algunas personas son portadoras, Rh positivo, y otras no, Rh negativo. “La mayoría de las personas son Rh positivo y un porcentaje menor es Rh negativo”, apunta la Dra. Marta Sánchez-Dehesa, Directora del policlínico HM IMI Toledo y Jefa del equipo de ginecología en el mismo hospital.
¿Qué ocurre cuando la mamá es Rh negativo? Pues que el ginecólogo debe de tomar una serie de precauciones durante el transcurso del embarazo por varios motivos, y el principal es que “si el bebé es Rh positivo puede producirse una incompatibilidad de Rh. En principio, la incompatibilidad de grupo entre la madre y el hijo no tiene por qué ser un problema. Además, esto puede ocurrir cuando el padre es Rh positivo, pero no ocurre siempre”, añade la doctora.
Es decir, cuando una mujer es Rh negativa y un hombre es Rh positivo y conciben un bebé, este puede tener sangre Rh positiva, heredada del padre; algo que ocurre en aproximadamente la mitad de los casos.
¿Qué ocurre si se da la incompatibilidad Rh?
Como decíamos, partiendo de la base de que no tiene por qué suponer un problema ni para la madre ni para el bebé, la incompatibilidad de Rh hace que se formen unos anticuerpos maternos que actúan en contra del Rh positivo del bebé, reaccionando a la sangre del feto como si fuera una sustancia extraña. Esta incompatibilidad “puede producir la destrucción de los glóbulos rojos en el feto, por lo que, si existen estos anticuerpos, realizaremos ecografías de forma regular para detectar signos de anemia . En el caso de producirse la anemia, se pueden precisar transfusiones sanguíneas que se realizan a través del cordón umbilical y, en casos severos, adelantar el nacimiento del bebé para tratarlo una vez nacido”, indica la ginecóloga.
¿Puede haber algún síntoma indicatorio?
Normalmente, la madre no presenta ningún síntoma, tal y como nos cuenta la doctora, “salvo la aparición de anticuerpos en su sangre que se detectarán en la prueba de grupo Rh y ‘coombs indirecto’, que se realiza en el inicio del embarazo y a mitad del mismo”. Mientras que en el caso del bebé, los síntomas pueden ser “anemia, ictericia, es decir, color de piel amarillento, daño cerebral o incluso muerte del bebé intraparto”.
¿Qué se hace si esto pasa?
Precisamente, para que esto no ocurra, la doctora nos cuenta que en la semana 28 de embarazo, “se inyectan unos anticuerpos, y, también, cuando nace del bebé (si es Rh positivo), para evitar que ocurra en embarazos posteriores. También en caso de amenazas de aborto con sangrado, en mujeres con Rh negativo y tras amniocentesis ”, nos cuenta la doctora.
Las consecuencias que pueden derivar de esta incompatibilidad son “anemia en el feto y, en ocasiones, partos prematuros . Por este motivo, a estas mujeres se les ponen corticoides con el objetivo de preparar la maduración de los pulmones del feto por si fuese necesario adelantar el parto”, nos explica.
Como conclusión, si no sabes o no estás segura de cuál es tu factor Rh y, crees estar embarazada o has comenzado la búsqueda de un embarazo, lo más recomendable es realizar una visita al ginecólogo lo antes posible para que este decida cuáles son las pruebas necesarias a realizar. Y, por supuesto, ten en cuenta que las visitas preconcepcionales siempre son mejor forma de prevención de cualquier problema tanto para la mamá como para el bebé.