Si de algo hemos conseguido concienciarnos un poco más es la idea de que todos tenemos que hacer algo contra los residuos plásticos, intentando reducirlos al máximo, no solo a nivel institucional (que también), sino también en nuestro día a día, en nuestro hogar y con nuestras pequeñas acciones. Sin embargo, la industria de los juguetes sigue utilizando bastantes cantidades de este material para crear sus productos . Muchas veces, aunque es casi inevitable tener que adquirir uno de los juguetes más de moda, buscamos alternativas más respetuosas con el medio ambiente . Quizás no tanto en el caso de los niños, pero sí en el caso de los bebés.
Por ello, si te has propuesto ser más sostenible también con los juguetes que adquieres para tus hijos , te ayudamos a saber cómo elegir aquellos más ecológicos que, por cierto, no tienen por qué ser feos y aburridos. Así, las familias más concienciadas con la importancia de minimizar su impacto diario sobre el medio ambiente han comenzado a demandar alternativas a los juguetes tradicionales (los de plástico) que sean igualmente seguras, educativas y divertidas. Y la industria parece que empieza a trabajar en ello.
¿Por qué elegir un juguete sostenible?
Los juguetes a los que denominamos eco-friendly son la mejor opción si queremos cuidar el planeta y empezar un cambio, por estar elaborados con materiales naturales y renovables que se degradan rápidamente. La sostenibilidad es un factor cada vez más importante para los padres a la hora de tomar una decisión de consumo, así lo asegura al menos el estudio Consumer Perception of Sustainability Toys , elaborado por el Instituto Tecnológico de Producto Infantil y Ocio (AIJU). Según sus resultados, para los que han participado 2.800 hogares con niños entre 0 y 11 años en países como Alemania ,Italia, Francia, China, España, Reino Unido y Estados Unidos, el 60% de los participantes considera que los juguetes deberían estar en las categorías más importantes en relación a la sostenibilidad. Además, creen que los juguetes fabricados de manera sostenible no son una moda pasajera.
Sin embargo, no solo encontramos beneficios en cuanto a su sostenibilidad, este tipo de juguetes también responde a otras necesidades que son igualmente interesantes:
- Son pedagógicos.
- Son más económicos, porque son más duraderos.
- Suelen tener una relación directa con la naturaleza gracias a su materia prima y acercar a los niños a ella por sus colores, texturas y olores.
Sin normativa estándar o universal que lo regule
Desde 2019, la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ) premia la sostenibilidad buscando, cada año, el mejor juguete para un mundo sostenible. Un dato que nos lleva a pensar (y está comprobado) que muchas firmas juguetes se han puesto a investigar para conseguir juguetes que, no solo transmitan valores y fomente la imaginación (algo que pedían los padres hace unos años y que ya se presupone tienen la gran mayoría de ellos), sino que sea lo más sostenible posible. Un reto todavía para la industria, pues no existe legislación, tan solo certificados que pueden o no tener los juguetes y servirnos como guía.
La Unión Europea, por su parte, quiere que los consumidores adquieran cada vez más productos respetuosos con el medio ambiente y, por ello, impulsa modelos comerciales circulares, con un nuevo paquete de leyes dentro de las propuestas del Pacto Verde Europeo. Así, la Comisión Europea ha propuesto nuevas reglas para favorecer que casi todos los bienes físicos en el mercado de la UE sean eco-friendly, circulares y energéticamente eficientes durante todo su ciclo de vida. Y los juguetes son un bien físico.
Certificados ecológicos para juguetes
Existen varios certificados o etiquetas ecológicos que sirven para identificar aquellos productos que podemos considerar ecológicos o sostenibles, entre los que podemos encontrar:
- Forest Stewardship Council (FSC): si un juguete lleva el certificado FSC quiere decir que está elaborado principalmente con madera de bosques gestionados de manera sostenible y con una tala controlada (la madera ecológica es aquella que procede de árboles cuya tala no tiene consecuencias negativas para el medioambiente). Para otorgarlo, se deben cumplir unos estándares internacionales que contemplan aspectos ambientales, sociales y económicos, algo que se comprueba a través de la cadena de gestión y control de esos bosques.
- PEFC, Programme for the Endorsement of Forest Certification (PEFC): productos que provienen de bosques con la misma certificación, que hacen un uso sostenible y que han sido auditados por expertos independientes que aseguran que se cumplen las normas vigentes nacionales e internacionales.
- Blue Angel (Blauer Engel): un sello creado para garantizar que los productos y servicios que lo llevan son respetuosos con el medio ambiente. Está otorgado por un organismo alemán independiente y su objetivo es informar a los consumidores sobre la calidad ecológica de los productos y servicios que certifican, garantizando el uso racional de las materias primas y los recursos naturales durante todo su ciclo de vida útil.
Los materiales para su fabricación
Lo primero en lo que debes fijarte a la hora de elegir un juguete sostenible o ecológico es el tipo de material que ha sido utilizado para su fabricación. Es un dato clave para certificar un juguete como sostenible. Deben ser reciclados o reciclables y, por tanto, sostenibles. Entre ellos, podemos destacar: la madera, el corcho, el algodón, ya que son materiales naturales, renovables y se degradan mucho más rápido que, por ejemplo, el plástico. Aún así, hay otras fórmulas que están cogiendo fuerza en la industria del juguete actual, como el bioplástico (uno de los mejor valorados), elaborado a partir de materia orgánica vegetal como la caña de azúcar, el almidón de patata o de arroz y el maíz. De hecho, ya vemos muchos otros productos realizados con él, como las vajillas que muchos restaurantes ya utilizan.
Si aún eliges el plástico, que sea desechable
Para que el juguete elegido sea también seguro (que tiene una relación directa con su sostenibilidad) debe estar libre de tóxicos como los ftalatos o el bisfenol A, potencialmente peligrosos para los niños, quienes suelen llevarse los juguetes a la boca e, incluso, morderlos. Y es que ya no solo importa la huella que deja un plástico en el medio ambiente, como cualquier material procedente del petróleo, sino este daño que puede crear en nuestros hijos. Por ello, es importante que te asegures de que es desechable. En comparación con los plásticos convencionales, estos emiten menos gases de efecto invernadero durante su producción, al producirse a partir de materia vegetal orgánica.
Y, si son de madera, no vale cualquiera
Si los juguetes elegidos son de madera, como hemos visto en los primeros puntos, deberíamos ver que la madera empleada proceda de bosques gestionados de manera sostenible, con una tala controlada y respetuosa, con los certificados citados. Además, se debe valorar también que la madera haya sido tratada con productos naturales -cera de abeja, aceites vegetales-, y que los materiales utilizados para su montaje no sean tóxicos. Un ejemplo puede ser el pegamento, que debe contar con el certificado E-zero, o las pinturas, realizadas con tintes vegetales y de base acuosa.
¿Alguna especificidad para los muñecos de tela?
En el caso de los muñecos o juguetes de tela, debemos fijarnos que estén hechos con tejidos y rellenos naturales, como el algodón, el lino o la lana. Además, como en el caso de los materiales anteriores, debemos asegurarnos que no contienen tóxicos y son biodegradables. Una garantía de que esto se cumple es otro de los certificados que existen: GOTS (Global Organic Textile Standard), que nos dice que no proviene de explotaciones no ecológicas y no están teñidos con colorantes sintéticos o químicos.
Son juguetes atemporales
Otra pista que puede ayudarte a saber si un juguete es o no sostenible es su temporalidad, es decir, no atiende a las tendencias y pueden pasar de generación en generación, porque son mucho más sencillos, menos estructurados y, por supuesto, no tienen ni luces ni sonidos. Sin embargo, no por ello son menos divertidos, sino todo lo contrario, estimulan mucho más su imaginación, porque el mundo que tienen que crear en torno a él empieza desde cero, siendo más complejo el proceso.
El embalaje también es importante
El embalaje, al igual que el propio juguete, debe ser reciclado y reciclable, usando pinturas o tintes sostenibles para la impresión de cualquiera de sus ilustraciones o pegatinas, minimizando todo lo que pueda el impacto que tiene en el medio ambiente.
Referencias
Berbegal Pina, R.; Viñoles Cebolla, R.; Vilaplana Cerdá, J.; Capuz Rizo, S. (2012). Análisis del sector del juguete: legislación ambiental y estado del arte del ecodiseño y el ACV .