La fimosis puede definirse como la imposibilidad de retraer el prepucio sobre el glande, que quedaría totalmente cubierto. Es una situación muy habitual en los recién nacidos y conviene conocer cómo abordarla, al margen de las ideas tradicionales, que ya han sido superadas.
Para ello, hemos consultado con el Dr. Ramón Durán Merino, médico especialista en Urología y Andrología del Hospital Vithas Madrid Arturo Soria y Vithas Madrid La Milagrosa.
¿Hasta qué edad tener fimosis es normal?
La retracción del prepucio sobre el glande, por la cual deja de haber fimosis, “se va consiguiendo de forma progresiva, según crece y se desarrolla el niño”, tal como apunta el experto. Así, es un proceso que puede prolongarse hasta que el chico completa todo su desarrollo corporal. De hecho, “solo un 1% de los adolescentes de 17 años presenta la incapacidad de retracción a esa edad”. Es decir, lo más habitual es que el cuadro se vaya resolviendo por sí solo en los primeros años de infancia y adolescencia.
No hay que confundir la fimosis con una variación de la normalidad denominada ‘prepucio redundante’. Consiste en la situación en que el prepucio recubre extensamente el glande, pero permitiendo la retracción. En este caso no sería fimosis.
¿Cómo hay que actuar ante la fimosis?
“No hay una edad tope para considerar que tener fimosis es una anomalía”, advierte el Dr. Ramón Durán Merino. Es más, “si el niño no sufre problemas por la presencia del prepucio, no es preciso ningún tratamiento concreto”, destaca. Lo que sí es importante es habituar al niño o al chico a mantener la higiene diaria sobre la zona.
En el caso de que la presencia de fimosis sí produzca alguna alteración o trastorno, se trata mediante cremas o pomadas. Lo más común es que sean antiinflamatorias o antibióticas o que se combinen ambas. Será el pediatra o el urólogo, dependiendo de la edad del paciente, el que vaya indicando los pasos a seguir.
En última instancia se puede llevar a cabo una cirugía correctora. “La operación más realizada en casos de fimosis es la circuncisión. Aparte de razones culturales o religiosas, está indicada cuando hay infecciones, incomoda la higiene diaria o en pacientes con vida sexual activa molesta durante las erecciones”, aclara el especialista del Hospital Vithas Madrid Arturo Soria y Vithas Madrid La Milagrosa.
La intervención consiste en extirpar completamente el prepucio y el frenillo peneano, tal como explica, quedando el glande expuesto. “Hay una técnica que mantienen la piel y solo agranda el orificio, que se denomina prepucioplastia. En pacientes menores de 14 años se realiza con sedación para evitar estrés quirúrgico. En los mayores de esa edad se realiza con anestesia local”, detalla. En ambos casos, se trata de un procedimiento ambulatorio que no requiere ingreso. La cicatrización completa se produce en torno a tres o cuatro semanas.
¿Por qué el ‘tirón’ es una práctica desaconsejada?
Hace unos años para resolver la fimosis se recurría a lo que popularmente se denomina el ‘tirón’. Ahora es una práctica totalmente desterrada que, tal como subraya el urólogo, “no debe realizarse en ningún caso”. Las consecuencias de esta práctica son dolor en la zona, que puede ser bastante intenso y “psicológicamente traumático para el niño”, alerta.
Además, el ‘tirón’ puede provocar una parafimosis, una complicación de esa retracción a la fuerza que puede obligar a recibir asistencia médica en Urgencias. Pero no hay solo repercusiones inmediatas, sino también a medio y largo plazo, ya que pueden aparecer adherencias y pegaduras entre el prepucio y el glande “que convierten el caso en uno más complicado”, advierte el Dr. Durán.
¿Puede haber problemas en la vida adulta si la fimosis no se corrige en la infancia?
Para algunos hombres, la presencia del prepucio no supone ningún problema, pero para otros sí es fuente de complicaciones. “Las más frecuentes son de índole sexual, por dolor durante las erecciones y en las relaciones sexuales. Más raramente aparecen infecciones locales por hongos o bacterias, muchas veces repetidas hasta que se hace la intervención”, aclara el especialista.
Además, se está estudiando si la fimosis puede ser un factor que predisponga al cáncer de pene, que es muy infrecuente. “Se discute si esta prevención justifica tratar masivamente a los pacientes pediátricos, como ha sido costumbre en los Estados Unidos hasta fechas recientes”, recalca.
No obstante, la idea que debe prevalecer es que ante un niño con fimosis, lo más habitual es que se mantenga una actitud expectante y se decida no intervenir, ya que la situación se va a resolver por sí sola con el paso del tiempo. Si no fuera así, queda la vía de la medicación tópica y, en último caso, la cirugía.