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Adolescentes

Cómo ayudar a un adolescente que no tolera la frustración

Recomendaciones para enseñarle a controlar esta emoción


8 de noviembre de 2022 - 12:05 CET

Solemos hablar de niños que no toleran la frustración, que se tiran al suelo cuando no les hacen caso, que tienen  rabietas al contradecir sus deseos...  Pero no solo pasa en la edad infantil, ya que hay chicos que llegan a la adolescencia sin haber adquirido ese control.

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Para saber de qué forma ayudarlos hemos recurrido a Carmen Romero Cabeza, presidenta de la Delegación de Huelva del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Occidental (www.copao.es), y licenciada en Psicología y Psicopedagogía.

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¿Cómo se manifiesta la frustración?

“La frustración es un sentimiento de incapacidad para satisfacer una necesidad y/o deseo. Así, es algo que no se refleja solo en la edad infantil, sino que puede acompañarnos a lo largo de toda nuestra vida”, explica la experta.

La frustración es más visible en los primeros años de infancia, porque el niño no sabe gestionarla, algo que se aprende con el tiempo. “A lo largo de la vida, nos vamos a encontrar que nos dicen muchas veces ‘no’; pero cómo manejamos ese no y cómo nos afecta a nivel personal, es lo que realmente puede resultar gravoso”, aclara.

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La frustración en niños y adolescentes

Cuando a los bebés o a niños muy pequeños se les niega algo suelen sentir frustración, especialmente si están acostumbrados a lo contrario. Con los adolescentes, puede suceder igual, pero hay que tener en cuenta que, de modo general, “es más fácil modelar la conducta de un niño que de un adolescente”, tal como indica la psicóloga.

“Saber el origen de dicha frustración para entenderlos y poder ayudarlos a analizar la situación y solucionar sus problemas es lo que puede hacer que su frustración disminuya”, recomienda.

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¿Por qué se frustran los adolescentes?

“Un adolescente puede sentir frustración derivada de diferentes situaciones que no entiende o se salen de lo que esperaba: relaciones sociales, estudios académicos, relaciones de pareja, expectativas de futuro, etcétera”, enumera la representante del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Occidental. Además, puede haber déficits de control emocional o conductual, dificultades en la expresión emocional y ciertas características personales que hagan que la persona tenga más o menos problemas para tolerar la frustración.

En todo caso, hay que recalcar que la frustración en sí no tiene por qué ser mala, pues es un sentimiento que hay que aprender a gestionar y controlar. “Lo negativo es el comportamiento negativo asociado al sentimiento de frustración”, insiste.

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Empatía familiar y control de la frustración

Conocer el origen de la frustración del adolescente es fundamental para ayudarlo a controlarla y, con ello, conseguir que disminuya. En este sentido, y aunque el adolescente ‘huya’ de sus padres para buscar la referencia de sus iguales, el apoyo familiar sigue siendo muy importante para él. “Lo que envuelve la relación con los adolescentes debe ser la empatía”, recalca Carmen Romero Cabeza.

Para ello, ofrece una serie de consejos:

  • Escucharlos con atención.
  • Mostrar interés en lo que les ocurre.
  • Darle importancia a lo que sienten.
  • Analizar los comportamientos y no a las personas que los rodean.
  • Ayudarles a analizar las situaciones problemáticas para que sean autónomos y eficaces en su toma de decisiones a la hora de resolver conflictos.

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Estrategias para controlar la frustración

Aunque a los adolescentes les cuesta atender los consejos de sus progenitores, estos siguen jugando un papel fundamental en sus vidas y en su educación.

Estas son las pautas que recomienda la especialista para ayudarlos a tolerar la frustración:

  • Escucha activa. “Hay que escucharlos con atención, mirándolos a la cara, dando feedback de lo que cuentan”.
  • Comunicación asertiva. “No podemos gritarles cuando nos cuentan algo que no nos gusta o mostrar indiferencia ante cosas que para ellos es importante”.
  • Validar sus sentimientos. “Aunque pensemos que es una tontería lo que le pasa, su sufrimiento es real”.
  • Ayudarlos a resolver sus conflictos, analizando todas sus posibles respuestas. “Hay que enseñarles que hay diferentes soluciones y que deben escoger aquella en la que no se hagan daño ellos ni a los demás”.
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No ayuda (sino lo contrario) a tolerar la frustración...

Por el contrario, hay determinadas actitudes que suponen un hándicap a la hora de que el adolescente aprenda a lidiar a y tolerar la frustración.

Entre otras, son las siguientes, tal como destaca la psicóloga:

  • Hablar mal de sus amigos.
  • Gritarles cuando nos cuentan que han hecho algo que no aprobamos.
  • No darle importancia a algo que les hace sufrir.
  • Darle solución a problemas que han de aprender a resolver ellos solos. “Si no les sirve esa solución, te culpan de su ineficacia y si resuelven la problemática, los hacemos dependientes de nosotros como padres y madres. Jamás aprenderán a ser independientes y así se frustrarán cuando no tengan acceso a nosotros”, insiste.
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¿Cuándo se necesita ayuda profesional?

El adolescente precisará de ayuda psicológica para afrontar su intolerancia a la frustración cuando la familia no cuente con las herramientas para ayudarlo o “cuando sus conductas provoquen dificultades en la convivencia”, aclara Carmen Romero.

No obstante, “no hace falta esperar a que haya comportamientos extremos agresivos, existen señales de alerta indicativas de la existencia de dificultades. Por ejemplo: tendencia al aislamiento, cambios en el estado de ánimo, ira incontrolable, relaciones sociales nuevas, presencia de autolesiones, etcétera”.

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Un aprendizaje en familia

En bastantes ocasiones, el adolescente no sabe tolerar la frustración porque desde la familia hay alguna dificultad para, desde la infancia, haber transmitido esta capacidad.

Así, la especialista apunta cómo la terapia psicológica se hace extensiva al resto. “No acude solo el adolescente, acude la familia al completo, que es la unidad de convivencia afectada. En muchos casos, son las pautas a los progenitores las que consiguen los cambios de forma secundaria en los adolescentes”, advierte.

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Las consecuencias en la edad adulta

No saber controlar la frustración puede tener muchas implicaciones en el futuro, cuando el adolescente llegue a la edad adulta. Desde problemas laborales, hasta confrontaciones a nivel social o relacional con las amistades o incluso en la relación de pareja, hay muchos ámbitos que se pueden ver afectados.

“En las familias, no es raro encontrar enfrentamientos directos por no ser capaces de desarrollar la resiliencia y aprender a que no se sabe todo, no se es primero siempre o no se lleva la razón en todo, por ejemplo. Hay que aprender a perder y a escuchar un ‘no’ sin que se vaya la vida en ello”, subraya Carmen Romero Cabeza.