La alimentación de los bebés , sobre todo, cuando comenzamos con ella a partir de los seis meses, es una de las cosas que más preocupa a madres y padres, quienes quieren proporcionarles a sus hijos una comida de calidad, adaptada a su nivel de desarrollo y proceso de crecimiento , además de, por supuesto, muy nutritiva. Sin embargo, debido a que la mayoría de nosotros no somos expertos en nutrición ni tampoco contamos con el tiempo y la formación suficiente para ello, por mucho que pongamos empeño, puede que no consigamos llegar a ese equilibrio nutricional que nuestro bebé necesita. Y esto ocurre, sobre todo, cuando elegimos una alimentación complementaria a base de triturados .
A las cremas y purés que preparamos en casa les presuponemos el cumplimiento de estos mínimos nutricionales, pues al ser caseros, deben ser saludables. Seguramente lo sean, al ser elaborados con ingredientes naturales, pero no tienen por qué cubrir los requerimientos de minerales o vitaminas que un bebé necesita. De hecho, Elena Toledano, nutricionista del equipo de ROOTS Mindfoodness, nos explica tres de las razones por las que podemos estar alimentando a nuestro bebé no de la forma más adecuada.
La densidad calórica puede ser demasiado baja
La nutricionista nos advierte que, por su experiencia, “las recetas caseras tienden a llevar cantidades insuficientes de muchos nutrientes”. Esto conlleva que los alimentos que los bebés ingieren en un puré pueden ser muy saludables pero tener “una densidad calórica baja”. Y esto, ¿qué significa? La densidad calórica de un alimento es la cantidad de calorías que nos aporta en relación a su volumen. “Si una receta es adecuada, el bebé obtendrá la energía suficiente con el mínimo volumen de alimento y nos aseguramos de que le estamos nutriendo correctamente”, nos explica.
Lo que ocurre es que, muchas veces, le damos un puré casero muy abundante pero que tiene poca calorías, por lo que no se nutre bien y, a la larga, “puede padecer déficits nutricionales”. Esto puede ocurrir porque:
- Añadimos demasiado agua a la hora de triturar los alimentos, concentrando poco los nutrientes que el bebé necesita.
- Cocemos los alimentos con mucha agua.
Por ello, nos dice, “lo ideal es cocinar con cantidades concentradas para aprovecharlas al máximo y no añadir agua en su elaboración, sino utilizar la que liberan los propios alimentos de manera natural”.
A veces, ofrecemos demasiada cantidad
Como nos ha explicado en el punto anterior la nutricionista, “no es lo mismo volumen que densidad calórica”. A mayor volumen, quizás, menos densidad calórica. Y, en casa, solemos poner demasiada cantidad pensando que, cuanto más coma mi bebé, mejor se alimenta. De hecho, nos dice, “tenemos unas expectativas muy altas sobre lo que nuestro bebé debe comer, pero el estómago de los más pequeños comienza con el tamaño de un huevo, por lo que la cantidad real que son capaces de digerir es baja respecto a lo que los padres se imaginan”. Por ello, es importante lo que decíamos antes, concentrar la máxima cantidad de nutrientes en el mínimo volumen de ración.
A medida que nuestro bebé va creciendo va tolerando una mayor cantidad (su estómago crece), pero debemos seguir sin ofrecerle un exceso de cantidad, solo centrándonos en el tamaño de la porción.
Proteína animal en exceso
Un problema que tenemos actualmente, no solo en el caso de los bebés, sino también en la alimentación adulta es que consumimos una cantidad de proteína animal demasiado grande. Y, nos dice la nutricionista, “las recetas caseras de purés tienden a llevar cantidades excesivas de proteínas, lo que puede provocar, a la larga, daños renales y hepáticos”. Es la Asociación Española de Pediatría (AEP) la que establece las cantidades máximas que los bebés deben consumir para evitar perjuicios en su correcto desarrollo y cómo ir adaptándolas según su crecimiento. Sería importante conocer esos límites y no sobrepasarlos.
Un último apunte: atención a la seguridad alimentaria
La nutricionista nos habla de algo que muchas veces no tenemos en cuenta, pero que puede ser otra de las razones por los que los purés que preparamos se vuelven inseguros para nuestros bebés: la seguridad alimentaria. En el caso del que hablamos:
- Preparar una comida, sea la que sea, “puede exponer los alimentos a bacterias o toxinas que generan toxiinfecciones graves”. Algo que puede ocurrir desde el mismo momento en el que compramos la comida en un supermercado hasta que nos la llevamos a la boca, puede contaminarse en cualquier momento del proceso. Y los bebés y niños menores de cinco años son la población de mayor riesgo. Mantener la cocina limpia es fundamental, “porque es el lugar de la casa en el que más bacterias hay, pudiendo encontrar organismo vivos de la comida en condiciones como la humedad, lo que favorece la proliferación de gérmenes”.
- Sustancias tóxicas para los bebés en los alimentos, ya que, los ingredientes que usamos para cocinar no son inocuos. Así, “aunque las verduras, frutas, carnes y pescados están controlados por organismos científicos para que no superen ciertos límites de pesticidas, aditivos e ingredientes concretos para una alimentación sana en adultos, en el caso de los bebés, muchas veces, no es tan efectivo”. Por ello, es recomendable, nos dice, “encontrar materias primas catalogadas como baby food, que no suelen venderse en supermercados accesibles”.
Así, ante la dificultad de valorar estos extremos en casa, la nutricionista nos da unos cuantos consejos que pueden ayudarnos a mejorar la seguridad alimentaria:
- Elaborar los platos con carnes validadas como bajas en nitratos.
- Lavar varias veces los cereales como el arroz para desechar todo el arsénico.
- Utilizar pescados MSC, ya que su aporte de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga es mayor que en el pescado que compramos habitualmente.
- Emplear ingredientes naturales y ecológicos, sin aditivos ni azúcares.
- Revisar, limpiar y desinfectar la cocina varias veces al día.