El Síndrome del Intestino Irritable (SII) es un trastorno funcional digestivo por el que se producen de forma habitual síntomas como el dolor y distensión abdominal (hinchazón), meteorismo (exceso de gas en el intestino) y trastornos de la defecación, que pueden ir desde la diarrea hasta el estreñimiento o padecer ambos. Se trata de una enfermedad que hace unos años apenas se diagnosticaba o se conocía y que, actualmente, afecta ya entre el 10 y 15% de la población, siendo cada vez más común en jóvenes, adolescentes y niños. Pese a que el abordaje de esta patología ya se ha normalizado en adultos, afirma el Dr. Guillermo Álvarez Calatayud, pediatra digestivo del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, “en ocasiones no es lo suficientemente conocida en niños, por lo que tenemos la obligación de poner el foco en los pacientes más pequeños y ayudar a conocer esta patología en menores”.
De hecho, nos dice, “los trastornos gastrointestinales funcionales tienen una prevalencia estimada del 32,4% entre la población menor de 16 años y el dolor abdominal supone hasta un 24% de las consultas en Gastroenterología Pediátrica”. Así lo señala también la Dra. Ana Ortiz, gerente del Área de Salud Grupo Farmasierra, por lo que “existe la necesidad de un amyor conocimiento de los trastornos funcionales digestivos de los más pequeños, pues con un adecuado diagnóstico y tratamiento, podemos mejorar la calidad de vida de los niños y, por extensión, la tranquilidad de sus padres”. Y tú, ¿conoces cómo puede afectar a tu hijo esta enfermedad?
Síntomas más frecuentes en niños
La sintomatología más común en un niño o adolescente “es igual que en el caso de los adultos”, nos explica el doctor. Esta enfermedad ocasiona:
- Dolor abdominal que aparece de forma recurrente.
- Hinchazón abdominal bastante habitual.
- Cambios en el ritmo o patrón de las deposiciones: desde la diarrea hacia el estreñimiento. Se puede dar uno, otro o ambos.
Son tres síntomas claros que nos lleva a un “malestar abdominal generalizado que afecta a la calidad de vida de los niños y de sus familiares y que puede provocarles alteraciones importantes de su vida cotidiana, como puede ser el absentismo escolar”, nos dice.
De hecho, los niños que lo padecen suelen acudir a consulta (de la misma forma que lo hace un adulto) por dolor de estómago. El aumento de la prevalencia de este trastorno se debe, sobre todo, “a un mayor conocimiento por parte de los pediatras al respecto y, por consiguiente, llegamos a un aumento en el diagnóstico”.
Esto ha ocurrido, en gran medida, “por nuestro actual estilo de vida, con una alimentación, en algunos casos, poco saludable, además de una sobre actividad diaria en los niños, tanto escolar como extraescolar, que también influye”, nos explica el pediatra. Esta sobre actividad influye en su prevalencia porque estamos ante “un trastorno funcional digestivo con síntomas que no se explican por alteraciones estructurales o bioquímicas, sino que están involucrados múltiples factores genéticos, ambientales, psicológicos y sociales que afectan al sistema nervioso y donde el estrés juega un papel muy importante”. Y, a más actividades, mayor estrés.
¿Hay una edad concreta para desarrollar la enfermedad?
Este tipo de trastornos, nos comenta el doctor, “pueden aparecer a partir de los cuatro años de edad, aunque generalmente son más comunes cuando comienza la adolescencia, sobre todo, en el sexo femenino”. Los síntomas en estas últimas son bastante similares a los que puedan padecer los adultos, como hemos visto, pero en el caso de los niños más pequeños el cuadro es semejante, “aunque, lógicamente, con otros síntomas como puede ser el cólico del lactante por debajo de los cinco meses de vida”.
Es un diagnóstico que ya no supone un desconocimiento para los pediatras y, por ello, desde bien pequeños, nos pide el doctor, “hay que mantener una relación de confianza entre familiares, niños y médicos”. Es algo importante a la hora de diagnosticar y abordar de forma correcta esta patología en un niño. ¿Por qué? Porque es importante no hacer pruebas diagnósticas innecesarias y, sobre todo, invasivas que son requeridas con bastante menos frecuencia que en un adulto”.
Cómo tratar correctamente el Síndrome del Intestino Irritable
En el caso de esta enfermedad, nos explica el doctor, “se siguen los criterios diagnósticos de Roma IV, específicos de la edad pediátrica, aunque en el niño por encima de los cuatro años de edad, son muy superponibles a la de los del adulto”. Aún así, lo que está claro es que “el abordaje de los niños debe ser multidisciplinar, con el empleo de diversos fármacos y, en ocasiones, es necesario apoyo psicológico”.
Un apoyo que ayuda a los pediatras a controlar las emociones de estos pacientes y poder disminuir sus síntomas y mejorar su calidad de vida, ya que muchas medidas dietéticas (salvo en casos concretos, no es necesario el uso de dietas restrictivas) y farmacológicas son ineficaces. Por otro lado, nos cuenta, “en los últimos años estamos encontrando beneficios con el empleo de probióticos específicos en todas las edades”, porque está comprobado que hay una alteración de la microbiota intestinal que se puede regular con ellos.
Referencias
Alonso-Bermejo (2021). Frecuencia de trastornos gastrointestinales funcionales según criterios Roma IV .