10 consejos para inculcar disciplina a los niños (de forma positiva)
La disciplina es un conjunto de normas y reglas que tienen como objetivo que los niños crezcan y se desarrollen de manera segura, pero hay diferentes maneras de enfocarla
Un componente de la educación que nos hace ser buenos padres es enseñar a nuestros hijos disciplina, es decir, a ser disciplinados; algo que a veces resulta un tanto complicado pero que es tan necesario desde la infancia. La disciplina les enseña el concepto de autoridad, de cumplir normas, de responsabilidad, autocontrol… y al mismo tiempo, se les muestra cómo disfrutar de la vida o de determinadas experiencias dentro de unos límites seguros que los padres han marcado.
“La disciplina (positiva) es muy necesaria en la educación de los más pequeños. La disciplina no deja de ser un conjunto de normas y reglas que tienen como objetivo que los niños crezcan y se desarrollen de manera segura. En muchos casos esta disciplina se enmarca en unos valores y modales que nos facilitan una convivencia respetuosa y un camino por donde moverse con libertad”, nos dice Claudia Bruna, coaching de Padres y Educadora (@claudiabruna.coachingpadres).
Hoy en día, escuchamos el término “disciplina”, siempre unido a la palabra “positiva”, cuando hablamos dentro del entorno de la crianza. ¿Por qué? Puesto que objetivo es conseguir conductas apropiadas de forma positiva, “alejados de los gritos, las amenazas y las faltas de respeto. En este caso, hablaríamos de disciplina negativa ya que produce el efecto contrario al que queremos, inseguridad y miedos”, explica la coach.
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1.Por qué olvidarnos de la disciplina negativa
“Actualmente, huyendo de la disciplina negativa, nos hemos pasado de rosca. Estamos viendo cada vez más presencia de estilos educativos permisivos con graves consecuencias en los niños. Suelen ser niños poco obedientes, hacen lo que quieren en todo momento, les cuesta controlar sus impulsos, tienen baja tolerancia a la frustración, y en muchas ocasiones, toman la autoridad de sus hogares de forma violenta y agresiva, que puede verse reflejada también, en la escuela. Es por ello que no solo puede suponer un factor de riesgo en el ámbito familiar, sino también en el ámbito escolar”, asegura la educadora.
Por tanto, debemos encontrar el equilibrio perfecto para poder educar a nuestros hijos en la armonía del hogar, la familia y, por supuesto, escolar.
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2. Conductas de estilo permisivas
Según nos explica la experta, algunas conductas de un estilo de educación permisiva que podemos ver en padres, podrían ser:
Acceden fácilmente a los deseos de sus hijos.
Tienen poco control sobre sus hijos, es decir, dejan a los hijos una total libertad.
Apoyan a sus hijos, pero a la hora de ponerles límites no saben cómo hacerlo o no quieren hacerlo por no tener un conflicto con su hijo.
Frente a las dificultades de la vida que puedan tener sus hijos, siempre los irán retirando obstáculos en lugar de enseñar cómo superarlos y, en caso de duda, su hijo siempre tendrá la razón y siempre saldrá ganando.
No establecen ninguna norma dentro de la educación de sus hijos, estos crecen sin ninguna pauta de conducta lo que puede traer problemas dentro de la escuela.
No son exigentes con sus hijos para que estos cumplan sus responsabilidades.
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3. Cuál es el origen de los padres permisivos
Estos comportamientos a los que hace alusión la educadora suelen ser comunes en aquellos padres que “han crecido bajo un modelo autoritario ante el que se han revelado. Estos padres intentan hacer todo lo contrario de lo que se hizo con ellos. El problema es que se dedican a dar al menor todo lo que este quiere sin exigirle nada, porque tienen miedo a reproducir el estilo educativo que ellos han sufrido si actúan con firmeza. El resultado son padres que no establecen límites ni normas a los menores y que evitan al máximo entrar en conflicto con ellos. Sin embargo, la vinculación afectiva es buena y las muestras de afecto adecuadas”, asegura.
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4. ¿Cómo podemos dar libertad a la vez que estamos poniendo límites?
Pues es muy sencillo, los límites que ponemos, en ningún momento limitan su ser, sino su comportamiento inadecuado, que es muy distinto.
Los niños saben quiénes son y deben descubrirse para ser felices, pero no saben todavía cómo comportarse. Y es por ello que “los adultos tenemos la responsabilidad de guiarles en el camino con las pautas necesarias para que se atrevan a ser ellos mismos a la vez que permiten que los demás también sean”, asegura la experta.
Y para que veamos una situación clara, la educadora nos pone el siguiente ejemplo: “A tu hijo le puede gustar jugar a la pelota, le encanta y solo es feliz jugando a la pelota. Lo normal es que cuando vayas a un restaurante, no le dejemos jugar a la pelota porque eso tiene consecuencia, no solo en el mobiliario del restaurante sino en el resto de personas que hay allí. Nuestro hijo debe saber las consecuencias de jugar a pelota en el restaurante y que es por ello que no se puede. Eso no quiere decir que le estemos limitando su esencia futbolística o que no le dejemos disfrutar de sus pasiones, lo único que estamos haciendo es enseñándole a ser consciente de que sus actos tienen consecuencias y que tenemos que cuidarnos y cuidar nuestro entorno: Eso se llama respeto”.
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5. Cómo encontrar el equilibrio
La disciplina positiva contiene un adecuado equilibrio “entre el afecto, el respeto y establecimiento de unas normas y límites apropiados”, define la educadora.
Este equilibro no es nada fácil y los padres frecuentemente encuentran muchas dificultades y, es por ello, que acaban por no decir nada.
Algunas frases típicas en estos padres, según la experta, son: “Esto es agotador”, “Las normas me alejan de mi hijo”, “Cuando no digo nada estamos todos más tranquilos”, “Con tal de no oírlo que haga lo que quiera”, “Al final acabo cedo por evitar esa pataleta”, “Tengo que repetir mil veces las mismas cosas”, “Voy detrás de ellos todo el día”, “Ya no sé que hacer con él”…, y un largo etcétera más que seguro que te es familiar.
6.¿Cómo podemos ejercer una disciplina positiva sin tanto desgaste?
Lo primero que debemos hacer es definir de manera clara y precisa la conducta que queremos del niño. “‘Lo que me gustaría es que cuando acabes de jugar recojas la habitación colocando cada cosa en su lugar” (y si es necesario, especificar cuál es ese lugar). Los niños deben saber lo que se espera de ellos y entenderlo con claridad. Debemos ser firmes y flexibles a la vez. Firme ya que un límite no puede ser válido hoy y mañana no. Un límite, como hemos dicho antes, es un valor y un marco de comportamiento”, recomienda la experta.
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7. Sé flexible
La flexibilidad permite ir adaptando las normas a cada situación, momento y edad concreta del niño. “Es importante conocer lo que es esperable de los niños a cada edad y a cada estilo de niño.
El límite es ‘no levantarse de la mesa mientras comemos’, este debe ser el objetivo, pero necesitamos cierta flexibilidad, dependiendo de cada niño, hasta conseguirlo.
“Los niños necesitan su tiempo de aprendizaje y adaptación. Quizá un niño es más tranquilo y ese límite le es fácil versus otro que es muy movido y le cuesta más”.
8. Evita dar muchas órdenes a la vez
A veces, no somos conscientes de todo lo que le estamos pidiendo al niño, y para ellos, puede resultar más complicado de lo que imaginamos…
“Llegamos a casa y empezamos con la lista: sácate los zapatos, cuelga el abrigo, vacía la mochila, ponla en su sitio, si juegas luego recoge la habitación, ponte con los deberes, lee un ratito, hoy no hay Ipad, acuérdate de lavarte el pelo, córtate las uñas que las llevas muy largas, y un sinfín de normas que deben cumplir cuando todavía ni siquiera es el momento. Ten claro que a la segunda orden que lanzas, ellos ya han desconectado”, asegura.
9. Comunicación amable y positiva
Es importante tener una comunicación amable, cercana y positiva con ellos. “Si a un niño le hablas con cariño y de forma positiva, responde con cariño y de forma positiva”, dice la experta.
“En lugar de ‘¡aquí no se puede gritar!’ o ‘¡Eres un gritón, deja de gritar ya!, es mucho mejor decir, ’aquí debemos hablar flojito cariño que sino, podemos molestar a los demás’. Siempre lo amable y lo positivo se recibe e integra mejor además de potenciar su autoestima”, sostiene.
10. Explica el sentido de los límites
Y, por último, explícales el sentido de los límites; explícales que no son porque “Lo digo yo y punto”, sino porque tienen un sentido que es el bienestar familiar y social.
“Las comidas son un buen momento para explicarnos cómo nos ha ido el día o como estamos, si nos levantamos todos de la mesa no podremos tener una conversación ni escucharnos bien. Igual que a ti te gusta que te escuchen cuando cuentas tus cosas, a los demás también. Además, es una buena oportunidad para anclar un valor, en este caso del respeto”, finaliza la coach.