El traumatismo craneoencefálico es la primera causa de ingreso en las unidades de Cuidados Intensivos Pediátricos. Este se puede producir en accidentes donde el niño no lleva casco y se golpea contra el suelo. En este caso, el cerebro queda sin protección y se desplaza dentro del cráneo, chocando contra él, algo que no sucedería con un casco, pues este absorbería el impacto y diminuiría el desplazamiento brusco del cerebro.
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Por ello, el uso del casco está regulado legalmente como medida de protección a niños y adolescentes. De ello y de las consecuencias para la salud de no llevarlo, o de usar uno inadecuado, hemos hablado con la Dra. Cristina García de Ribera, pediatra de Atención Primaria y miembro del Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría (AEP).
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¿En qué casos el niño debe usar casco?
“Se recomienda que el niño lleve casco en todas aquellas prácticas que conlleven un riesgo de caída importante, ya sea por la velocidad que se lleve, la altura a la que se practique o la fuerza con la que se pueda recibir un golpe”, detalla la experta.
Esto puede suceder en muchas circunstancias, como la práctica de determinados deportes: patinaje y hockey (de ruedas y en hielo), ciclismo, equitación, esquí, escalada, béisbol, fútbol americano, motociclismo, kayak, quads...
En bicicleta, con casco
Más del 70% de niños entre los 5 y los 14 años montan en bicicleta. Son datos del Comité de Seguridad y Prevención de Lesiones Infantiles de la AEP. En España, según los registros de la Dirección General de Tráfico (DGT), un 20% de los fallecidos en accidente de tráfico de entre 10 y 14 años eran usuarios de bicicleta.
“Las lesiones en la cabeza fueron la causa principal de fallecimiento. La capacidad protectora del casco se basa en absorber parte de la energía y distribuir el pico máximo de la energía del golpe sobre una superficie mayor, y aumentar el tiempo en el que se transmite”, explica la Dra. García de Ribera.
El uso del caso es tan importante que, tal como cita la pediatra, algunos estudios han constatado que utilizarlo correctamente en bicicleta reduce el riesgo de lesión craneal y cerebral en un 63-88%, mientras que el riesgo de fallecimiento es un 26% menor. “Pese a ello, la gran mayoría de usuarios de bicicleta, incluidos niños, no utilizan el casco, o lo hacen de manera inadecuada”, alerta.
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Los accidentes a caballo, más graves
Los accidentes que están relacionados con actividades ecuestres son relativamente frecuentes. En un estudio publicado en la revista ‘Anales de Pediatría’ se cita cómo el riesgo de accidente durante las actividades relacionadas con caballos es equiparable al que se produce con otras actividades deportivas o recreativas de riesgo. Sin embargo, la gravedad de las lesiones puede ser mucho mayor.
Como destaca la especialista de la Asociación Española de Pediatría, “los accidentes relacionados con caballos pueden provocar graves lesiones (en particular, traumatismos craneoencefálicos), potencialmente mortales o causantes de secuelas importantes”. Este riesgo se podría evitar o minimizar con el uso del casco.
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Lo que dice la nueva Ley de Tráfico
Con la nueva Ley de Tráfico, todos los usuarios de lo que se denominan vehículos de movilidad personal (VMP) están obligados a usar casco. Esto incluye a bicicletas y patinetes eléctricos. Así, en las ciudades, todos los menores de 16 años que vayan en bici, deberán llevar casco.
En lo que respecta a las motocicletas, para conducirlas en España hay que ser mayor de 15 años. Cuando el niño va de acompañante (puede ir si tiene más de 7 años y son sus tutores legales o si tiene más de 12 en todos los casos), debe utilizar siempre un casco homologado. Además, la Dra. García de Ribera recuerda que “deben ir sentados a horcajadas y con los pies apoyados en los reposapiés laterales. Siempre deben usar el asiento del pasajero y jamás situarse entre el conductor y el manillar”.
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Casco y adolescencia: una difícil relación
Las recomendaciones en cuanto al uso del casco son las mismas para niños que para adolescentes, sin embargo, a partir de los 10 años es habitual que se rebelen para no llevarlo, aunque en esta etapa corren mucho riesgo.
“Son más independientes para moverse y, con los cambios en las conductas que suelen tener los adolescentes, el riesgo de lesionarse aumenta. Se pueden ver chicos o chicas de 14 años que pueden llegar a pesar más de 70 kg. En una pendiente deslizante hacia abajo, pueden superar la velocidad de 50 km/h”, advierte la pediatra.
Además, el consumo de alcohol y otras sustancias agrava el problema. Si patinetes eléctricos y motocicletas (muy habituales a esta edad) se usan sin casco o con un casco indebido, “las consecuencias pueden ser fatales. Necesitan ser conscientes de que se juegan la vida”, subraya.
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Lesiones por no llevar casco
Cuando un niño tiene una caída en una actividad que requiera el casco, y no lo lleve, el principal riesgo es que sufra un traumatismo craneoencefálico.
“Dentro de estos traumatismos, las lesiones más frecuentes son las fracturas craneales y los hematomas intracraneales. Pueden requerir ingreso hospitalario, cuidados intensivos pediátricos o conllevar incluso la muerte”, expone la experta del Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría.
Las fracturas de cráneo conllevan la pérdida de neuronas, “únicas células del cuerpo que no se regeneran. Es un daño directo que se da en el tejido nervioso”, apunta la Dra. García de Ribera.
Por su parte, la hemorragia o el hematoma conlleva una compresión del cerebro con posibles secuelas, “desde perder alguno de los sentidos, hasta sufrir parálisis parcial o total, pudiendo quedar el paciente en estado vegetativo o incluso morir”, comenta.
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Usar siempre cascos homologados
El casco a usar debe estar convenientemente homologado para la actividad específica que se vaya a utilizar. Así, estos son algunos de los requisitos en la homologación de los cascos:
Estructura: el casco debe absorber el impacto y quedarse sobre la cabeza durante dicho impacto. Además, ha de ser ligero, ventilado y fácil de quitar. También debe poder usarse con gafas y no provocar daños a la persona en caso de colisión.
Materiales: no deben reaccionar con productos que habitualmente usa la persona, como cosméticos, ni con el sudor o la piel.
Campo de visión: el casco debe proporcionar buena visión mientras se lleve puesto. “Debe ofrecer un ángulo de visión de al menos 105º hacia izquierda y derecha, un ángulo de 25º hacia arriba y de 40º hacia abajo”, indica la experta de la AEP.
Sonido: el casco no puede interferir en la capacidad para oír el tráfico.
Absorción de impactos: debe proteger toda la cabeza en caso de colisión y quedar bien sujeto a la barbilla, sin que la correa de sujección se rompa si hay un impacto.
En perfecto estado y bien colocado
Además de estar homologado, el caso debe permanecer en perfecto estado. Así, se aconseja cambiarlo cada cinco años (aunque aparentemente esté bien) y siempre que haya sufrido un golpe, se haya quedado pequeño o esté dañado.
Por otra parte, hay que colocarlo correctamente para que encaje de forma firme sobre la parte superior de la cabeza y llegue a cubrir la parte de arriba de la frente (uno o dos dedos por encima de las cejas), como indica la pediatra. “El casco no se debe mover de lado a lado ni de adelante a atrás” y, para eso, tanto las correas laterales como la de la barbilla deben ajustarse bien.
¿Cómo acertar con la medida del casco?
En el mercado hay cascos de distintos fabricantes que pueden variar en las medidas. A la hora de elegir el de un tamaño adecuado para cada niño hay que tener en cuenta estas recomendaciones de la Dra. Cristina García de Ribera:
El tamaño ideal corresponde al del perímetro cefálico.
Para calcular esta medida, se mide con un metro el contorno de la cabeza.
La medida se toma unos dos centímetros por encima de la altura de las cejas.
En caso de tener que ajustarlo, pueden usarse almohadillas adicionales o el anillo de ajuste que suelen incorporar.