historia de las matronas en espa a matrona sujetando a un beb en brazos © AdobeStock

Embarazo

¿Sabes por qué, hasta el siglo XX, no hemos conocido una matrona que fuese hombre?

Esta es una de las preguntas en torno a una profesión que es tan necesaria como olvidada por todas las mujeres que desean ser madres y a la que respondemos, pero no la única.


21 de octubre de 2022 - 11:05 CEST

Acusadas muchas veces de brujería, especialistas en recomponer el virgo de una mujer mucho antes de los inicios de la  cirugía estética , siempre señaladas por el dedo de la opinión pública, pero muy necesitadas por las mujeres,  las matronas siempre han tenido un lugar destacado en la salud femenina , pero silenciado con los años y, cada vez, más relegado. Una situación que conoce muy bien Dolores Ruiz-Berdún, historiadora y también matrona, y sobre la que ha decidido escribir un libro que nos lleva a los inicios de esta profesión, Historia de las matronas en España (Editorial Guadalmazán).

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En su libro, comenzamos con la historia de las matronas en la Antigüedad, con las prácticas ancestrales japonesas o las que se llevaban a cabo en el Antiguo Egipto o aquí, en España, en la Edad Media. Pero también de su desarrollo a lo largo de los siglos y de cómo, poco a poco, han ido quedando a un lado, no solo en los paritorios sino también en otros aspectos como en la educación que antes daban sobre salud de bebés a las recién estrenadas madres. Con ella hemos querido hablar para que nos cuente la evolución de su historia, pero también del contexto social en el que se encuentran actualmente y de la necesidad de reconocer y recuperar su labor. La profesión de matrona es, actualmente, tan importante como desconocida. De hecho, nos dice, “los países en los que las mujeres tienen una mayor consideración de esta profesión, las matronas son más valoradas, mejor tratadas y viceversa; algo que debería hacernos reflexionar”.

© Editorial Guadalmazán

En primer lugar y para situarnos, ¿qué diferencia existe entre la labor que lleva a cabo una matrona de la que tienen los ginecólogos y obstetras?

Los médicos especialistas en Obstetricia y Ginecología, en principio, tienen la función de encargarse de las enfermedades del aparato reproductor femenino o, en el caso de un embarazo,  cuando un parto se complica . Mientras, las matronas están más orientadas hacia la fisiología, siendo autónomas en los casos en los que todo marcha de manera normal y colaborando con los equipos obstétricos en caso de que aparezcan dichas complicaciones. Aunque no se puede generalizar, por supuesto, la matrona suele ser una figura más cercana para las mujeres que los obstetras.

Y, desde luego, las matronas tienen un papel mucho más importante en la educación para la salud de las mujeres en cuanto anticoncepción, menopausia, prevención de cáncer ginecológico o lactancia, entre otros muchos temas asociados al embarazo.

¿En qué momento podemos hablar de la existencia de una matrona como tal en España?

Una cosa es la denominación actual de la profesión y otra la existencia de ésta. La profesión femenina de asistencia a los partos probablemente haya existido desde la Antigüedad más remota, aunque no recibió la denominación de matrona hasta mediados del siglo XVIII. Fue tan solo un cambio de nombre, ya que antes recibió otras denominaciones que fueron cambiando con el tiempo. Por ejemplo, en la Edad Media eran conocidas como mujeres sabidoras, comadres o parteras. De todas formas, debemos diferenciar en estos momentos entre quienes eran meras aficionadas y las que se formaban específicamente para el oficio. Las parteras, desde luego, existieron en la cultura romana, así que lo más normal es que hubiese ya parteras en la época de la denominación romana en la Península y, por supuesto, también hubo parteras musulmanas. De hecho, en los archivos hay documentados exámenes que se realizaban a las parteras para poder desarrollar su profesión ya en el año 1492.

Ha sido siempre una profesión exclusiva de mujeres, ¿por qué?

La razón fundamental estaba basada en cuestiones de tipo moral, es decir, estaba mal visto que un hombre pudiese acceder a las partes íntimas de una mujer si no era su marido. Además, se entendía que una mujer iba a comprender mejor por lo que pasaba la otra, sobre todo, teniendo en cuenta que, en muchas ocasiones, se consideró necesario que las que se dedicasen al oficio hubiesen pasado ellas mismas por el trance de la maternidad.

Así, los hombres no pudieron ser matronas hasta el siglo XX, pero esto no quiere decir que algunos no empezasen a intervenir en los partos hasta entonces. Como cirujanos, por ejemplo, sí podían hacerlo. Precisamente fueron ellos los que empezaron a desplazar a las parteras y a invadir sus competencias.

Su trabajo, por tanto, no era simplemente asistir al parto.

No, ni mucho menos. En teoría, tenían a su cargo la salud femenina, tanto la obstétrica como la ginecológica, y también la salud de los niños y niñas que llegaban al mundo. Además, sus funciones iban más allá del propio parto, tanto antes com después . Actuaban como peritas en los juicios, realizaban bautizos de urgencia o, en épocas más recientes, vacunaban a los bebés e impartían a las madres educación para la salud.

Para todo esto, cuando en aquellos momentos en que ellas eran quienes llevaban todo el proceso y acudían a casa de la futura madre, en el momento del parto, ¿la figura del médico, si estaba presente, obedecía a su criterio?

Cuando la asistencia al parto era domiciliaria, no era habitual que dos profesionales asistiesen al parto, salvo en caso de complicaciones. Ten en cuenta que se consideraba todo un despilfarro de esfuerzos. La asistencia de una matrona o médico dependía de la zona, algo que, incluso, determinaba que fuese una vecina. Las costumbres en aquella época, en la que una no acudía a un hospital para dar a luz, dependía de las costumbres de la localidad. De hecho, dependía de ello incluso si la mujer podía parir en la cama o sobre las rodillas de su marido, en tinajas parideras, etc. Lo que sí era común a todos ellos es que el parto fuese considerado un acontecimiento social en el que todo el vecindario estaba involucrado.

¿En qué momento cambia todo esto?

En el momento en el que los partos se desplazan de la casa al hospital, cuando existe un movimiento gradual de ellos en toda España, durante los tres primeros tercios del siglo XX. Fue más precoz en las zonas urbanas que en las rurales, pero a finales de los años 70 y prácticamente no quedaban partos domiciliarios y estas prácticas quedan en desuso.

A diferencia de lo sucedido en otros países, en los que todavía persiste el parto domiciliario, aquí se consideró que lo más seguro era el parto hospitalario y no se dio opción a la convivencia de modelos de asistencia alternativos. Por ello, prácticamente no existen ya.

Muchas matronas, en la actualidad, reivindican que en España estamos muy por detrás de otros países europeos, como puede ser Reino Unido, en este sentido, ¿a qué se debe esta situación?

En realidad, esta afirmación se basa en que tenemos un ratio de matronas por mujer en edad reproductiva muy inferior a la media europea. Pero también en que se respeta muy poco, por parte de los obstetras, la autonomía de las matronas en los partos normales.

A esto hay que sumarle que en algunos lugares, como en la Comunidad de Madrid, las matronas reciben un maltrato institucional que está haciendo que muchas abandonen la profesión, porque ganan menos sueldo que una enfermera sin especialidad y eso, con dos años más de formación y el plus de responsabilidad que tienes, es incomprensible.

De todas formas, también hay que decir que la escasez de matronas es un problema mundial y, en algunos sitios, están teniendo ya serios problemas para cubrir los puestos de trabajo. Deberíamos tomar nota y hacer algo antes de que sea demasiado tarde.

Por tanto, deberíamos darle mucho más peso a la figura de la matrona, no solo en el paritorio, sino también durante la gestación y después de dar a luz.

Por supuesto, así lo reconoce incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) y, en muchos países, ya existen desde hace años algunos centros dirigidos por matronas que tienen muy buenos resultados y, además, son mucho más eficientes económicamente hablando. El problema fundamental es que la figura de la matrona es un colectivo bastante pequeño por el que nadie parece preocuparse, a pesar de lo importante que puede resultar para la salud de las mujeres.