Comúnmente, se piensa que el apego significa estar ‘pegado’ a algo o a alguien como, por ejemplo, cuando decimos ‘Tengo mucho apego a ese pantalón porque me gusta mucho’ o ‘Tengo mucho apego a ese collar porque me lo regaló mi abuela’. Pero la definición de apego va mucho más allá que estar ‘pegado’ o cerca, físicamente, de un objeto o una persona, sino que se trata del vínculo que existe entre papás o cuidadores y su bebé. Y, es importante que este sea forjado desde los primeros meses de vida, ya que repercute de forma directa en la vida adulta del pequeño. Pero hay algo más, y es que el ‘apego’, debe tener el requisito de ser ‘seguro’ . Te contamos el por qué.
¿Qué es el apego seguro?
¿Qué significa esto? Según nos explica Antonio Jiménez, subdirector en el centro terapéutico de Recurra Ginso (Asociación para la Gestión de la Integración Social): “El apego seguro es la forma más saludable de generar los primeros vínculos de un bebé con otras personas, generalmente, madre y padre. Este representa la manera equilibrada de ejercer la crianza, atendiendo las necesidades del hijo con la mesura y proporcionalidad que merecen. Y se ejerce, se entrena y se desarrolla desde la infancia del bebé y todo ello, tendrá consecuencias en la salud mental del futuro adulto”.
Este vínculo que se crea, se dice que es seguro, por tanto, porque el bebé sabe y siente que cada vez que necesite a su mamá o papá, estarán ahí, satisfaciendo siempre sus necesidades, en la medida de lo posible. Y el psicólogo nos pone el siguiente ejemplo: “Una familia que lea frecuentemente cuentos a su hijo o hija, le regale libros y fomente la lectura, está contribuyendo al desarrollo intelectual del futuro adulto. También, si la familia le saca a hacer ejercicio, le estimula la actividad deportiva y le acompaña en ello, se estará favoreciendo que de adulto tenga una buena salud. Cuando atendemos de manera adecuada las necesidades del bebé favoreciendo el apego seguro, estaremos participando activamente en la buena salud mental del adulto”, asegura.
En definitiva, esta relación que debe ejercerse de forma natural entre los papás y el bebé, tiene que gozar de las siguientes premisas, tal y como nos explica Olaya Rodríguez, psicóloga sanitaria en el centro terapéutico:
- Sentirse visto-importante para el otro.
- Sentirse seguro con el otro. Sentir que si te demando estás y si preciso un límite, me lo pones ; sin reacciones desmesuradas, ni en base a tus propios miedos.
- Enseñar y permitir que se exprese emocionalmente al niño, demostrándole cómo gestionas bien tus emociones para gestionar las suyas.
¿Cómo repercute el apego seguro a nivel emocional?
Podríamos decir que lo es todo ya que, con un apego seguro estarás permitiendo al pequeño que se muestre tal y como es, que muestre sus sentimientos en el momento que tenga que hacerlo; le estaremos enseñando a no inhibirse ni retraer cualquier tipo de emoción. Pero lo mejor de todo es que, al mismo tiempo, nuestra respuesta será también desde la emoción y el sentimiento, lo que contribuirá a fomentar una mayor inteligencia emocional al pequeño. Y es que, según nos enumera el psicólogo:
- El apego seguro refuerza nuestras capacidades y predisposición a mantener una buena autoestima.
- El apego seguro nos predispone a tener relaciones menos hostiles con el medio que nos rodea y, por tanto, mejora nuestra resiliencia.
- El apego seguro se construye en base a la escucha activa y sana, y ello capacita para ejercer esa escucha con los demás y refuerza nuestras habilidades para resolver conflictos.
Pero aquí no acaban todos los beneficios de motivar a nuestro pequeño a mostrar siempre sus sentimientos ya que el apego seguro, además “mejora nuestra autoestima, independencia… y, a su vez, mejora nuestra manera de enfrentarnos a los cambios. Asimismo, aumenta la efectividad en la resolución de conflictos y en las relaciones con los demás, base de la inteligencia emocional”, asegura por su parte la experta.
¿Hasta qué edad es importante mantener este apego?
Lo cierto es que no hay una edad a la que acabe. Este apego seguro debe formar parte de la relación entre padres e hijos e ir adaptándose a las necesidades del pequeño según crece. “El apego que se ha de trabajar desde que nace el individuo y durante el resto de la vida del mismo, adaptándose a su etapa madurativa de cada momento. A lo largo de la vida se pueden rectificar los problemas que puedan surgir en relación al apego, reconduciendo nuestra conducta y actitud hacia las bases del apego seguro (expuestas anteriormente)”, explica la psicóloga.
Eso sí, es muy importante que como padres sepamos hacer de forma consecuente “las adaptaciones lógicas y sensatas al momento y la edad del individuo”, recalca el psicólogo. Y, sobre todo, “evitar transferir miedos, angustias e inseguridades de quien lo ejerce a quien lo recibe”.
Cómo repercute en la adultez
Como consecuencia de ello, la repercusión del apego seguro que el menor haya tenido a lo largo de su vida será total en su adultez, como decíamos. Y, así es cómo influye, según indican los psicólogos:
- Contribuye al futuro establecimiento de vínculos sanos en las relaciones personales, ya sean familiares, de amistad o de pareja, entre otras.
- Evita relaciones de dependencia en el futuro.
- En la manera de afrontar la vida y las relaciones futuras (desarrollo afectivo-social).
- En su autoestima, independencia, resiliencia y autoconcepto.
- En su autorregulación emocional y afrontamiento de situaciones traumáticas.
- En su nivel de confianza en sí mismo y hacia los demás.