Cuando estás embarazada, acudes a la consulta de tu ginecólogo para una ecografía rutinaria y te dicen que tu pequeño es un bebé CIR, además de asaltarte todos los miedos, tu pregunta será: Y eso, ¿qué quiere decir? El CIR (crecimiento intrauterino restringido) afecta aun 8-10% de todos los bebés, en diferente medida, según el grado de restricción de crecimiento fetal. En la mayoría de las ocasiones, es algo que requiere un seguimiento más estrecho que un bebé que crece con normalidad, pero que, “en gran número de ellos, no existe un peligro vital para el bebé”. Así nos lo confirma el Dr. Jackie Calleja, ginecólogo y obstetra de la Clínica Bmum de Madrid.
Un bebé con CIR, nos dice, “es un bebé sano con una ralentización del crecimiento que no suele tener complicaciones vitales graves durante la gestación, pero que requiere de un adecuado seguimiento postnatal durante, al menos, dos años , para valorar su ritmo de crecimiento, maduración psicomotora y adaptación funcional”. Todo dependerá de su causa. Por eso, hemos querido hablar con él, para que nos explique lo que es, cómo y cuándo se diagnostica y qué factores son los desencadenantes, para que sepas cuidarte y cuidar de tu bebé.
‘Mi bebé es CIR, ¿qué significa?’
El término CIR hace referencia, si reconocemos sus siglas, al crecimiento intrauterino restringido de un bebé durante su etapa de desarrollo en el útero de la madre. Se define, nos explica el doctor, “por una situación de ralentización del crecimiento fetal por debajo del percentil tres para las semanas de edad gestacional ”. Esto significa que el bebé se encuentra por debajo de su peso, para la edad gestacional que tiene, en un rango del 3%, es decir, que tan solo un 3% de los bebés tiene el mismo o no supera ese peso en esa semana de gestación concreta.
Sin embargo, nos advierte el doctor, “no debemos confundirlo con la categoría de feto pequeño para la edad gestacional (PEG), pues como se define podría llevarnos a interpretarlo así. En este último caso, el crecimiento se encuentra por debajo del percentil 10, pero por encima del percentil 3”. Este rango es el que marca la diferencia. En la gran mayoría de los casos, se diagnostica un bebé pequeño por motivos constitucionales, sin que exista ninguna causa patológica ni alteración funcional y, simplemente, “se trata de bebés que son más delgaditos cuando nacen, pero siempre dentro de percentiles normales y acordes a las características antropométricas de los padres”.
Causas que producen que un bebé sea definido como CIR
Ante la pregunta de por qué los bebés dejan de crecer en el útero, el doctor nos explica que no hay una sola causa, sino varias, y se pueden dividir en tres grupos:
- Causas de origen materno: en este caso, nos dice, hablamos de edades maternas extremas (por debajo de los 18 años o por encima de los 36 años), enfermedades maternas previas a la gestación que están siendo o han sido mal controladas (como la hipertensión, la diabetes, el asma, enfermedades renales o alteraciones de la coagulación de la sangre), complicaciones de la gestación (preeclampsia), así como el consumo de tóxicos durante el embarazo, como es el tabaco, el alcohol, las drogas o algunos medicamentos.
- Causas de origen fetal: alteraciones genéticas o cromosómicas del bebé (síndrome de Down), gestaciones múltiples, infecciones congénitas (toxoplasmosis, citomegalovirus, virus herpes, rubeola, VIH, malaria o sífilis), malformaciones complejas cardíacas, digestivas o del sistema nervioso.
- Causas de origen placentario: en este caso, existen anomalías del funcionamiento de la placenta, que es el órgano encargado de suministrar los nutrientes y el oxígeno desde la madre hasta el feto.
De entre todas ellas, nos apunta el doctor, “la insuficiencia placentaria representa la mayor parte de las causas de CIR, hasta un 30% de los casos”. Ahora bien, advertir qué causa es la que lo provoca, en muchas ocasiones, “es complejo y no logramos identificarla, por lo que el seguimiento es fundamental, sea o no diagnosticada”.
¿Cuándo y cómo se detecta que un bebé es CIR?
La prueba que se emplea para el diagnóstico de un bebé CIR “no es otra que la ecografía”. Mientras que el periodo gestacional donde más frecuentemente se diagnostica “es entre la semana 32 y la semana 34 del embarazo”. Así, nos explica el doctor, “un diagnóstico por debajo de la semana 28 nos sitúa ante una alteración precoz y grave del crecimiento y desarrollo fetal”.
Una vez tenemos indicios de esta posibilidad, nos dice, durante la realización de esta ecografía de valoración del bebé, se realiza, al mismo tiempo, “el estudio Doppler del feto, un estudio hemodinámico del bebé que nos permite conocer el funcionamiento de la placenta y, de forma indirecta, el grado de oxigenación de los órganos vitales del bebé, como puede ser el cerebro”. De esta forma, “se garantiza el bienestar fetal durante, al menos, dos semanas, hasta que realicemos el siguiente control y así sucesivamente”.
Bien es cierto, nos explica el doctor, “que algunas mujeres pueden presentar factores que favorecen el desarrollo de un bebé CIR, pero en muchas ocasiones las madres de bebés más pequeños o delgados no son necesariamente por causas que restringen el crecimiento de forma patológica, sino que se deben únicamente a factores constitucionales de los padres”. Sin embargo, viendo los factores predisponentes anteriores, sí que existen hábitos de vida poco saludables, por ejemplo, o un inadecuado control de las enfermedades maternas preexistentes que pueden aumentar esta posibilidad.
Además, puntualiza el experto, “el hecho de haber tenido en el pasado un bebé con CIR aumenta hasta en un 30% las posibilidades de que pueda suceder en un futuro embarazo, frente al 9% de las mujeres sin antecedentes en gestación previa”. En estas gestaciones, habrá que prestar siempre más atención a partir del segundo trimestre.
Si tienes un bebé con CIR, el seguimiento es fundamental
Al no haber tratamiento, “el seguimiento del bebé con CIR debe ser realizado siempre por obstetras con experiencia en la evaluación ecográfica y la realización del Doppler fetal y, en los casos en los que se prevea el nacimiento del bebé antes de llegar a término, se debe informar al equipo de neonatólogos para contar con un adecuado soporte postnatal”, nos explica el doctor.
El intervalo entre visitas a este obstetra, en estos casos, debe establecerse en función de la evolución del crecimiento y del estudio Doppler, “siendo lo más común realizarlo cada dos semanas, pero hay casos críticos en los que puede ser hasta diario, ya que son muchas las circunstancias que valoramos con estas pruebas, como la cantidad del líquido amniótico (en algunos casos, puede verse disminuido) o el estado y localización de la placenta”.
Un parto en el que no tiene por qué haber complicaciones
La vía de finalización de este tipo de gestaciones “no tiene por qué ofrecer complicaciones en el parto, puede ser perfectamente el parto vaginal”, salvo en las situaciones en las que se trate de:
- Una estimación de muy bajo peso al nacer.
- Prematuridad.
- Localización o estado de la placenta que plantee problemas para el parto.
En estos casos, nos dice, “se debe optar por una cesárea”.