Un bit de inteligencia es una unidad de información que se presenta al bebé o al niño a través de los sentidos para que esos datos sean organizados y gestionados por su cerebro.
Hay que tener en cuenta, tal como comenta Rosa Domínguez, directora del Grado de Pedagogía de VIU (Universidad Internacional de Valencia), que el cerebro es como un músculo que se puede estimular desde muy temprana edad. A ella le hemos preguntado cómo funcionan los bits de inteligencia y qué beneficios tienen para el niño.
¿Desde qué edad se usan los bit de inteligencia?
Los bits de inteligencia pueden usarse con bebés desde los seis-ocho meses, aproximadamente, cuando ya pueden atender y estar erguidos. “El cerebro del niño tiene un potencial increíble hasta los cinco o seis años. Aunque el bebé no hable analiza todo lo que le rodea”, destaca la experta. Así, cuando el bebé ya es capaz de mantener esta postura de atención, los adultos pueden comenzar con esta herramienta.
Aunque su creador, Glenn Doman, ideó el método para ser utilizado en niños con lesiones cerebrales, para así intentar revertir parte de ese daño y estimular sensorialmente su cerebro, los bits de inteligencia ahora se aplican en cualquier niño.
¿Cómo son los bits de inteligencia?
Los bits de inteligencia son tarjetas que se van mostrando a los niños para que vayan interiorizando esa información. Llevan una parte gráfica, que puede ser en modo de imagen o de pictograma, y están acompañadas de la palabra, en minúscula, que designa a ese objeto.
El adulto tiene que colocarse delante del niño y mostrarle la tarjeta, a la vez que oralmente dice el nombre de lo que designa. De este modo, la información le llega al pequeño por varias vías, aunque no sepa leer. “Igual que un niño diferencia entre un yogur de fresa y uno de limón antes de aprender a leer, así lo hace con los bits de inteligencia”, resalta la experta en pedagogía.
En el método Doman los bits se presentan de cinco en cinco al niño, pero se puede hacer de otro modo, según vaya respondiendo, y mostrarle solo dos, o más, de acuerdo a las reacciones del pequeño.
Se recomienda que todos los bits de inteligencia mostrados pertenezcan a la misma familia semántica. Por ejemplo, si hablamos de transportes, mostrarle un coche, un tren, una bicicleta... O si se van a trabajar los alimentos, usar tarjetas de una fresa, un vaso de leche o una sopa.
Las tarjetas pueden elaborarse en casa, e incluso con la ayuda del niño, cuando ya es más mayor, o bien utilizar pictogramas libres de derechos en Internet.
¿Qué beneficios tienen los bits de inteligencia?
Tal como detalla Rosa Domínguez, “el objetivo principal de los bits de inteligencia es ayudar y potenciar el desarrollo del niño desde que es muy pequeño”. Pero también cumplen otras funciones, como la de facilitar la comunicación con ellos, cuando aún no han adquirido el lenguaje oral.
“A los niños con dificultades en el lenguaje les sirve para habituarse a los pictogramas con los que se hacen entender”, subraya. Pero también son una base para la lectoescritura (el niño aprende las palabras de forma global) y también ayudan a reconocer objetos desde lo cotidiano a lo más abstracto que están representados en la realidad y los pictogramas, respectivamente.
¿Cuál es la forma correcta de presentarles los bits de inteligencia?
Hay una serie de normas para utilizar los bits de inteligencia con niños. Son las siguientes:
- Debe hacerse de forma lúdica y divertida, para que el pequeño no lo tome como un ‘trabajo’ obligatorio.
- Cuando el niño esté cansado, se deja, aunque no se hayan pasado el número de bits que se pensaba en un inicio. “No hay que forzar la situación. Si el niño pierde la motivación, es mejor dejarlo”, insiste la directora del Grado de Pedagogía de Universidad Internacional de Valencia.
- Si la actividad provoca rechazo, es mejor no presionar al niño y dejarlo para otra ocasión.
- Hay que observar al pequeño y adaptar los tiempos, la cantidad y la frecuencia de los bits de inteligencia a lo que él muestre.
- Si en la escuela infantil utilizan también bits de inteligencia, lo ideal es coordinarse con ella para utilizar algunos que sean similares, pero cuidando siempre de no sobrecargarlo. No es necesario que sea un ‘trabajo’ más a lo que ya tiene, sino un rato compartido con el adulto de forma lúdica.