Los lunares suelen desarrollarse en la infancia o en la adolescencia, pues lo más común es que el bebé nazca sin ninguno o con muy pocos. Por este motivo, los progenitores observarán cómo su hijo va incrementando el número de estos a lo largo de los años. Los lunares se producen a partir de los melanocitos, que son las células que pigmentan la piel, por eso adquieren esa variedad de tonalidades. Pero este crecimiento de la piel, también denominado nevo o nevus, puede dar lugar a un melanoma, un cáncer de piel. Por eso hay que vigilarlos.
La Dra. Aniza Giacaman, dermatóloga y miembro del Grupo Español de Dermatología Pediátrica de la AEDV (Asociación Española de Dermatología y Venereología), contesta a nuestras dudas.
¿En qué hay que fijarse?
Como ya sabemos, los niños nacen con pocos lunares. Luego estos van apareciendo, y también agrandándose. Así, es totalmente normal que “vayan creciendo poco a poco”, comenta la experta.
No obstante, hay que tener en cuenta que ese crecimiento ha de ser acorde al del niño. Él va aumentando de tamaño y así lo harán sus lunares, pero cuando hay un crecimiento brusco del lunar, entonces hay que consultar.
En este sentido, resulta muy útil hacer fotografías a los lunares en distintos momentos. De esta forma, con una prueba objetiva que se puede mostrar al especialista, se observa si realmente el lunar ha crecido de forma alarmante o es una apreción errónea.
Además de este aspecto del aumento significativo del lunar, son síntomas de alarma, como detalla la Dra. Giacaman:
- Cuando el lunar pica.
- Cuando el lunar sangra.
- Cuando el lunar duele.
- Cuando el lunar cambia de color.
En todos esos casos hay que consultar con el pediatra o con el dermatólogo para que lo revise. En primera instancia se usa un dermatoscopio, que es una herramienta mediante la cual se puede visualizar el lunar en consulta con mucho más detalle. Si fuera necesario, se recurriría a otras técnicas más invasivas como la biopsia.
Buscar al ‘patito feo’
De forma muy gráfica, la Dra. Giacaman explica qué lunares tienen que hacer saltar la alarma. “Una técnica muy fácil es buscar al ‘patito feo’. El niño suele tener un patrón de lunares, pero si hay uno que se escapa y es muy diferente al resto, hay que vigilarlo”, relata.
Así, el número de lunares no sería significativo, pues la cantidad de los mismos depende de la genética, pero sí lo es cuando uno de ellos es claramente distinto a los demás. “Si el niño tiene 20 lunares y todos son iguales, tranquilidad; pero si tiene 10 lunares, de los que nueve de ellos son idénticos y uno, diferente, hay que vigilar ese”, alerta.
El melanoma en niños
Afortunadamente, el cáncer de piel o melanoma “es muy poco frecuente en niños”, destaca. Pero es muy necesario insistir en la fotoprotección como primera medida de choque, porque “el daño solar se acumula en la piel. Solo con una quemadura solar ya hay más riesgo en el futuro”, insiste la experta de la AEDV.
Hace un tiempo se pensaba que los lunares ubicados en ciertos lugares eran más peligrosos en este sentido. Así, se hablaba de que los que estaban en la palma de la mano, en la planta de los pies, en los genitales o en el cuero cabelludo eran más proclives a desarrollar un cáncer de piel. “Ahora se sabe que no. Los lunares son iguales en cualquier parte del cuerpo”, comenta.
Cuando hay antecedentes familiares de cáncer de piel conviene que, una vez al año, el niño sea revisado por el dermatólogo para constatar que sus lunares no muestran signos de peligro.
¿Se pueden extirpar los lunares en niños?
En algunas ocasiones, los lunares están situados en zonas más visibles o ser de una forma o tamaño que, incluso, pueden acomplejar al niño o al adolescente. Es posible quitar un lunar. Se hace en caso de malignidad y también con criterios estéticos. No obstante, hay que tener en cuenta que “en lugar del lunar quedará una cicatriz o una mancha; el lunar no se borra del todo”, advierte la Dra. Aniza Giacaman. Igualmente, si el lunar se extirpa de forma superficial, puede volver a aparecer.
Algunos lunares, especialmente los nevus congénitos, pueden acompañarse de pelo, según van pasando los años. La manera correcta de retirar ese vello no es ni con depilación ni con pinzas (pues puede provocar una inflamación), sino recortándolo con tijeras muy finas.