Si tu hijo tiene un amigo imaginario no tienes por qué preocuparte ni alarmarte porque, según los expertos, es muy común en niños de entre 2 y 8 años, incluso puede alargarse hasta la adolescencia. Que el niño tenga amigo invisible, es una conducta que forma parte de su desarrollo evolutivo , pero es que además es muy positivo para el peque, aunque te cueste creerlo, ya que “le proporciona apoyo como ‘yo auxiliar’ o ‘yo complementario’, lo que le ayuda a reflejarse, e incluso, a confrontarse con él mismo”, asegura la Pilar Polvillo Fernández, dietista y estudiante de psicología, en cuya cuenta de Instagram @thenutritionjournal comparte post muy prácticos de nutrición y psicología.
El amigo invisible en la edad infantil puede cumplir varias funciones, pero todas ellas aúnan la finalidad de este que no es otra que la compañía que le hace tenerlo al niño. “Tiene función lúdica si está jugando o de protección en situaciones que le provocan miedo”. Pero es que, además, “le ayuda a desarrollar su autonomía . Por ejemplo, podemos observar cómo el peque puede pasar de la necesidad de hacer actividades siempre acompañado a hacerlas solo porque le refuerza la presencia del amigo imaginario”, explica.
Qué significa tener un amigo imaginario
Como decíamos, se trata de un comportamiento en niños mucho más común de lo que pensamos. Cuando se comenzó a estudiar el por qué de esta conducta, la causa se expresaba “exclusivamente como problemas afectivos debidos a carencias, bien por parte de los padres o amigos, según el contexto de la vida del menor. En algunos casos puede deberse a ello, pero no en todos”, asegura.
La teoría más actual, según nos explica la experta, dice que los niños emplean esta figura como “herramienta para llevar a la práctica situaciones de interacción real, y que les ayuda a poder procesar y entender que las personas que nos rodean (ya sean adultos o niños) tienen sus propias opiniones y pensamientos diferentes a las de él. Se llega a estimar que en torno a la mitad de los menores podrían experimentarlo”.
Qué hacer si tu hijo tiene un amigo imaginario
Esta conducta nos puede pillar de improviso a los padres y no saber cómo actuar cuando vemos a nuestro hijo hablando solo o inventando situaciones imaginarias que superan nuestro entendimiento. Para ello, la experta nos da una serie de consejos para saber cómo manejar la situación e interactuar con el pequeño:
- Debemos conocer que es normativo: muchísimos niños lo experimentan. Los adultos podemos darnos cuenta o no, no en todos los casos lo expresan, podemos darnos cuenta también a través de los comportamientos y de su relato, pero en cualquier caso, el amigo invisible cumple una función facilitadora como hemos comentado.
- No debemos castigar, hacer burla, ignorar ni negar la existencia de su amigo imaginario: podemos incluso preguntarle sobre él, sus características, qué opina, su personalidad, etc.
- Debemos favorecer el acercamiento a sus iguales: sin forzar para que no le genere ansiedad, debemos favorecer que pueda ir aumentando la frecuencia de las situaciones donde pueda estar e interactuar con otros niños.
- El amigo imaginario es una proyección que crea el propio niño: en él va a proyectar temas de interés, miedos y, mediante él, va a establecer comunicación con los demás y referirse respecto a su manera de ver el mundo. Por este motivo es muy importante interesarnos y escucharlo.
- Debemos acudir a un o una profesional en las siguientes situaciones: cuando observemos que el niño evita relacionarse con sus iguales y/o adultos y prefiere relacionarse con su amigo imaginario, cuando en el relato de la proyección del amigo imaginario veamos una personalidad violenta o que llegue a la adolescencia y siga presente el amigo imaginario.
El amigo imaginario forma parte de la evolución de los niños, de su crecimiento madurativo, por lo que esa figura se irá diluyendo a medida que el pequeño vaya teniendo un mayor contacto y relaciones interpersonales con sus iguales. “Cada niño tiene un ritmo diferente, pero el amigo invisible tiende a ser olvidado cuando comienza a tener más contactos positivos con otros niños de su edad y a medida que crece. Puede darse la situación de que siga presente hasta la adolescencia, aunque no es lo habitual, pero, en dicho caso, sería de interés consultarlo con un profesional”, insiste la experta.