El hecho de tomar decisiones es algo que puede generar ansiedad y miedo en algunas personas , llegándolas incluso a bloquear. No sabemos por qué, pero sucede. Hay gente que no sabe por dónde empezar. Por eso, es importante aprender a hacerlo desde pequeños, pero entonces nos surge una pregunta: ¿es innata la capacidad de tomar decisiones? Si no es así, entonces, podrá aprenderse; ¿qué factores son los que influyen sobre el desarrollo de esta capacidad? No es un tema del que hablemos mucho, pero lo cierto es que para saber tomar decisiones, el papel de la familia y de la escuela, así como en las propias relaciones sociales que establecemos es importante . Por eso, hemos querido hablar con Paula Ramírez, psicóloga de Mundospsicologos.com, quien nos explica si se puede aprender a tomar decisiones y, por tanto, enseñar a nuestros hijos a hacerlo.
¿Por qué hay gente que no sabe tomar decisiones?
El hecho de tomar decisiones, nos dice, “suele tener diversas causas, entre las que se encuentran el miedo a equivocarnos, a cometer errores y las consecuencias que hemos de asumir nos limitan a la hora de decidir”. Cuando tomamos una decisión hay consecuencias agradables y desagradables y, muchas veces, no estamos preparados para aceptar las consecuencias negativas que pueden aparecer, “lo que nos genera culpa, frustración e impotencia”. El hecho de tomar una decisión implica descartar otras opciones y, en consecuencia, “renunciar a algo sin tener la certeza de si lo que hemos decidido es lo correcto o no”, nos explica la psicóloga.
La capacidad de tomar decisiones, ¿es innata?
La capacidad de decidir, nos explica la experta, “es aprendida y está influenciada por el estilo de crianza que hayamos adquirido a lo largo de nuestra vida”. De hecho, tanto la autonomía como la autoconfianza, el autoconcepto o la responsabilidad son aspectos que comienzan a integrarse desde los primeros años de vida. Así, a medida que los niños toman decisiones, van aprendiendo sobre ellas y “comienzan a ver este acto como algo natural, pudiendo escoger en cada momento según sus preferencias, sin exigencias ni juicios”, nos dice la psicóloga.
No obstante, nos advierte, a medida que vamos creciendo, “la influencia de los padres, familiares y el contexto van afectando a la manera en la que el niño actúa, piensa y siente”.
- En el caso de un ambiente sobreprotector, impiden que la persona decida y experimente sus propias consecuencias.
- En el ambiente autoritario, se tiende a recriminar en exceso los errores, por lo que se crea un estado de ansiedad y tensión constante que puede llegar a bloquear.
Por eso, la respuesta es afirmativa, “se puede trabajar y aprender a tomar decisiones siempre desde un punto adaptativo, es decir, trabajando las creencias limitantes, aprendiendo a aceptar el error como un aprendizaje y empezar con decisiones que no nos generen demasiada ansiedad, que no sean complicadas”.
¿A qué edad los niños deben aprender a tomar sus propias decisiones?
Hasta los tres años, los niños “suelen pensar desde un punto de vista egocéntrico”, nos explica la experta, es decir, según sus propias experiencias, por lo que creen que el resto de personas experimentan la vida de la misma forma que ellos. Y entre los tres y los cinco años de edad comienzan a desarrollar su personalidad, más o menos, cuando comienzan a ser capaces de “mentalizar y ponerse en el lugar de los demás, así como a imitar, asimilar normas y límites”. Es en esta etapa se comienzan a ver las primeras negativas frente a las propuestas o indicaciones de las personas adultas de su contexto. Por eso, es aquí donde “podríamos considerar recomendable fomentar la toma de decisiones”.
Para ello, estamos los adultos, quienes debemos servirles de guía, tanto para tomar decisiones como para establecer unos límites a la hora de hacerlo. “El hecho de dar opciones al niño entre las que elegir, fomenta la toma de decisiones y también la responsabilidad del mismo”.
Cómo ayudar a los niños a que aprendan a tomar decisiones
Los adultos debemos servir de guía en el aprendizaje de la toma de decisiones, siendo quienes les inciten a ello de una manera sencilla al principio, por ejemplo, eligiendo entre la comida o la vestimenta qué comer o ponerse, sabiendo que siempre hay unos límites acordados. Incluso, nos explica, “en situaciones en las que no se dan opciones, podemos premiar a los niños cuando eligen algo dentro de lo adaptativo, reforzando esta capacidad de decisión y mostrando que siempre hay consecuencias”. De esta forma, el adulto tiene la capacidad de aportar al niño la capacidad de ser autónomo e independiente.
Algunos consejos, nos dice la psicóloga, que los adultos deben tener en cuenta a la hora de enseñar a un niño a tomar decisiones de una manera adaptativa y saludable son:
- Evitar la sobreprotección, ya que promueve la inseguridad y el miedo a equivocarse. Se recomienda al adulto mostrarse a la disposición del niño, siempre y cuando lo necesite, manteniéndose al margen, sin involucrarse en la decisión.
- Aportar al niño responsabilidades básicas, como tareas del hogar acordes a su edad.
- Dar espacio y valor a la equivocación, pues si el niño aprende que ese error es una oportunidad de aprendizaje y crecimiento, probablemente pueda afrontar diferentes situaciones y decisiones sin miedo o presión añadidos.
- Tener paciencia ante la toma de decisiones, mostrando apoyo y orientación en caso de ser necesario.
Y si lo hace mal, ¿es recomendable tomar las decisiones por ellos? Según la edad del niño, nos explica la psicóloga, “los límites se van flexibilizando, por lo que cuando el niño va adquiriendo esta capacidad de decisión es adecuado dejar que también se equivoquen, pues la consecuencia es el aprendizaje”. Así, a medida que van aprendiendo que toda decisión tiene unas consecuencias, irán integrando cada experiencia, pudiendo actuar de igual o diferente manera según sus necesidades y en base a si las consecuencias anteriores fueron agradables o no.