El tiroides es una glándula endocrina que fabrica hormonas. Está situada en el cuello y es fundamental para muchas funciones como las del cerebro, aunque también regula, por ejemplo, la frecuencia cardiaca, la temperatura o el metabolismo del músculo. Para el bebé y el niño, en pleno proceso de formación, es fundamental que funcione correctamente.
La Dra. Paula Casano Sancho, del Servicio de Endocrinología Pediátrica del Hospital Sant Joan de Déu, de Barcelona, miembro de la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica (SEEP) y profesora asociada de Pediatría en la Universidad de Barcelona, nos cuenta todo lo que hay que saber sobre las alteraciones tiroideas en la población infantil.
La importancia del yodo en el embarazo
Una de las principales causas prevenibles de alteraciones en el neurodesarrollo del feto es el déficit de yodo. Por este motivo, a todas las embarazadas y a todas las madres lactantes se les recomienda tomar 250 microgramos diarios de yoduro potásico. Para asegurar que la gestante llega a esta cantidad se prescribe un suplemento farmacológico, pues no siempre hay una ingesta suficiente a través de la alimentación.
“El yodo es imprescindible para poder sintetizar las hormonas tiroideas; estas son fundamentales para el desarrollo del feto y del recién nacido y posteriormente del niño”, comenta la experta.
La prueba del talón: clave para detectar estas alteraciones en el recién nacido
Desde el año 1978 a todos los recién nacidos en España se les realiza la denominada ‘prueba del talón’. Es un programa de cribado en el que se recoge sangre del talón del bebé a las 48-72 horas de vida. El objetivo es medir la tirotropina (TSH) en la muestra para así saber si hay alteraciones o no en la función tiroidea.
“Las muestras se envían a los centros de cribado de referencia de cada comunidad, donde se analizan. Si sale alterada se contacta con la familia para confirmación y se les deriva de forma muy rápida a un centro hospitalario referente en hipotiriodismo congénito”, detalla la endocrinóloga.
Gracias a este programa se detectan desde los primeros días las posibles alteraciones y el bebé puede recibir un tratamiento muy temprano para “prevenir el desarrollo de secuelas neurológicas en el recién nacido que sin tratamiento adecuado con hormona tiroidea serían irreversibles”, advierte la Dra. Paula Casano.
En esta etapa neonatal hablamos de hipotiroidismo congénito, que tiene como causa más frecuente la disgnesia tiroidea ( la glándula tiroides no se forma o es más pequeña de lo normal ). Representa el 80-90% de los casos. En el resto, hay una dishormonogénesis, es decir, “la glándula está presente, pero no es capaz de sintetizar de forma normal hormonas tiroideas”, explica.
Los síntomas de los problemas de tiroides en niños
Cuando el hipotiroidismo se manifiesta en la etapa infantil tiene los siguientes síntomas:
- Estreñimiento.
- Cansancio.
- Somnolencia.
- Empeoramiento del rendimiento escolar.
- Estancamiento de talla.
- Tendencia al frío.
- Caída del cabello.
“En ocasiones se puede diagnosticar de forma subclínica lo que se llama hipotiroidismo subclínico y en este caso encontramos alteraciones en la analítica, pero puede que el niño no presente síntomas todavía”, destaca la experta de la SEEP.
La causa más común de alteraciones tiroideas en la infancia es la autoinmune, “siendo la tiroiditis de Hashimoto la forma más frecuente; en estos casos se produce una inflamación de la glándula que provoca que no funcione correctamente”, añade.
¿Cómo afectan al desarrollo del niño?
El hipotiroidismo congénito provoca alteraciones en el desarrollo del niño si no se diagnostica y trata a tiempo. “Posteriormente, las hormonas tiroideas siguen siendo indispensables para un crecimiento y desarrollo psicomotor normal; por lo que el niño presentaría talla baja, dificultades de aprendizaje y síntomas como cansancio, estreñimiento....”, alerta la especialista.
Así, es fundamental que el niño siga el tratamiento médico pautado y que sea un buen cumplidor. “Para realizar los controles se precisa realizar analíticas habitualmente cada 6 meses en niños/ adolescentes o más frecuentes en los dos primeros años de vida. En ocasiones se han de complementar los estudios con la realización de una ecografía tiroidea y gammagrafía tiroidea”, comenta la Dra. Casano.
En los casos de hipotiroidismo congénito, algunos bebés lo muestran de forma transitoria, por lo que a los tres años de vida son reevaluados. Sin embargo, cuando hablamos de patologías tiroideas autoinmunes (tiroiditis de Hashimoto o enfermedad de Graves), a veces pueden mejorar tras la pubertad, pero lo más común es que acabe siendo una enfermedad crónica con tratamiento de por vida. Hay que tener en cuenta que en estas últimas tienen más predisposición los hijos de padres afectados, especialmente en la rama materna, y si son mujeres.
Para toda la población infantil, la especialista recalca que el aporte de yodo adecuado debe ser a través de la dieta: “Diversos alimentos aportan yodo (pescado, marisco, lácteos), sin embargo, la cantidad de yodo que proporcionan es muy variable”. Por ello se recomienda assegurar ese aporte necesario a través de la sal yodada. “Se aconseja utilizarla en pequeñas cantidades para cocinar, pero asegurarse de que la sal que usemos es yodada y que contiene la cantidad recomendada de aporte de yodo diario”, insiste.