Cuando comenzamos a introducir la alimentación complementaria en nuestro bebé, y sobre todo, según van pasando los meses hasta que cumple los 3 años, aproximadamente, una de las dudas más repetidas entre los papás es, ‘¿qué cantidad de comida que debería darle a mi hijo?’.
El momento de empezar a incluir alimentos en su dieta, además de la leche ya sea materna o de fórmula, puede resultar un tanto complicado para algunas familias, pero algo importante que se debe tener en cuenta es que al principio “no debemos poner el foco en la cantidad de comida que ingieren nuestros peques dado que lo que comen suele ser poco, al principio, y luego va aumentando, por lo tanto, no se puede considerar como una ración o comida (como, por ejemplo, una merienda como lo pensamos con niños más mayores o con los propios adultos), ya que el volumen es muy pequeño. No debemos olvidar que hasta los 12 meses su alimento principal será la leche materna o la leche de fórmula o ambos y que lo que coman de alimentos será un complemento a la leche pero que representa un porcentaje muy pequeño”, nos dice Sonia González, nutricionista infantil del equipo del Centro de Nutrición Laura Jorge (www.laurajorgenutricion.com).
Asimismo, en esa etapa el foco lo debemos poner en “familiarizar al niño con los alimentos y construir una relación positiva con ellos”, al mismo tiempo que “integraremos al niño en la alimentación familiar, que deberá ser saludable”, añade.
Y, ¿cuándo son un poco más mayores? ¿Cómo podemos medir lo que comen?
“Dependiendo de las edades se estiman cantidades aproximadas, pero es difícil hablar de números concretos”, señala la nutricionista.
Normalmente, lo que se debe priorizar en un niño de 12 a 36 meses es que su alimentación sea saludable, evitando el azúcar lo máximo posible, los alimentos procesados y que sus comidas lleven poca sal. Las verduras y las frutas serán su fuente de alimentación principal seguida de los hidratos, las grasas saludables y la proteína, ya sea animal o vegetal. El plato Harvard nos puede servir como guía de alimentación para nuestros hijos, el cual se basa en que el plato esté formado por el 50% de vegetales y frutas, 25% de hidratos y el 25 de proteína. Pero, cuidado con esta última porque desde el Centro de Nutrición de Laura Jorge aconsejan no sobrepasar unas cantidades y seguir las siguientes pautas:
- De 6 a 12 meses: pescado 30-40g, carne blanca 20-30g y huevos tamaño S
- De 12 a 36 meses: pescado 60g-70g, carne blanca 40-50g y huevos tamaño M-L.
- 1 o 2 raciones al día en total (dividiendo el total de la proteína en dos en su caso)
- No es necesario ofrecer proteína animal todos los días.
En cualquier caso, la nutricionista insiste: “Lo importante es ofrecer al niño alimentos saludables y permitir que su intuición sea quién le mueva a consumir más o menos alimentos. Se sabe que cuando un niño necesita más agua, por ejemplo, priorizará el consumo de más fruta por delante de otros alimentos. Siempre y cuando ofrezcamos sean saludables, que pueda llegar a comer más o menos de alguno puede ser puntual porque en otro momento esta tendencia cambiará. Siempre hay que recordar que el niño aumentará el volumen total de alimento ingerido cuando esté creciendo ”.
Cómo distinguir las señales de hambre en bebés
Normalmente el instinto nos hace saber, como padres, cuando nuestro hijo tiene hambre. Cuando son bebés lactantes, las señales suelen ser “chuparse el puño, estar agitados o buscar con la cabeza la tetina o pecho de su madre”, dice la nutricionista. Una vez que el bebé va creciendo y ya se alimenta con comida lo que debemos hacer, según recomienda la experta es: “Ofrecerles comida hasta que veamos los momentos en que nuestro hijo se muestra proactivo al momento de la ingesta. Progresivamente, esta ingesta se va a acoplando a las popularmente conocidas: almuerzo, comida, merienda y cena. Es un trabajo de observación”.
Cuando un niño está saciado, normalmente, “se aparta de la comida por sí mismo, y nosotros como padres o cuidadores no tendremos que hacer realmente nada”. Mientras que cuando una comida no les guste podremos observar “gestos faciales como arrugar la frente, torcerán los labios, miran para otro lado, arquean la espalda, quieren bajarse de su silla, empujan el plato hacia adelante o lo manifiestan directamente (los que ya saben hablar)”, indica.
Por último, cuando un niño no quiere comer lo primero que debemos hacer es indagar cuáles son las verdaderas razones que lo llevan a ello. Como hemos comentado antes, puede ser que el niño esté saciado, no le guste la comida… y, muchas veces, incluso, “somos nosotros como padres quiénes sin quererlo, a base de utilizar estrategias poco adecuadas, terminamos provocando rechazos o aversiones por parte de los niños. Lo que sí es importante tener en cuenta es que nunca hay que obligar a un niño a comer si no tiene hambre”, advierte la nutricionista.