‘¿Alguien podría recordarme qué hay que llevar a la excursión de mañana ?’ Con esta inocente pregunta puede comenzar la conversación de un grupo de WhatsApp cualquiera, en una clase cualquiera de un colegio cualquiera. Y, de ahí, una sinfonía de notificaciones que pueden volver loco hasta al más cuerdo y, cuando vuelves a la pantalla, buscando la respuesta, estas vienen en forma de emoticonos y ya nadie se acuerda de que mañana, precisamente, los niños salen a la montaña. Si lo pensamos, estos grupos de padres y madres pueden ser de gran ayuda, pero también pueden entrometerse en nuestra vida privada sin darnos cuenta.
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“Estamos domesticando la tecnología, ajustándola a nuestras demandas y necesidades, pero no nos damos cuenta de que puede tener efectos no previstos y nada deseables”, nos confirma Francesc Núñez, sociólogo y director del programa de Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Y es que, cuando se trata de los hijos, la gran mayoría de los padres (por no decir todos) quieren estar lo más enterados posibles de toda su vida , incluida la escolar, involucrándose tanto que, en ocasiones, roza el exceso. Así, muchos de ellos ven la oportunidad uniéndose a uno de estos grupos de WhatsApp.
Pero no todo son ventajas, como nos confirma Nati Cabrera, profesora de los Estudios de Educación y Psicología de la UOC. La responsabilidad de los hijos queda entonces relegada a pedirle a sus padres que, por favor, envíen un mensaje a los otros padres para que sean sus compañeros quienes le resuelvan cualquier duda. De esta forma, “los padres se convierten en una especie de agenda escolar”. Y esto, nos dice la experta, “no es bueno, porque los padres asumen total o parcialmente las responsabilidades de los niños y, en cualquier proceso educativo y madurativo, son los niños los que deben hacerlo, los padres simplemente acompañarlos y guiarlos, no hacerles el trabajo”.
Grupos de WhatsApp, ¿un resultado de nuestra actitud sobreprotectora?
La creación de estos grupos de comunicación, su gestión por parte de los padres “puede perjudicar la autonomía y la responsabilidad de los niños en sus tareas escolares si el uso se hace de forma inadecuada”, nos dice la experta. Por tanto, sí, estaríamos hablando, en este caso, de una actitud sobreprotectora . Y es que, con estos grupos, los padres piensan que ayudan al niño, “facilitándoles en exceso el camino que ellos deben recorrer”, pero, en realidad, no es así, “puesto que les impiden que hagan suyas las responsabilidades que les corresponden”. Los niños, entonces, se acostumbran a que todo lo relativo a los deberes, por ejemplo, debe estar controlado por los padres. Y así, todo.
Para la experta, “no se puede facilitar tanto el camino a los niños, si un día se equivoca y no estudia los temas que entran en el examen, el próximo día estará atento”. De esta forma, serán cada día más fuertes y maduros, se responsabilizarán de las tareas educativas, que no solo son acciones, sino actitudes.
Además, no todo acaba aquí. Este tipo de grupos de comunicación pueden llegar a ser un punto de intercambio entre los padres con temas que van más allá de las propias tareas escolares. Y en este intercambio de información, también hay peligro.
Cuando se intercambian más que deberes
En muchos casos, los padres acaban utilizando estos grupos de WhatsApp para un intercambio que va más allá de deberes o actividades relacionadas con la educación de sus hijos. Para nuestra experta, tenemos que tener en cuenta que hablamos de “nuevos espacios de comunicación que son persistentes, en los que no se borra lo que uno dice y se reenvía fácilmente a todo el mundo”. Por tanto, nunca se sabe quién puede acabar viendo un comentario u otro. De hecho, nos comenta, “pueden ser herramientas muy útiles para comunicar y organizar, pero también es fácil pasar a la indignación, la crítica irreflexiva contra profesores o realizar generalizaciones nada constructivas hacia los propios hijos”. Y esto acaba haciendo daño a los propios niños.
El problema, nos dice, no es el instrumento en sí que se está utilizando para organizarse o mantenerse comunicados, sino “el uso que de él se hace”, pues una cosa es mantener buenas relaciones dentro de la comunidad de padres, y otra “convertir la relación en una agenda paralela que, además de evitar que el niño haga el esfuerzo de asumir sus responsabilidades, como hemos visto, los comentarios negativos empiecen a generar malestar”. Un malestar que se transmitirá, sin duda, a los alumnos.
Muchos son los padres, de hecho, que deciden salirse de estos grupos (y que, por ello, deben dar hasta explicaciones) para no seguir en la nueva dirección que han tomado estos grupos. Sin embargo, ¿debemos huir de ellos siempre? No, si cumple con su función.
Consejos para una buena gestión de estos grupos
Para evitar lo anteriormente descrito, el sociólogo nos anima a seguir una serie de normas con respecto al buen uso de estos grupos de WhatsApp, pero también a saber mantener una actitud correcta hacia ellos. Por eso, entre los consejos que nos da, se encuentran:
- Ser respetuosos, sin realizar comentarios ofensivos hacia nadie.
- No precipitarse en los comentarios que se envían, es mucho mejor pensar qué se va a decir.
- Poner en entredicho la credibilidad de los contenidos, asegurando su veracidad y sin realizar juicios de valor previos. Muchas veces, es mejor contrastar con una comunicación verbal con el colegio.
- Evitar alarmas innecesarias, ya que lo que afecta a un alumno, no tiene por qué afectar a todo el mundo.
- Vigilar con el etiquetado, sin crear imágenes falsas de las personas, como los propios estudiantes o los profesores, pero también del resto de madres y padres.
- Tener presente la descontextualización. Es decir, dar importancia al contexto en el que se producen los comentarios que se realizan, cuándo se realizan y cuándo se reproducen esos comentarios o noticias que nos llegan.
- No contar ni explicar nunca cuestiones personales.
- No enviar mensajes basura que a nosotros podrían parecernos divertidos. Debemos recordar que estos grupos no están para este tipo de comunicación.
- Evitar discusiones personalizadas.
- Tener presente lo que el sociólogo llama “el efecto tamaño”, es decir, un comentario irrespetuoso en un espacio público como es actualmente WhatsApp toma una dimensión que escapa a nuestro control. Ser consciente de ello nos puede ahorrar muchos disgustos.
- Pensar en la imagen personal y familiar que se transmite.