Casi desde el mismo momento de la noticia del positivo en el embarazo, suele surgir la duda de cuándo nacerá el bebé. Son 40 semanas de gestación, en principio, pero, más allá de los libros, la variabilidad en la vida real es enorme. Hay quienes no llegan al final, quienes dan a luz más allá de la semana 40...
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Y tampoco, a no ser que se mantengan determinadas condiciones médicas que influyan decisivamente, lo que pasó en un embarazo tiene por qué repetirse en otro. Un parto puede adelantarse y con el siguiente hijo, atrasarse, según la fecha probable estimada. Así, pues, cuando es un parto espontáneo es casi una incógnita cuándo decidirá presentarse el bebé.
¿Cómo se usa la calculadora obstétrica?
En la primera visita al médico, este pregunta a la mujer cuándo fue su última regla. Partiendo del primer día de esa menstruación se empiezan a contar las 40 semanas. El ginecólogo lo calcula mediante una calculadora obstétrica (suele ser de papel y de forma redondeada y giratoria). Pero esta fecha es siempre estimada y se va corrigiendo con las primeras ecografías para adelantarla o atrasarla.
Estas primeras imágenes del embrión o del feto y sus mediciones determinarán el tiempo real de gestación y, por tanto, se ajustará la fecha probable de parto (FPP). No obstante, es una aproximación. A no ser que el parto se induzca, con fecha y hora, no se sabe con certeza cuándo se presentará.
Un modelo matemático para calcular la fecha de parto
La novedad en los últimos meses en este ámbito viene de la mano de una matrona. Su nombre es Silvia Alonso Marín y trabaja en Atención Primaria en Osakidetza, el servicio de salud del País Vasco.
En su tesis doctoral ha desarrollado un modelo matemático para predecir cuándo se presentará el parto desde la semana 37 de gestación. La base de su investigación está en determinar la influencia de determinadas hormonas en el proceso que desencadena el parto.
Así, la matrona analizó la saliva de 106 mujeres embarazada sanas a partir de la semana 34 de gestación. En concreto se examinaron sus niveles de sulfato de estrona, estriol, progesterona y cortisol, hormonas todas ellas que intervienen decisivamente en el embarazo.
A los resultados se les aplicó un modelo matemático cuyos resultados fueron sorprendentes, pues permitió saber con mucha exactitud si la mujer iba a dar a luz en la semana siguiente a la toma de la última muestra de saliva. Su tasa de acierto fue de un 79,38 % (con un valor predictivo positivo del 70,83 % y un valor predictivo negativo del 82,19 %).
Un avance en la gestión sanitaria del parto
El desarrollo de este modelo puede tener importantes implicaciones en los sistemas de salud. Hay que tener en cuenta que ante determinados problemas del embarazo o del feto se programa una inducción del parto. Si se consigue saber si el nacimiento del bebé está cerca de manera natural, estas intervenciones y los riesgos que conllevan (como que la inducción fracase y haya que recurrir a una cesárea o una tasa más elevada de intervenciones obstétricas) se podrían evitar.
Es decir, si el modelo matemático revela que el niño nacerá en los próximos días, no sería necesario programar el parto en determinadas circunstancias como cuando hay una gestación prolongada, lo que reduce notablemente el gasto sanitario y, sobre todo, permite que el proceso se desarrolle de manera natural.
Pero, además, el análisis de muestras hormonales en la madre puede ser de gran utilidad en casos de complicaciones en el feto. La toma de muestras a través de la saliva es una intervención no invasiva y sin riesgos y permitiría saber cómo se está desarrollando el bebé.
Por el momento, el estudio se ha realizado con gestantes sanas, pero si se ampliara a otras con diversos problemas gestacionales se podrían obtener resultados interesantes de los que podrían beneficiarse un gran número de mujeres durante el embarazo. Los valores hormonales pueden revelar alteraciones en el bebé en formación. Además, intervienen de forma decisiva en el proceso de parto, para el que hay una precisa comunicación e interacción a nivel endocrino, biomolecular e inmunológico entre madre, hijo y placenta, que permite que el bebé comience su vida extrauterina.