reconocimiento de los colores en el beb © AdobeStock

Aprendizaje

Rojo, amarillo... ¿Cuándo reconocerá los colores tu bebé? ¿Y las formas?

El proceso de adquisión de ciertos aprendizajes, como la diferenciación de formas y colores, es progresivo en el niño pequeño. A partir del año puede empezar a distinguir algunas tonalidades. ¿Cómo hay que enseñarle?


12 de septiembre de 2022 - 15:35 CEST

Cuando nace, el sistema visual del bebé no está perfeccionado. Necesitará aún unas semanas para que vaya madurando su retina. Cuando este proceso se haya completado, el niño empezará a distinguir los colores, pero para las formas geométricas tendrá que aguardar algo más.

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Para saber cómo ayudarles y a qué edad ya están preparados, hemos recurrido a Ana Belén Domínguez, psicopedagoga, experta en Atención Temprana y fundadora de BabyEstímulos (@babyestimulos, en Instagram).

Primero, colores de grandes contrastes

Los primeros colores que será capaz de reconocer el bebé será los que tienen  grandes contrastes: blanco, negro y rojo.  Por este motivo, muchos juguetes diseñados para las primeras semanas de vida utilizan estas tonalidades. Después, y tal como explica la experta, sobre los 12-15 meses, “el bebé es capaz de distinguir los objetos según su color predominante y alrededor de los 24 meses podrá iniciar el proceso de nombrarlos”. Los primeros que sabrá reconocer son los colores primarios básicos: rojo, amarillo y azul.

Sin embargo, hay que esperar hacia los tres años para que pueda interiorizar esas tonalidades, de forma que esos aprendizajes queden fijados a nivel cognitivo.

Distinguir las formas: un proceso más complejo

Para el niño es más difícil reconocer una forma geométrica que un color, “puesto que requiere de una madurez visual y espacial”, comenta Ana Belén Domínguez. Así, aquí ya no solo necesita que sus ojos le ayuden a diferenciarlo sino también es preciso un dominio espacial que se fija con más edad. “A partir de los tres años y medio, el pequeño empieza a adquirir ciertos tipos de habilidades y de  coordinación visomotora de una forma más completa”,  comenta la directora de www.babyestimulos.com.

No obstante, a partir del primer año se pueden empezar a trabajar los siguientes conceptos por este orden:

  1. Círculo.
  2. Cuadrado.
  3. Rectángulo.
  4. Triángulo.

Su recomendación es ir poco a poco aumentando la dificultad de los juegos, según vaya creciendo, pero ajustando los retos a sus capacidades para que el niño no se frustre.

© AdobeStock

¿Cómo enseñarles a diferenciar formas y colores?

Para adquirir estos aprendizajes se pueden seguir una serie de pautas que facilita la especialista:

  • El proceso debe ser individualizado para cada niño.
  • Comenzar por los colores primarios (rojo, amarillo y azul).
  • Además de mostrar bits de inteligencia con la forma o el color, acompañar la tarjeta con el objeto real para que pueda tocarlo, percibir su textura, olerlo... “Solamente cuando presentamos estímulos nuevos se crean nuevas conexiones neuronales en su cerebro y se fijarán así los nuevos aprendizajes”, insiste.
  • Incluir la emoción. Para que el aprendizaje sea de calidad y más rápido, a la acción se le debe sumar la emoción. “Aprovecha cualquier situación novedosa para nombrarle verbalmente la forma o el color”, aconseja Ana Belén Domínguez.
  • Apoyarse en actividades lúdicas: es la mejor manera de que aprendan formas y colores. Por ejemplo, “para la adquisición del círculo podemos usar burbujas que ellos tendrán que explotar, para el cuadrado utilizaremos tizas en el suelo construyendo nuestra casita y escondiéndonos dentro de ella, para el rectángulo seremos vagones de tren y para el triángulo pintaremos de rojo el tejado de nuestra casita”.
  •  Juguetes naturales.  Si se utilizan juguetes comerciales para aprender estos conceptos, la experta se inclina por que sean de “materiales nobles y naturales como la madera, ya que sensorialmente les aporta mucho más”, destaca.

¿Y si le cuesta aprender estos conceptos?

El desarrollo y la evolución particular de cada niño pueden hacer que tarde más (o menos) en adquirir los conceptos de forma y color. Son realidades que para algunos pequeños pueden resultar más complejas, e incluso es normal que haya errores, una vez este conocimiento parecía dominado.

Tal como cita la experta, un estudio reciente de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) ha concluido que los matices de un mismo tono varían según las personas, lo que puede justificar que a unos pequeños les cueste más reconocer algún color, “sin que ello suponga necesariamente una insuficiencia visual”, tranquiliza la psicopedagoga. Lo importante es observar en el tiempo al niño y fijarse en su progresión.

Sin embargo, si hacia los cuatro o cinco años el niño confunde reiteradamente algunos colores entre ellos (el rojo con el verde o el amarillo con el azul), se podría sospechar la existencia de alguna  alteración visual.  En este sentido, hay que tener en cuenta, por ejemplo, que el daltonismo es hereditario y que habría que valorar al pequeño si hay algo llamativo en el uso del color.

No se trata de un problema grave, pero si se detecta de forma precoz se podrán facilitar al pequeño recursos para que esta dificultad no interfiera negativamente en su proceso global de aprendizaje.