En España, cada año nacen, de media, casi 1.900 niños con problemas auditivos, según datos de la Confederación Española de Familias de Personas Sordas (FIAPAS). Son alteraciones que hay que corregir cuanto antes para que todos los estímulos que van a llegar al cerebro lo hagan en las mejores condiciones para que este acabe de madurar en los primeros meses de vida extrauterina.
Pero percibir que hay un problema de pérdida de audición no siempre es fácil. El bebé no lo manifiesta y son los padres los que deben estar atentos, aunque, afortunadamente, la prueba de cribado auditivo ya es universal y se hace a todos los recién nacidos para comprobar si el sonido pasa o no por su canal auditivo. Aun así, y aunque los resultados de este examen hayan sido positivos, conviene fijarse en una serie de síntomas que pueden advertir de que el pequeño no oye bien.
La importancia de oír bien en el bebé
Según algunos estudios reseñados por Advanced Bionics, un niño necesita oír unos 45 millones de palabras antes de cumplir cuatro años y haber tenido unas 20.000 horas de escucha durante su infancia para poder desarrollar la capacidad lectora. Así, la comunicación con el entorno es clave para un cerebro que está madurando en los primeros meses de vida.
Cuando el pequeño no escucha bien, tanto su habla como su lenguaje y otras áreas, tales como las habilidades sociales y emocionales, se pueden ver comprometidas. “Un cerebro en desarrollo requiere información auditiva del entorno, no solo para el aprendizaje intencional, sino también para los procesos de aprendizaje incidental”, explica José Luis Blanco, jefe de Audiología de Oticon. “Si un niño puede oír bien, tendrá más oportunidades de aprender lo que sucede a su alrededor a través de la escucha no intencionada. Con una pérdida auditiva no tratada, este proceso tan importante se vuelve más difícil”, detalla.
Señales de alarma de que tu hijo no oye bien
Aunque el bebé no pueda hablar ni comunicar con detalle si oye o no oye, la observación de los padres podría detectar, en primera instancia, si hay un problema de pérdida de audición.
Así, estos son los síntomas de alerta que destaca el Dr. Martín Lagos Martínez, otorrino del Hospital Universitario Clínico San Cecilio, de Granada, dependiendo de la edad.
Bebés menores de seis meses
- No manifiesta respuesta ante la presencia de sonidos.
- No se tranquiliza con la voz de su madre.
- No presta atención a su entorno ni se interesa ante sonidos familiares.
Bebés mayores de seis meses
- El bebé no gira la cabeza ante una fuente sonora.
- No responde con sonidos vocálicos cuando se le habla.
- No reacciona cuando se pronuncia su nombre.
Bebés desde 12 meses
- No comprende palabras de uso común.
- No señala objetos o a personas familiares cuando se le nombran.
- No emite palabras con sílabas replicadas (como ‘papá’ o ‘mamá’).
Entre el primer y el segundo año
- No entiende preguntas sencillas.
- No presta atención a las canciones y a los cuentos infantiles.
- No es capaz de formular frases de dos palabras (como ‘quiero agua’).
A los dos años
- No comprende órdenes sencillas si estas no se apoyan de gestos.
- No acude si se le llama desde otra habitación.
- No utiliza los pronombres (como, por ejemplo, ‘yo’ o ‘tú’).
La detección en el centro escolar
Muchos problemas de audición se detectan en el centro educativo. Hasta ese momento, los padres no han sido conscientes de lo que ocurría, pero el personal docente suele advertir cuándo un niño no oye (o no ve bien). A veces son síntomas que no se relacionan directamente con la audición, pero que que se han provocado por la alteración de la misma. Esos son los que cita el Dr. Martín Lagos Martínez:
- Desorganización, impulsividad o agresividad.
- Falta o pérdida constante de atención.
- Comportamiento inadecuado.
- Búsqueda constante del apoyo visual o imitación de sus compañeros.
- Falta de comprensión y seguimiento de las instrucciones.
- Dificultad para hacer relaciones con otros niños.
- Participación empobrecida o retracción en actividades escolares.
- Pérdida o inconsistencia en las habilidades demostradas.
Para cerciorarse de que, efectivamente, hay una alteración en este sentido, conviene acudir cuando antes a un profesional médico para confirmarlo y poner el remedio necesario que devuelva la máxima capacidad auditiva al pequeño.