Para la Dra. Laura Álvarez, pediatra y autora del libro Preparados, listos ¡ñam! (Editorial Espasa), “la leche es, realmente, el único superalimento”. Un término que se puso muy de moda hace unos cuantos años pero que no entiende por qué no se incluyó en el gran listado junto a otros como el aguacate o las semillas de chía . Y esto es, nos explica en su libro, “básicamente porque es un líquido vivo, que no solo nutre, sino que consta de numerosos componentes que mejoran la salud del bebé a corto y largo plazo”. Estos componentes son: células, enzimas, hormonas, inmunoglobulinas, citoquinas, moléculas antimicrobianas, bacterias, factores de crecimiento y material genético. Por tanto, sus propiedades nutricionales van mucho más allá de la propia alimentación de nuestro bebé; “está hecha a medida de lo que nuestro bebé necesita”. Por ello, debe ser “el patrón de oro del bebé lactante” y todos los sanitarios, “así como las asociaciones científicas, tanto nacionales como internacionales recomiendan que la lactancia materna sea exclusiva durante los primeros seis meses de vida ”.
Sin embargo, en España tan solo cuatro de cada diez madres ofrecen esta lactancia exclusiva en algún momento, descendiendo el porcentaje por debajo del 30% si hablamos de aquellos bebés que ya han cumplido los seis meses. Y, dentro de estos datos, cuentan aquellas madres que ofrecen lactancia mixta, es decir, pecho y biberón. Muchas madres toman la decisión de ofrecer lactancia artificial desde el principio, mientras otras se ven obligadas a ello en algún momento concreto de la crianza de su bebé por un motivo u otro. Lejos de las críticas hacia unas y otras, si ha sido una decisión personal y bien informada, ha de ser respetada y, por supuesto, apoyada. En absoluto, criticada. Por eso, la doctora en su libro dedica un capítulo completo a la lactancia artificial, para que las madres que quieran contar con ella tengan información suficiente para llevarla a cabo. Si una madre ha sido informada (bien informada) de los beneficios de la lactancia materna, sin presiones, y toma la decisión de optar por la lactancia artificial, “además de no juzgarla, hay que respetarla”. Aquí, nos dice, “no hay equipos”, todas lo hacemos lo mejor posible.
Las fórmulas artificiales, ¿son realmente buenas?
Como nos informa la pediatra, “las fórmulas infantiles adaptadas nos permiten cubrir las necesidades nutricionales de manera total o parcial de los bebés”. Así, aunque la leche materna es muy difícil de imitar y la leche de fórmula no es equivalente, nos explica, “los avances en investigación están permitiendo crear leches artificiales que, no solo proporcionan los nutrientes básicos a nuestro bebé, sino también ingredientes funcionales que aportan beneficios para el desarrollo del bebé”.
Debemos saber que para su creación, “se utiliza leche de vaca como base, aunque la industria ha ido modificando sus fórmulas para que sean aptas para los lactantes y lo más parecidas a la leche materna”. Por tanto, si son adaptadas, son aptas. Y es que, como sabemos, “la leche de vaca sin modificar no se puede administrar antes de los doce meses de edad, ya que no proporciona suficiente hierro, ácidos grasos esenciales o vitamina E”. Por tanto, no es una opción.
¿Cuál es la mejor leche artificial?
Una de las preguntas que más recibe la doctora es, de entre todas las leches artificiales que existen, es saber cuál es la mejor, cuál ofrecer a nuestro bebé. Porque, si algo nos preocupa a los padres, es ofrecer siempre lo mejor a nuestros hijos. Algo que no deberíamos olvidar cuando comienzan la alimentación complementaria. La respuesta de la pediatra, como la gran mayoría de los sanitarios, es que “hay infinidad de leches en el mercado, cada una con ingrediente que te recalcan que han añadido, todos con nombres extraños que a muchos nos suenan a ciencia ficción”. En realidad, más que la marca, lo que importa es saber que existen varios grupos de leche y cuál tengo que ofrecer en cada momento.
Tipos de leche artificial
Los diferentes tipos de leche artificial se identifican por un número y son:
Tipo 1: de inicio o para lactantes
A partir de los 0 meses. Son las más sofisticadas, pero también las más caras. Debes buscar aquellas, nos dice la doctora, “recomendadas por la ESPGHAN (Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica) y reguladas por la Unión Europea”. Podría emplearse hasta los seis meses y, a partir de aquí, junto a la alimentación complementaria. Sin embargo, no es la más recomendada para prevenir la posible ferropenia.
Tipo 2: de continuación
Menos sofisticada que la anterior y, por tanto, más barata, “suele tener una cantidad de hierro, calcio y fósforo mayor”. La cantidad de proteínas totales que incluyen, “comparadas con las de hace algunos años se ha disminuido y se parece mucho más a la de tipo 1, tras relacionarse con niveles altos de obesidad”. Sin embargo, hay que fijarse bien, “pues algunas marcas añaden azúcares diferentes a la lactosa”. Está recomendada para bebés a partir de los seis meses. Sin embargo, no es obligatorio cambiar de leche tipo 1 a leche tipo 2. De hecho, nos explica la doctora, “la American Academy of Pediatrics (AAP) hace sus recomendaciones para una única fórmula durante el primer año de vida”.
A menudo, nos dice la pediatra, “me preguntan qué tipo de leche es mejor, pero tanto las de tipo 1 como las de tipo 2 siguen las directrices marcadas por la UE y son válidas”. De esta manera, “las variaciones entre unas marcas y otras no van a ser muy importantes, salvo ingredientes que se suelen añadir para aportar algún beneficio, que no están regulados, pero que han demostrado ser idóneos mediante estudios clínicos”.
Tipo 3: de crecimiento
En realidad, esta leche es “leche de vaca con un menor contenido en proteínas y modificación del patrón de grasas, además de que suelen estar enriquecidas con vitaminas y minerales”. Además, no están reguladas por ley y pueden contener azúcares añadidos o saborizantes. Por ello, sí que existe mucha variación entre unas marcas u otras. “Salvo alguna circunstancia concreta -como una dieta desequilibrada-, no haría falta utilizarlas y, cuando se haga, valorar bien la composición”.
Otras fórmulas especiales
Suelen estar destinadas a diferentes enfermedades o condiciones y, sin duda, deben estar indicadas por un pediatra. ¿Algunos ejemplos? La leche anti-cólicos o sin lactosa, como alternativa en casos de alergia a la proteína de la leche de vaca. Pero, si no te lo ha dicho tu médico, debes evitarlas.