Los más pequeños tienden a pensar que el dinero es ilimitado, que basta con ir a un cajero para obtener más cuando se necesita y que los bancos están ahí para prestarlo sin más. No es cuestión de ofrecerles nociones de economía y finanzas, pero sí se puede desde muy pronto hacerles entender que es un bien y un recurso que se puede gestionar y administrar.
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Ana Morales es responsable del Servicio de Estudios de ASNEF (Asociación Nacional de Establecimientos Financieros de Crédito). Ella nos cuenta cómo introducir a los menores en la importancia del ahorro y la dinámica del dinero.
¿Cuále es la mejor forma de que entiendan qué es el dinero?
Aunque las monedas y los billetes son realidades tangibles y los niños las ven, las tocan e incluso pueden pagar con ellos, no es lo mismo que comprendan su valor. Para ello, han de aprender que el dinero se utiliza en lo cotidiano: para comprar comida, ropa, material del colegio, juguetes.... O incluso para otras cosas que no son tan visibles como pagar la luz que hace que se encienda el televisor o amortizar la hipoteca de la casa cada mes.
Pero, además de llevarlo al día a día, es importante que sepan de dónde sale el dinero: sus padres deben ir a trabajar para obtenerlo. “De esta manera se puede empezar a educarlos en un consumo responsable e inteligente, atendiendo al número de juguetes que necesiten o ya tienen, por ejemplo”, explica la experta.
Además, recomienda que cuando se vaya de compras con ellos, se les enseñe a comparar por precio y calidad, “y explicar por qué uno puede ser mejor que el otro”.
Un factor más en la ‘educación financiera’ de los niños es hablarles de la publicidad. El propósito sería hacerles ver que la intención de los anuncios es convencerlos para comprar. Así, los padres tendrían que ayudarlos “a que formen su propio criterio para que su consumo, a pesar de que sean niños, sea lo más responsable y consciente posible”, destaca Ana Morales.
¿Es bueno que los niños manejen su propio dinero?
Hacia los siete u ocho años los niños ya saben hacer operaciones sencillas y pueden distinguir el precio de las cosas. Es el momento de proporcionarles una paga, tal como aconseja la especialista. “Es muy enriquecedor, pues será su primera experiencia de independecia financiera en la que aprenderán a gestionar su dinero”, destaca.
Para ella, lo mejor es que la paga sea semanal, ya que los niños manejan mejor tiempos más cortos, y así se generan en ellos hábitos de gasto y, sobre todo, de ahorro. El importe de la paga queda a critero de los progenitores, pero “no debería ser un mero premio o castigo, según el comportamiento, sino una herramienta para enseñarles a gestionar su dinero”, señala la representante de Asnef.
Al principio será muy normal que se administren mal la paga y se equivoquen al tomar sus decisiones, “por eso nuestros consejos tienen que servir de guía para que se administren bien y empiecen a tener responsabilidades”, indica. “Esa flexibilidad tiene que estar compaginada con la firmeza de dejar claro dónde están los límites y no caer en trampas como adelantarles el dinero de la siguiente paga, pues es ahí cuando pueden malentender que el presupuesto no tiene importancia”, añade.
¿Qué hábitos les ayudan a instaurar la conciencia del ahorro?
Conseguir una mentalidad ahorradora es fruto de unos hábitos que se acaban automatizando. En este sentido, los niños necesitan apoyarse en algo tangible, como la hucha, con la que pueden ir apreciando sus progresos. Para hacérselo más fácil se pueden incorporar juegos de ahorro, como recomienda Ana Morales, de tal forma que los niños lo vivan como un desafío: conseguir llegar a una cantidad fija al mes, llenar la hucha en un periodo de tiempo, apuntar el dinero que se va metiendo. “Además, podemos fijar objetivos a medio plazo que necesiten ahorro: las vacaciones, el campamento de verano, la universidad...”.
Como en todos los aspectos educativos, el ejemplo aquí cuenta también mucho, ya que los niños siempre observan el comportamiento de los padres. “Un buen momento puede ser cuando nos acompañen al supermercado: poner en práctica las enseñanzas sobre el ahorro, el presupuesto, evitar comprar de forma compulsiva y, sobre todo, ayudarles a distinguir entre lo necesario y lo prescindible y a construir de una forma responsable y sostenible”, detalla Ana Morales.