Skip to main contentSkip to footer
peligros de internet y la exposici n en redes sociales para los adolescentes © AdobeStock

Adolescentes

‘Mi hijo dice que quiere ser ‘youtuber’, ¿qué peligros tiene?’

Ser ‘influencer’ es una meta que muchos adolescentes se plantean y buscan en las redes sociales, pero los peligros de exponerse demasiado están ahí y, quizás, no son conscientes de su alcance. ¿Y tú?


6 de septiembre de 2022 - 12:48 CEST

Los datos lo confirman.  Uno de cada tres menores de edad dice que quiere ser     influencer   . A la pregunta tan clásica de ¿Qué quieres ser de mayor? Ya no hay una respuesta como las de siempre: profesora, policía o futbolista, entre otras muchas otras generalmente atractivas para los niños. Ahora, con las pantallas de por medio, los referentes profesionales han cambiado para los menores de nuestro país. Así lo confirma un estudio realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, quien asegura que es mucho más llamativo dedicarse a plataformas digitales como Youtube, Instagram, TikTok o Twitch.

Y es que, los niños españoles pasan de media cuatro horas al día ante una pantalla, de las cuales, 80 minutos están dedicadas a las plataformas de vídeo online o sociales, según confirma el último informe elaborado por Qustodio, una plataforma que trabaja por la seguridad y bienestar digital de las familias. Por tanto, no es de extrañar que  Ibai, Dulceida y TheGrefg sean de los rostros más conocidos por los adolescentes en la actualidad . Pero no solo a esta edad, sino que lo que más triunfa entre los niños pequeños son Las Ratitas, TeamNico y Los Juguetes de Arantxa, que  no son precisamente series de televisión , sino canales de YouTube pensados para la etapa infantil. Y tienen millones de seguidores. Después de leer todo esto, ¿a que no te extraña cuando tu hijo te dice que quiere ser influencer? Así es, el boom del influencer ha llegado ya a todos los rangos de edad, pero ¿somos conscientes de los peligros que entraña?

Cada vez más presencia de menores en las plataformas digitales

España tiene casi 10.000 creadores profesionales de contenido online que se reparten, principalmente, en las tres redes sociales preferidas por nosotros: TikTok, Instagram y Snapchat. Pero la presencia ha comenzado a aumentar en plataformas de vídeo online, como Youtube o Twitch. El estudio realizado por la plataforma anteriormente citada, Del cambio a la adaptación: viviendo y aprendiendo en un mundo digital, revela que “cada vez hay más menores con presencia en redes sociales y plataformas de vídeo”. De hecho, uno de cada diez adolescentes suben contenido a cualquiera de estas plataformas  con el único objetivo de intentar convertirse en influencer   . Una supuesta profesión para la que los niños o las familias no están preparadas, pues ni ellos (ni seguramente nosotros como padres) seamos conscientes de los riesgos que conlleva la continua subida de datos y contenido a las redes sociales.

Riesgos de que nuestro hijo se convierta en ‘influencer’

Pérdida de privacidad

Al crear un perfil, nos dicen desde Qustodio, “en cualquier red social, da igual, los usuarios se ven obligados a facilitar una serie de datos personales”, desde el correo electrónico hasta la edad, el sexo o el número de teléfono. Sin embargo, esta información solicitada puede ir a más a medida que el influencer va creciendo en popularidad. ¿Por qué? Porque los seguidores quieren empatizar con ellos, conocer más sobre su vida y es “muy sencillo que el propio menor revele información privada como el lugar de residencia de la familia, a qué se dedican sus padres o problemas personales de cualquier miembro de la familia”.

Pone en jaque su intimidad

Este problema, sobre todo, “es un tema especialmente sensible en las plataformas de vídeo”. Los streamers exponen su intimidad mostrando su rostro o parte de su físico, pero además también los lugares donde graban el contenido que generan, pues se expone por completo su vida privada y la de toda su familia.

La vida social disminuye

Para convertirse en influencer, se necesita tiempo, mucho tiempo. Hay que subir contenido de manera periódica y todo el trabajo que conlleva exige dedicación. Además, “si el menor ha adquirido cierta relevancia en alguna plataforma, seguramente se vea obligado a dedicar una gran parte de su tiempo a actualizar su perfil”. Esto es un primer signo de alarma para vigilar que no se produzcan, por ejemplo,  una disminución del rendimiento escolar  (suele ser un primer paso) o del tiempo que dedica a sus amistades y a su vida social en general, incluido el tiempo que pasa con la familia.

Inseguridades y acoso

Como ya hemos visto, la persona que quiere convertirse en influencer está expuesta a comentarios, críticas y faltas de respeto, además de a los halagos. La negatividad es algo muy difícil de aceptar por parte de un adolescente, ellos no lo gestionan igual que un adulto, por lo que “puede llegarse a generar una inseguridad excesiva para su edad, con repercusiones importantes en su salud emocional”. Al margen de esto, hago muy importante es que los niños extrapolan el conocido ciberbullying, que no es otra cosa que lo que acabamos de explicar, a la vida real. Junto a ello, pueden sufrir otros muchos problemas serios, como el sexting o el grooming.

La responsabilidad familiar es vital

Para controlar estos riesgos, la familia debe estar al tanto del tiempo que pasan sus hijos delante de una pantalla, del tipo que sea, y saber qué actividades realizan con ellas. En países como Francia, nos dicen desde la plataforma, “ya existe una ley para proteger a los menores de 16 años que son influencers”, pero en España no. En nuestro país, “la responsabilidad recae completamente sobre la educación familiar”. Y, aunque la edad mínima para tener un perfil social es de 14 años, mentir es tremendamente sencillo. Por ello, los padres deben extremar las precauciones y, en el caso de querer tener un perfil en cualquier plataforma digital, contar con el conocimiento y permiso paterno o materno.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.