El primer baño del recién nacido puede ser una experiencia muy agradable , pero siempre genera, sobre todo, entre los padres primerizos mucho miedo y nerviosismo. No sabemos cómo cogerle, si le vamos a causar algún daño o si, debido a la temperatura del agua, enfriarse demasiado y acabar, irremediablemente, con mocos al día siguiente. Por eso, es fundamental tener en cuenta algunos consejos, no solo de cómo realizar el baño, sino de las herramientas que nos lo harán más fácil para bañar con garantías a nuestro bebé.
En primer lugar, lo que debes tener en cuenta es que los primeros baños de un recién nacido deben ser una experiencia relajante. El objetivo debe ser este, más que una rutina de higiene. Esta se irá consiguiendo con el tiempo y poco a poco, por eso, es muy importante comprobar cómo le sienta el baño a nuestro bebé y, en el caso de no ser una experiencia del todo exitosa, no insistir demasiado en ella o de manera muy continuada. No, al principio, no es necesario bañarle todos los días . Así lo confirman los expertos. En cambio, si al bebé le gusta y se relaja, sí se recomienda el baño a diario, pero nunca más de una vez al día.
El mejor momento del día
Al contrario de lo que pensamos, no hay una hora mejor que otra para el baño, todo depende de las necesidades del bebé y de cómo se encuentre. Lo ideal, al menos al principio, es encontrar un momento en el que nuestro pequeño esté tranquilo, los padres tengan tiempo y sepan que se podrá mantener esa hora como una rutina. Si el niño está irritable, no conseguiremos un baño con éxito. Lo más habitual es bañar al bebé por la tarde o ya cerca de la noche, antes de una toma, porque les relaja y consiguen conciliar mejor el sueño, pero puede ser todo lo contrario, que se excite y dormirle sea todo un reto. Observa a tu bebé y decide en consecuencia.
No te olvides de controlar el nivel de agua y la postura del bebé
Uno de los aspectos más importantes a la hora de enfrentarnos al primer baño de nuestro bebé es del conseguir el nivel de agua adecuado. Para que sea un baño seguro, el agua no debe llegarle nunca a la cara, sino mantenerse siempre por debajo. Aunque a nosotros nos resulte mucho más cómodo cuanta más agua exista, mantener este nivel es fundamental. Si existe un despiste, las consecuencias son menos peligrosas.
Además, por ello, la forma de sostener al bebé es también un aspecto a tener en cuenta. La más correcta es poniendo un brazo por debajo de su espalda, teniendo en cuenta que la cabeza debe quedar fuera del agua, y utilizar la mano que nos queda libre para enjabonar y enjuagar. Ponerles boca abajo no es una opción.
Una bañera cómoda para él y para tí
En realidad, todas las matronas a las que preguntes te dirán que la bañera no es imprescindible. Basta, en principio, con un pequeño barreño, sin complicaciones. Es más, a muchos padres nos resulta mucho más cómodo bañar al bebé en un lavabo durante los primeros días. Sin embargo, según va creciendo y se produce un aumento de peso, debemos tener en cuenta que la espalda del padre o madre que se agacha puede resentirse, por lo que hay que intentar encontrar una bañera que tenga patas o que sea cómoda para tí.
Y, de la misma manera, debe ser un espacio cómodo para él, para que, según vaya creciendo, no tenga que estar encogido durante el baño (lo que nos dificulta a los padres la tarea del aseo) y pueda apoyar la cabeza, siempre que sepamos que ya es autónomo para ello.
La temperatura del agua es importante
Este es otro de los grandes aspectos que nos preocupan a la hora de bañar a nuestro bebé: saber si el agua estará demasiado fría o demasiado caliente. Los expertos indican que el agua debe ser tibia, concretamente entre los 35 °C y los 37 °C. Además, es igual de importante conseguir que la temperatura no disminuya, ni ahora en verano aunque haga más calor, ni que descienda demasiado durante el propio baño. La temperatura del baño debe ser también adecuada y agradable, porque los cambios bruscos afectan mucho a los bebés, así como la de la habitación en la que vayamos a vestirle y darle su masaje.
El masaje posterior no debe faltar
Sí, porque la hora del baño no debería acabar al salir de la bañera. Los beneficios que tienen los masajes en los bebés “y, más ampliamente los beneficios del contacto en sí con los bebés son enormes”, nos dice Iñaki Pastor, doctor en Fisioterapia y autor de varios libros, como Cómetelo a besos (Aurum Volatile), en los que explica, entre otras muchas cosas, que “los masajes suponen un contacto, que es uno de los estímulos más fundamentales en la maduración del sistema nervioso del ser humano , uniendo nuestra realidad biológica y nuestra identidad social”. Por ello, no puede faltar como un paso más dentro de la rutina de baño de tu bebé.
Esponja y productos específicos
Para bañar a nuestro bebé, al igual que para lavar su ropa, necesitaremos productos específicos que respeten su piel y que estén libres de sustancias agresivas. Así, se deben evitar los jabones con ingredientes sintéticos. Pero además:
- Hay que usar una esponja, intentando siempre que sea elaborada con materiales vegetales y naturales, hasta que, al menos, se le caiga el cordón umbilical.
- Para su cara, lo más recomendable es utilizar un paño, evitando que entre agua o jabón en los ojos y en la boca. Si te sientes más cómodo con unas gasas esterilizadas, hazlo con ellas.
- No es imprescindible utilizar cremas en un recién nacido, pero no quiere decir que puedas utilizarlas. Son perfectas para dar el masaje que comentábamos, pero son preferibles los aceites especiales para bebés, sin parabenos o perfumes.
- El área del pañal, en principio, no necesita crema especial, a no ser que aparezcan irritaciones.
- Si quieres peinar a tu bebé, utiliza un peine de cerdas específico para ellos.
Por último, los bastoncillos para los oídos quedan prohibidos, pues generan más daños de la ayuda que pueden prestarnos. Lo mejor es sustituirlos por una toalla para secar sus orejas y que no queden húmedas.
La duración del baño tiene un límite
Durante los primeros días de vida de un recién nacido, el baño debe ser algo muy rápido, apenas cinco minutos, nunca más tiempo. Si lo alargamos, existe el riesgo de que, como hemos dicho anteriormente, el agua se enfríe demasiado y, por lo tanto, el niño también. Según va creciendo y vemos que su interacción con el agua es mayor, podemos ir aumentando su tiempo de baño, convirtiéndolo, no solo en un momento relajante, sino también en una oportunidad de jugar con él. De hecho, la Asociación Española de Pediatría (AEP) aconseja realizar lo que se conoce como un lavado de gato, tan solo con esponja, agua caliente y apenas unos minutos.
La duración del baño tiene un límite
Durante los primeros días de vida de un recién nacido, el baño debe ser algo muy rápido, apenas cinco minutos, nunca más tiempo. Si lo alargamos, existe el riesgo de que, como hemos dicho anteriormente, el agua se enfríe demasiado y, por lo tanto, el niño también. Según va creciendo y vemos que su interacción con el agua es mayor, podemos ir aumentando su tiempo de baño, convirtiéndolo, no solo en un momento relajante, sino también en una oportunidad de jugar con él. De hecho, la Asociación Española de Pediatría (AEP) aconseja realizar lo que se conoce como un lavado de gato, tan solo con esponja, agua caliente y apenas unos minutos.
Sí, existe un orden de limpieza
A la hora de proceder al enjabonado de nuestro bebé, debemos saber que también existe un orden correcto para hacerlo, aunque son dos reglas muy sencillas:
- La primera zona que se lava es su cara y la última la zona del pañal.
- Hay que tener especial cuidado en las siguientes zonas, sin pasarlas por alto: los pliegues que se forman debajo de los brazos o alrededor del cuello, además de la zona situada detrás de las orejas.
En las niñas, mucho cuidado en la zona genital, siempre de delante hacia detrás.
Secar a tu bebé a ‘toquecitos’
Para secar a tu bebé, además de utilizar una toalla solo para él, presta atención a las siguientes zonas:
- Los pliegues que suelen generarse en las ingles y en el cuello, para que no se queden húmedas.
- El cordón umbilical, que tiene unos cuidados específicos, necesita quedar completamente seco.
Al secar, hay que hacerlo con pequeños toques, sin arrastrar ni presionar, manteniendo ese momento agradable que hemos creado para nuestro bebé durante el baño. Además, intenta que la habitación no descienda de los 22 °C o 24 °C y, al sacarle del agua, envolverlo inmediatamente con una toalla que cubra el cuerpo y la cabeza.