Seguramente, habrás leído o escuchado que a partir del medio año de vida de tu bebé, o lo que es lo mismo, desde que comienza con la alimentación complementaria , debemos prestar especial atención a la cantidad de hierro que ingiere en las comidas. ¿Por qué ocurre esto? Es debido a que durante la lactancia materna exclusiva, que según recomienda la OMS (Organización Mundial de la Salud) debe ser hasta los 6 meses de edad, “los bebes obtienen el hierro a través de la leche materna, y este se consigue de las reservas de la madre. La alimentación complementaria comienza a los 6 meses, edad en la que se estima que, el bebé, debe comenzar a obtener el hierro de su propia alimentación (es decir, de los alimentos), pero siempre sin olvidar que la leche materna será su alimento principal hasta los 12 meses de edad . En el caso de bebés que se alimenten con leche de fórmula, se debe elegir fórmulas fortificadas en hierro”, nos cuenta Silvia Moreno, nutricionista especializada en alimentación infantil, @silviamoreno.nutricionista.
Siguiendo estas pautas no tiene por qué darse ningún déficit de hierro, pero lo que sí es cierto es que, cada edad tiene unas necesidades nutricionales diferentes y una alimentación equilibrada aportará al niño todo lo que este necesita. “El mayor peligro puede estar en el desplazamiento de las fuentes de hierro por otros alimentos insanos procesados, que solo aporten calorías vacías de los nutrientes que el niño necesita para crecer. Por poner un ejemplo, tomar un precocinado en lugar de un plato de legumbres o unas patatas fritas en lugar de un pescado”, advierte la nutricionista.
Además, una deficiencia de hierro puede acarrear problemas de crecimiento y desarrollo del niño. Asismismo, el hierro ayuda a conformar la hemoglobina, y la falta de esta genera una deficiencia en el transporte de oxígeno en el organismo.
Factores de riesgo de ferropenia
Según nos explica la experta en alimentación infantil, pueden darse varios factores que generen un déficit de hierro en los niños:
- Madres con ferropenia severa durante la gestación, debida especialmente a una mala alimentación durante este periodo de vida. Es importante el control por parte de un profesional sanitario, matrona o ginecólogo, y el uso de suplementos específicos para el embarazo .
- Lactancia materna exclusiva por encima de los 6 meses o alimentación con fórmula de inicio no suplementada con hierro más allá de los 6 meses. Esta no es la causa más común, pero es importante empezar a ofrecer al bebé alimentos ricos en hierro a partir de los 6 meses.
- Introducción de leche de vaca entera antes de los 12 meses, que desplace a la leche materna o a la leche de fórmula.
- Bajo nivel socioeconómico, que se relaciona directamente con una alimentación rica en alimentos ultraprocesados , que desplazan a alimentos necesarios como frutas y verduras y alimentos ricos en hierro.
- Alimentación incorrecta: exceso de lácteos y carbohidratos, ingesta escasa de carne magra, ingesta escasa de fruta y vegetales verdes.
Cómo podemos saber si nuestro hijo está bajo en hierro
La forma más evidente es detectar la ferropenia con una analítica de sangre en la que aparecerán los siguientes valores alterados:
- Hematocrito: Es el porcentaje del volumen sanguíneo que representan los glóbulos rojos.
- Hemoglobina: Niveles bajos indican anemia.
- Ferritina: Esta proteína ayuda a almacenar hierro en el cuerpo.
Mientras que los síntomas más frecuentes, nos cuenta la nutricionista que son “fatiga intensa, debilidad, piel pálida, latido cardíaco rápido, dolor de cabeza , mareos, vértigos, manos y pues fríos y uñas quebradizas…”. Aunque también aclara que “estos síntomas no siempre son indicativos de una ferropenia, y el pediatra será el profesional adecuado para valorar los valores de la analítica sanguínea, y junto con los síntomas, determinar si existe una anemia ferropénica”.
¿Qué hacer para que el peque coma ‘de todo’?
Ante todo, la experta nos advierte que una buena base en hábitos alimenticios desde la infancia será crucial para evitar cualquier tipo de deficiencia nutricional. Y es que no solo los padres tienen la responsabilidad de inculcarles una buena relación con la comida, sino que estos son el mayor ejemplo para los peques.
Es normal que cuando el bebé comienza a comer rechace algunos alimentos bien por los sabores, texturas o tipos de cortes… pero debemos saber que “cuando comienzan con la alimentación complementaria el peque puede rechazar un mismo alimento hasta 10 veces antes de aceptarlo y este proceso es totalmente normal. Es muy importante no obligar ni forzar a comer en ningún momento”, asegura la experta.
Si el niño es más mayor y ya tiene sus preferencias, “se pueden ofrecer esos alimentos que rechaza con diferentes métodos de cocinado, o, por ejemplo, añadiendo especias. Pero, de cualquier manera, las fuentes de hierro son muy variadas. Por otro lado, los alimentos más ricos en hierro son: las semillas, cereales, legumbres y frutos secos, verduras de hoja verde, carne roja, huevo y algunos moluscos, teniendo en cuenta que el hierro de procedencia animal se absorbe mejor”, indica.
Para finalizar, cabe tener en cuenta que una de las recomendaciones que dan los expertos en nutrición es no ofrecer de postre un yogur cuando el niño haya comido algún alimento rico en hierro. Y, seguro que te preguntarás, el por qué: “El calcio presente en los lácteos se une al hierro formando un complejo calcio fosfato, que es insoluble en el medio digestivo y no se absorbe. Por lo que se recomienda, en caso de problemas relacionados con el hierro, no tomar alimentos ricos en este mineral y lácteos en la misma comida. Sin embargo, en un niño sano, no tiene mayor importancia. Por el contrario, la toma de hierro junto con vitamina C, aumenta su absorción”, concluye.