Ver a un niño por la calle llorando desconsoladamente y a los papás intentando calmarle sin saber muy bien cómo hacerlo o sin éxito es algo bastante común y, quizás, cuando se ve desde fuera, no se le da mayor importancia a la situación. Pero cuando eres padre y esto le ocurre a tus hijos, se vive desde dentro y todo es mucho más intenso. Las rabietas o berrinches son, sobre todo, conocidas por su aparición alrededor de los 2 años, de ahí que a esta época se le conozca como ‘los terribles 2’ . Tu hijo se enfada por todo, desobecede continuamente, si no haces lo que él quiere se pone a llorar como un loco, y así podríamos continuar con un largo etcétera de situaciones que los padres con niños de esta edad conocerán muy bien.
Según nos explica Indi Veloso, coach de Familia y Facilitadora de Disciplina Positiva (@indi.veloso_coachfamilia): “Las rabietas son la acumulación de varios enfados, es decir, ante la falta de herramientas de expresión verbal y gestión emocional , los niños expresan su malestar a través de estas explosiones emocionales. Suelen aparecer a partir de los 18/24 meses de edad, coincidiendo con la necesidad de separación del pequeño de su figura de referencia”.
Las rabietas de los peques pueden crear situaciones de verdadera tensión a los padres, por eso, los expertos recomiendan que lo único que podemos hacer es acompañarles mientras duren, ser firmes con la decisión que se haya tomado ( no más pantallas , ir a dormir, hora del baño… lo que sea) y mostrarles siempre que aunque estén así de enfadados nosotros les seguimos queriendo igual besándoles, acariciándoles, apoyando nuestra mano sobre su espalda… en definitiva, mostrándoles cualquier gesto de cariño será justo lo que ellos necesitan.
“Lo primero de todo es mantener la calma, si nos ponemos nerviosos la situación empeorará. En segundo lugar, es entender que el niño no lo hace a propósito, ni por fastidiar, sino que es la manera en la que es capaz de manifestar lo que le pasa. Y, por último, no intentar solucionar la situación, sino dar presencia y acoger el malestar. El enfado del niño durará lo que dure, a nosotros adultos nos pasa lo mismo”, añade la experta.
5 errores que los padres cometen habitualmente
Te recomendamos que te relajes porque esto va para largo. Siempre dependerá de la evolución y proceso madurativo de cada niño, pero la asesora de familia nos asegura: “Las rabietas yo no diría que desaparecen, los adultos también tenemos rabietas, lo que sí es cierto es que, con el tiempo y la madurez, conseguimos expresar de mejor manera nuestro malestar. Normalmente, hacia los 7 años de edad es cuando vemos un gran cambio en cómo nuestros hijos e hijas expresan sus enfados”. Por lo que solo te queda afrontarlas de la mejor manera posible para reducir el estrés y la ansiedad en el pequeño (y en vosotros, papás) y mejorar el clima y la actitud cuando esto suceda . ¿Cómo? Intentando no cometer los siguientes errores que son muy habituales en la crianza, y que nos explica la experta:
1. ‘¡Ya se le pasará!’
Los padres a veces ignoran el llanto o al niño mientras está en pleno berrinche y lejos de ayudarle, estarás empeorando la situación. “Minimizar lo que el niño siente o quitar importancia a lo que el pequeño siente hace que el malestar aumente”, señala la experta. Acércate, muéstrale tu cariño y empatiza con él.
2. ‘¡Lo hace a propósito!’
Es un gran error creer que el niño se comporta así para hacerte pasar un mal rato a ti como padre, ponerte en evidencia o aumentar tu enfado… El cerebro de un niño de 2 años todavía no está preparado para razonar por tanto actúa por impulsos.
“Pensar que lo hace por fastidiar o capricho, nada más lejos de la realidad. El niño en estas edades no dispone de los recursos necesarios para poder gestionar su malestar, ni la complejidad mental para hacerlo a propósito”, asegura.
3. Déjale, no le digas nada…
Creer que la rabieta pasará y lo mejor es dejarle solo o no intervenir mientras dure ese momento emocional del pequeño, dista mucho de la realidad. “Pensar que se debe calmar solo es un gran error. Los niños siempre necesitan ser co-regulados, es decir, un adulto que los devuelva a la calma”, indica la experta.
4. ‘Si no te callas, ¡te quedas sin paseo!’
De igual manera que un niño de 2 años no tiene la complejidad mental para hacer algo con alguna mala intención, tampoco sabrá todavía qué es un castigo y mucho menos una amenaza. “De ninguna de las maneras un castigo hará que no se repita esta situación. Acompañar y dar tiempo a madurar, sí”.
5. ‘¡Es que me pone de los nervios!’
Es normal ante una situación así que, a veces, los padres, lleguen a perder los nervios, pero hay que ser paciente y mantener la calma porque “si queremos que nuestro hijo o hija aprenda a regularse, nosotros debemos ser su mayor ejemplo”, concluye la asesora familiar.