El sueño del niño pequeño debería ser tranquilo y sin emisión de sonidos. Sí, se puede roncar cuando el niño está acatarrado, al tener la nariz con mocos, pero en circunstancias habituales no debería ser así. Los ronquidos, por tanto, no son normales y hay que consultar con un especialista en Otorrinolaringología para que valore el caso.
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Sobre este tema le hemos preguntado al Dr. Peter Baptista, presidente de la Comisión de Roncopatía y Trastornos del Sueño de la SEORL-CCC (Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello).
Una obstrucción en la vía aérea
La respiración normal implica coger el aire por la nariz y expulsarlo por la boca. Pero cuando la nariz está obstruida, como el caso ya comentado de alguna afección respiratoria, esto se complica.
Pero ¿a qué se debe si no hay ningún catarro? “Si el niño ronca, indica que existe una obstrucción de la vía aérea que deberá ser valorada por el otorrinolaringólogo (ORL)”, explica el experto. Así, las causas más frecuentes del ronquido en niños se producen por el aumento del tamaño de las vegetaciones (adenoides) y de las amígdalas que obstruyen la vía aérea.
¿Qué solución tiene este problema?
Para solventar este problema, en algunos casos, se extirpan las amígdalas y las vegetaciones y en otros no, dependiendo de cada paciente. Influyen la edad del pequeño, su situación médica, el tamaño de las mismas...
En todo caso, lo que sí hay que tener claro es que es necesaria una valoración por parte de un especialista. Aunque en el mercado hay disponibles algunos artículos (dirigidos a adultos) para evitar los ronquidos, como las tiras nasales, en población pediátrica no se indican. “Cualquier tipo de experimento casero puede generar más problemas”, alerta el Dr. Peter Baptista.
Cuando el ronquido esconde algún problema más serio
Los ronquidos en niños pueden alertar de que hay otro problema más grave de salud que es la apnea obstructiva del sueño. En este caso, además del ronquido, los padres pueden observar estos síntomas, tal como detalla el especialista de la SEORL-CCC:
- Una posición de la cabeza hiperextendida.
- Despertares muy frecuentes.
- Sueño agitado.
- Resoplidos, tos o atragantamiento.
- Respiración por la boca.
- Sudoración nocturna.
- Mojan la cama.
- Terrores nocturnos.
Cuando el niño tiene varios de ellos, conviene consultar con el pediatra para iniciar un estudio del sueño. En estos estudios se monitorizan las horas de sueño del pequeño para registrar cuántas apneas tiene y cuántos despertares. De este modo se puede determinar si tiene o no apnea obstructiva del sueño y en qué grado.
En algunos centros médicos la prueba se realiza por la noche, ingresando en el hospital, pero en otros se hace en el propio domicilio.
Los problemas de la apnea obstructiva del sueño
Siempre que el niño tenga un verdadero problema de sueño (esto es, cuando su sueño no sea reparador o tenga conductas extrañas durante el descanso) hay que sospechar de que padece alguna alteración en este sentido. De hecho, “los bebés y los niños pequeños con apnea obstructiva del sueño no siempre roncan”, advierte el Dr. Baptista.
Sin embargo, la apnea obstructiva del sueño tiene repercusiones en toda la jornada. Así, durante el día, los niños que la padecen pueden manifestar:
- Bajo rendimiento en el colegio.
- Dificultades para prestar atención.
- Problemas de aprendizaje.
- Alteraciones de conducta.
- Poco aumento de peso.
- Comportamiento hiperactivo.
Cuando la apnea es grave o tiene repercusiones más importantes sobre la salud física, emocional y mental del pequeño, se puede prescribir una CPAP, que es un aparato que suministra aire de forma continua durante la noche a través de una especie de arnés que se fija a la cabeza del niño, ocupando su nariz o su nariz y su boca, para mantener abiertas en todo momento las vías aéreas del pequeño.
En otros casos se recurrirá a distintas soluciones para que el niño tenga una mejor calidad de vida, pues con las apneas su sueño no es reparador, lo que le impide luego, durante el día, rendir bien a todos los niveles.