La educación en los niños no debe focalizarse solo en ‘sacar buenas notas’ sino en que el pequeño aprenda desde la infancia a desarrollar una serie de características que después poder aplicar en su vida adulta y cotidiana tales como la concentración, la motivación, la creatividad… entre otras muchas.
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Con el comienzo del curso muy cerca quizás estés en ese momento en el que debes comenzar a inculcar a tu hijo la disciplina que supone cumplir con las tareas de la escuela. “En el momento en el que los niños empiezan el colegio son muchos los padres que se preocupan por cómo hacer para que sus hijos integren los conocimientos de una forma efectiva. En esa búsqueda siempre surge la cuestión acerca de si es importante o no tener hábitos de estudio y si los deberes son necesarios o no”, explica la socióloga y coach familiar e infantil, Patricia Castaño (www.patriciacoach.com).
¿Unos buenos hábitos de estudio son esenciales para mostrar al niño la importancia de la responsabilidad y el compromiso? Para responder a esta cuestión la coach infantil nos dice: “Una de las formas en las que el cerebro almacena información es a través de la repetición y, por tanto, la creación de hábitos será beneficioso para el estudio. Además, generándoles estos hábitos en el presente, les otorgaremos grandes beneficios en el futuro como una mayor planificación, organización de las tareas, así como, aumentar el grado de responsabilidad en la persona”, asegura la experta.
Cómo enseñarles a crear hábitos de estudio
Crear un hábito de estudio es generar una rutina diaria para el pequeño en la que lleve a cabo el trabajo académico introduciéndola en la dinámica familiar. Normalmente, a partir de los 6 años comienzan a hacer tareas fáciles como algunas operaciones de matemáticas. Entre los 7 y 8 años, las tareas se van complicando más y es cuando tendrán que empezar a memorizar algunas cosas, mientras que en los años posteriores, tendrán que ir dedicando cada vez un poco más de tiempo a realizar los deberes porque estos se irán complicando cada vez un poco más.
Si hasta esa edad aproximadamente (los 6 años), el niño llegaba a casa jugaba un rato, después se le preparaba el baño, cenaba y se iba a dormir, ahora, integrar una pequeña rutina para hacer los deberes en ese espacio de tiempo será fundamental. “Es recomendable que lo primero que realice el niño sea la tarea y, después, el tiempo de juego, ya que el cerebro funciona mejor cuando tiene una motivación posterior”, recomienda la experta.
“Lo realmente importante es que los niños se sientan motivados a la hora de estudiar, esa motivación es individual y los padres y profesores son los que han de tener en cuenta esto para que el niño esté interesado en la temática a trabajar. Durante un largo periodo de tiempo se intentó motivar a través de la recompensa y el premio, sin embargo, lejos de conseguir que el niño incorporara el hábito de estudiar, se generó una dinámica en la que el menor sólo quería estudiar a cambio de algo y es que la motivación no ha de ser a través de otorgar algo material, sino algo individual como puede ser, simplemente, el que después de dedicar un tiempo al estudio podrá tener un tiempo dedicado a jugar”, explica la experta. Y es que cada vez empezarán a valorar más su tiempo de ocio, de juego… su tiempo libre, en definitiva.
Asimismo, la experta también advierte que el lenguaje que se utilice con el niño será determinante para que interprete el hecho de estudiar o hacer tareas como algo positivo y no como una carga. “Frases como: ‘En cuanto termines de estudiar podremos salir juntos a dar un paseo/jugar/hacer manualidades...’, pueden servir para poder motivar al niño, mucho mejor que decirle: ‘Si no estudias te vas a quedar sin jugar’. Y es que, aunque una y otra frase parezcan similares lo que provoca en el niño a nivel emocional es muy, pero que muy distinto. En la primera podemos incitar a la motivación de jugar y, en la segunda, caemos en la amenaza y en poner el foco en la pérdida (no poder jugar) en vez de en la ganancia”, argumenta la coach.
Cómo crear un ambiente de estudio adecuado
La experta recomienda una serie de factores a tener en cuenta antes de elegir el lugar de estudio del niño:
- Adaptar el espacio de estudio a un lugar concreto y agradable para el niño, así como a su edad. “Sería conveniente que el pequeño pudiera participar en la preparación de dicho espacio para que se le tenga en cuenta y pueda sentirse involucrado y, por tanto, se pueda sentir a gusto en ese lugar”.
- Evitar un espacio con distracciones: “Lo ideal sería un lugar sin televisión ni juegos al alcance para favorecer así la concentración del niño”.
Técnicas para ayudar a establecer hábitos de estudio
- La creación de rutinas y horario, es decir, hacer lo posible para que haga sus tareas en el mismo espacio y en las mismas horas todos los días. “No es necesario que en ese tiempo el niño tenga que hacer obligatoriamente las tareas, sino que se acostumbre a estar un determinado tiempo centrado en una actividad para así ir entrenando la atención”, recomienda.
- Acompañamiento por parte de un adulto de referencia hasta que el hábito quede instaurado, es decir, primero nos sentaremos con el niño a la hora de hacer los deberes y estaremos con él para que gane confianza y seguridad. “Hemos de tener en cuenta que acompañar no es sinónimo de hacer las cosas por el niño, sino mantenernos en una posición de supervisión y de apoyo por si el pequeño necesita de nuestra ayuda”, asegura.
- Darles autonomía , “una vez el hábito quede instaurado lo adecuado sería ir dejándoles autonomía para que puedan hacerlo solos, mostrándoles confianza y haciéndoles ver su capacidad para hacerlo sin nuestra presencia constante”, aconseja.
- Hacer descansos cada cierto tiempo, para evitar las distracciones y el cansancio mental, ya que, “está demostrado que la atención tiene ciclos. Por ello, es conveniente no estar demasiado tiempo seguido dedicados a una actividad, sino que, lo mejor es hacer alguna pausa para mover el cuerpo y despejarnos”, concluye la experta.