El sector inmobiliario lo confirma, las compraventas de casas siguen en aumento, con cifras que no veíamos desde hace muchos años y, a las familias, el cambio de ciudad no les importa demasiado. Son muchos los que ya buscan irse al extrarradio, con tal de conseguir un jardín o terraza, más espacio para su hogar y unos precios más económicos. Por tanto, mudarse supone, cada vez más, el traslado a una localidad diferente y, en el caso de tener niños, la búsqueda de un centro educativo nuevo para ellos . Mientras los padres se quiebran la cabeza para encontrar el más adecuado, tenemos que pensar que para ellos, esto será un cambio muy importante. Mudanza y cambio de colegio, una combinación para la que es mejor estar preparados . Así, “plantear esta situación familiar con antelación es muy importante para afrontar lo mejor posible todos los cambios descritos”, nos dice Pilu Hernández Dopico, maestra y formadora. Ella nos explica cuál es la manera más adecuada de conseguir una transición tranquila y relajada.
Para ella, lo importante en estos casos es “presentar el traslado a nuestros hijos, independientemente del motivo, como algo positivo y divertido”. Lo podemos ver como una nueva aventura, evitando que los pequeños lo perciban con miedo y ansiedad. Dos emociones que suelen estar muy presentes en los padres, “la situación de estrés que les produce el cambio y todas las cuestiones que deben organizar en el nuevo destino familiar no deben trasladarse a los menores”, nos explica la experta.
Un cambio distinto según la edad del menor
La docente nos explica que, según la edad de nuestro hijo, este cambio se percibe de una forma diferente. Así, “para un niño menor de 6 años, un traslado puede ser algo que pase relativamente desapercibido, ya que la concepción que tiene del espacio y la distancia es muy escasa”. Sin embargo, a partir de los 8 años, nos dice, “puede ser algo de tremenda importancia, sobre todo, si estaban bien integrados en su centro escolar”. Por ello, lo ideal es darle la noticia lo antes posible, no esperar hasta el final, justo cuando se acerca el momento de preparar la vuelta al colegio . “Deben tener la oportunidad de despedirse de sus amigos y profesores”, señala la docente.
La mudanza y el cambio, en positivo
La mejor técnica, según nos explica la maestra, es la positividad. “Hay que hablar a nuestros hijos de la ciudad destino en la que nos vamos a instalar, con sus encantos, que puede ser un monumento, un parque o un bosque”, nos dice. Y hay que tranquilizarlos diciéndoles que se lo van a pasar bien, que van a descubrir muchas cosas y que es una buena oportunidad. Esto permite, nos dice, “que en su mente se vaya despertando un interés por esa ciudad nueva y que se vayan imaginando su entorno”. Y lo mismo habría que hacer con el colegio, “enseñárselo, explicarles cómo es y cómo se llega desde su nueva casa, etc.”. Esta manera de explicarles la nueva situación es una pequeña herramienta de persuasión que “les irá orientando hacia una percepción positiva de su entorno, aplacando su incertidumbre y motivándoles hacia el cambio”.
Mudanza completada, ¿y ahora qué?
Una vez que se ha producido el traslado, habría que saber identificar si existe una buena adaptación o no por parte de nuestros hijos, pues es importante tomar medidas en el caso de que no lo consigan por sí solos. Los más pequeños, por lo general, “se adaptan bien y se nota muy rápido; nos hablan de sus nuevos compañeros, de los profesores, de lo que encuentran por la nueva casa”. En cambio, si ya son un poco más mayores, nos explica la maestra, “suelen estar más callados, hacen pocos comentarios”. En este caso, el proceso de adaptación es mucho más lento y “tendrán que ser los padres los que busquen la conversación para ayudarles, verbalizar y normalizar”. Se trata de acompañar a los niños en este cambio y demostrarles que, da igual el lugar al que os vayáis a vivir y lo lejos que esté, “vais a estar ahí para ellos, para darles la mano”.
Si aún así, su adaptación se está complicando, sería recomendable hablar con el propio centro para conocer si se está integrando bien en el aula, con sus nuevos compañeros. Hay que tener en cuenta que “los centros educativos tienen protocolos específicos y adaptados para estas situaciones”.
Por último, en casa, “habría que comenzar con las rutinas familiares lo antes posibles , para que los niños se sientan, de nuevo, en su hogar, sin importar dónde se encuentre”. Hay que tener paciencia y darles la seguridad que necesitan.