El comedor escolar además de ser un bote salvavidas para muchos padres que no pueden pausar su jornada laboral a mediodía para ir a recoger a los niños al colegio y darles de comer, tiene una finalidad nutricional y educativa. De hecho, existen evidencias de que las políticas reguladoras de estos son efectivas a la hora de fomentar la adquisición de hábitos alimenticios saludables entre los escolares. El comedor escolar debe cumplir, por tanto, las siguientes funciones, según nos enumera la dietista Pilar Polvillo Fernández (@thenutritionjournal).
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- Se sitúa como marco de referencia a la estructura alimentaria.
- Se toma como ejemplo de alimentación saludable, nutritiva y completa.
- Como ámbito de educación respecto a la conducta alimentaria.
- Como medio de información nutricional.
En cualquier caso, cada una de las comunidades autónomas disponen de unas guías e instrumentos para la elaboración de sus menús en las que eligen “frecuencias de consumo recomendadas por tipo de alimento y técnicas que deben utilizarse, así como, las que se deben limitar. Por lo que cada empresa encargada tiene potestad para elegir los menús según las referencias de cada comunidad. Pero, ante todo, debemos de tener en cuenta que el comedor escolar cumple también la función de instrumento educativo respecto al ámbito nutricional”, añade la experta en nutrición.
Cómo es un menú base de un comedor escolar
Para la elaboración de los menús que se ofrecen en un comedor escolar se deben tener en cuenta una serie de premisas, entre las cuales, la dietista nos detalla:
- Incluir verduras y hortalizas de temporada variadas en cada comida diariamente (bien como 1º plato o como guarnición). “En el cole en la comida, y también deben estar presentes en la cena en casa. Además, en algunas comunidades se especifica qué porcentaje deben ser cocinadas y en crudo”, especifica.
- El segundo plato suele basarse en la fuente proteica y la guarnición: incluir legumbres un mínimo de 2-3 veces por semana, incluir carnes blancas 1-2 veces por semana e incluir pescados 2-3 veces por semana. Limitando los pescados como pez espada, atún rojo, emperador, … a una vez en el mes. “Esto se debe a que son pescados azules grandes y al contener más grasa tienen más facilidad para retener más cantidad de metales pesados como el mercurio”, explica. También se debe incluir huevo 1-2 veces por semana.
- La guarnición que acompaña al segundo plato, que puede ser bien cereales o tubérculos o verduras: se recomienda variar en la fuente de hidratos de carbono (arroz, pasta, patata, …) en torno a 1 vez a la semana cada una de ellas. Se deben priorizar las opciones integrales o cereal de grano completo.
- Como postre: incluir 1 lácteo a la semana o 3 al mes como máximo y frutas de temporada variada en torno a 4-5 a la semana, 1 al día.
- Se deberá usar para el cocinado aceite de oliva virgen extra, excepto en el caso de las frituras que se permite el cocinado con aceite de oliva o girasol alto oleico.
- En cuanto a los métodos y técnicas de cocinado, según algunas de dichas guías se recomienda: limitar los precocinados a menos o máximo de 3 veces al mes, limitar los fritos como 2º plato a menos o máximo de 2 veces a la semana y limitar los fritos como guarniciones a 1 a la semana.
Qué cosas importantes deben saber los padres…
Como padres es importante que estén informados de los menús que se le ofrecen a los pequeños, así como del valor nutricional de los mismos, para así poder completar el resto de comidas en casa: “Complementar la frecuencia de diferentes fuentes proteicas, variedad de verduras, cereales de grano completo y tubérculos, etc”, especifica la experta.
Para ello, los colegios suelen facilitar dichos menús mensualmente, o incluso, trimestralmente. “Si el niño necesita alguna modificación o menú especial por ciertas circunstancias, deben saber que pueden y deben comunicarlo al colegio o comedor para que puedan ajustar el menú a sus necesidades (en casos de alergias, sensibilidades e intolerancias, patologías como diabetes, etc…)”, informa la dietista.
Qué hacer si no quiere comer en el comedor
Una de las situaciones a las que muchos padres deben enfrentarse es que el niño no quiera quedarse a comer en el colegio. La raíz del motivo puede tener varias vertientes: por un lado, que haya ocurrido algún problema en ese espacio de tiempo, que si antes no se quedaba, no quiera afrontar el cambio, o directamente, que no le guste la comida.
En cualquier caso, no hay que menospreciar sus sentimientos ni quitarle importancia, hablar con él hasta llegar al origen del problema será la mejor forma de solucionarlo. Si el problema está en que no le gusta la comida, también habrá que llevar a cabo una serie de estrategias que la empresa de comidas del colegio debe tener en cuenta y, si fuera necesario, los padres deberán comunicarlo al centro.
Para ello, la experta recomienda una serie de consejos a tener en cuenta tanto en el comedor del colegio por parte de los profesionales, como en casa:
- En primer lugar, debemos preguntarle por qué no quiere comer allí, si hay alguna cosa que no le gusta, cómo se siente… por si necesitamos comunicar verbalmente o por escrito algún aspecto a los encargados del comedor o a la empresa.
- No se debe nunca obligar a comer, esto es muy importante que lo tengan en cuenta tanto los padres como los monitores del comedor.
- Cuidar el tiempo destinado a comer y la hora concreta programada para ello, que no sea un tiempo muy limitado para evitar la presión y que la hora respete el ciclo biológico.
- Cuidar la ambientación: iluminación, ruidos, disposición de las mesas, etc.
- Evitar la coerción con frases del tipo: ‘Hasta que no te acabes el plato no te levantas’, ya que cada menor tiene un apetito y necesidades distintas y son capaces de autorregularlas. Está bien si están saciados y no se acaban todo el plato. No se debe obligar a dejar el plato limpio. Todos poseemos unas señales internas que se encargan de controlar nuestra sensación de hambre y saciedad que hacen que autorregulemos nuestra ingesta.
- Y, por supuesto, no se debe utilizar el castigo como intento para modificar la conducta.