El verano es una de las épocas más esperadas por los peques por varios motivos. Las clases se acaban, pueden tener más tiempo para jugar, los viajes en familia, no tienen que madrugar… Sin embargo, los expertos en salud mental aseguran que se trata de un tiempo en el que aumentan los casos de trastornos de conducta, ¿por qué ocurre esto? Salir de la rutina supone también olvidarnos de normas y límites , por eso, muchos niños se encuentran con mucho tiempo libre, poco qué hacer y en muchas ocasiones, sin sus progenitores cerca porque estos tienen que trabajar.
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“Sucede porque muchos chicos pierden los hábitos que les organizan y los referentes que les ayudan a autorregular su conducta. La disciplina se relaja, lo cual es positivo, pero no hasta el punto de que resulte complicado hacer que los chicos obedezcan. Tienen mucho tiempo libre que a menudo provoca desidia, irritabilidad, alteración de los ritmos vigilia/sueño y adicción a videojuegos y otras tecnologías. Además, suele ocurrir que los progenitores no comparten el periodo vacacional completamente con sus hijos, y estos están al cargo de sustitutos, por lo que se altera todavía más la dinámica familiar”, asegura Rosa Domínguez, psicóloga del Hospital HM Nens de Barcelona.
¿Qué podemos hacer para reducir este problema?
Las rutinas son siempre las mejores aliadas para los niños y jóvenes ya que ayudan a su cerebro a anticiparse y saber qué es lo que tienen que hacer en cada momento del día. Tener una rutina durante el verano será una de las soluciones más positivas, pero también, planificar distintas actividades al aire libre , ir a algún campamento o, simplemente, realizar alguna tarea en casa. “Las vacaciones de los chicos tienen que planificarse mínimamente. Si el problema de conducta existe de forma habitual, se ha de tener en cuenta que probablemente se incremente cuando se les intenta poner límites en estas circunstancias y, por lo tanto, conviene prever como van a ocupar su tiempo libre, qué esperamos de ellos y cómo vamos a ayudarlos para que no se alteren tanto”, explica la doctora.
Y por supuesto, debemos tener mucho cuidado con las pantallas ya que lo más fácil para ellos es tirar de móvil, televisión o videojuegos para pasar el tiempo, y seamos sinceros, también es la opción más sencilla para los padres. “Cuidar y limitar el tiempo que dedican a las pantallas, a pesar de ser una forma fácil de ocupar su tiempo, pueden provocar irritabilidad y adicción. En los adolescentes a menudo se potencian referentes poco adecuados”, advierte la psicóloga.
Desde hace unos meses, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconocía los videojuegos como un desorden mental y como algo bastante peligroso en la adolescencia si no ponemos límites a tiempo. Tal es la importancia que, en España, el 16% de los adolescentes españoles hace un uso indebido de los videojuegos, y el 3% tiene algún síntoma de adicción, según estudios recientes relacionados.
Poner horarios para un consumo y exposición a pantallas máximo al día de los niños, puede ser una buena alternativa, los expertos recomiendan los siguientes según su edad:
- De 0 a 2 años: nada de pantallas.
- De 2 a 5 años: de media hora a una hora al día.
- De 7 a 12 años: una hora con un adulto delante al día.
- De 12 a 15 años: una hora y media al día, y controlando también las redes sociales.
- Mayores de 16 años: dos horas al día.
La importancia de los límites también en verano
El verano está para disfrutar, pero durante la infancia y la adolescencia siempre será necesario poner límites. Los límites ayudan a nuestros hijos a saber hasta dónde pueden llegar, les enseñan autonomía, autogestión, independencia, respeto… Es la mejor forma en la que orientarás a los niños hacia un camino positivo y, sobre todo, estarán al mismo tiempo aprendiendo a gestionar el malestar y la frustración que pueden provocarles ciertas situaciones. Pero, sobre todo, para ayudar a los niños con sus límites, por parte de los padres también será importante ser flexibles.
“Si son lo suficientemente mayores es bueno contar con ellos para planificar el período vacacional, explicarles qué esperamos de ellos, cómo pueden ayudarnos para que toda la familia disfrute de esta época, y cómo eso también les va a beneficiar a ellos. A los más pequeños se les tiene que explicar qué va a pasar y darles ideas para potenciar su creatividad cuando se aburran. Con los adolescentes no temamos negociar normas, horarios, tareas, recompensas y consecuencias en caso de que no se cumpla lo pactado”, recomienda la psicóloga.