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estudiar en el extranjero© AdobeStock

Educación

¿Está tu hijo preparado para estudiar en el extranjero?

Cada curso escolar, muchos menores viajan a un país extranjero para estudiar allí. ¿Qué se puede hacer para que disfruten mejor de la experiencia? ¿Cómo saber si están realmente listos para alejarse de su familia?


17 de agosto de 2022 - 15:03 CEST

Estudiar algún curso en el extranjero puede ser una experiencia muy enriquecedora para el niño o el adolescente. Sin embargo, no todos la viven igual. Hay menores a los que les cuesta especialmente separarse de sus padres, otros que no están maduros para vivir alejados de ellos y también puede que el momento elegido no sea el más idóneo.

Para hablar de todo ello, hemos consultado con Marta Galea, secretaria general de ASEPROCE (Asociación Española de Promotores de Cursos en el Extranjero), para que nos indique cómo preparar mejor al niño.

¿Desde qué edad se recomienda estudiar en el extranjero?

La mayoría de los programas de estudios en el extranjero se ofrecen a partir de los 10-12 años y hasta los 15-18. “A esta edad, los niños empiezan a ser lo suficientemente maduros y responsables como para afrontar esta experiencia”, comenta la experta.

No obstante, a la hora de decidir el curso escolar en el que se marchará fuera es muy importante tener en cuenta las particularidades de cada niño y su capacidad de adaptación.  Dependiendo de su carácter y de su desarrollo puede ser conveniente retrasarlo algún tiempo.  En todo caso, esta debe ser una decisión “compartida y aceptada entre padres e hijos; ambos tienen que estar preparados para afrontar esta separación”, subraya.

Estudiar en el extranjero© AdobeStock

Cómo implicar al niño en su viaje

“Prepararse para un viaje de estudios en el extrajero implica mucho más que seleccionar el programa, comprar el billete de avión y despedirse de los amigos y familiares”, explica la experta de www.aseproce.org. Por este motivo, su recomendación es que  el niño tome la iniciativa de investigar sobre el país, la cultura y la gente del país de destino,   “a fin de adquirir la información y los conocimientos necesarios para hacer de su viaje una experiencia exitosa”.

Los padres, por su parte, deben asegurarse de que su hijo disponga de todos los datos necesarios y de que el lugar elegido cuente con todas las garantías. En este sentido, conviene cerciorarse de que la empresa elegida está regulada por algún organismo que marque los estándares de calidad.

Algunos padres acompañan a su hijo hasta el lugar de destino y otros lo despiden en el aeropuerto. Para Marta Galea, lo más idóneo es “que el niño comience su aventura desde el momento de coger el avión; ese debería ser el momento de la despedida con sus padres”.

En cuanto a las visitas en mitad de la estancia, es habitual realizarlas cuando el menor viaja a países como Canadá, Irlanda o Reino Unido (ya sea porque la familia vaya allí o porque el niño vuelva a casa unos días). Sin embargo, en otros lugares como Estados Unidos, “no es recomendable en ningún caso, e incluso está prohibido en algunos tipos de programas”. Esto supone que hay que preparar al menor para una separación larga.

¿De qué depende que se adapten bien al nuevo lugar?

A pesar de la preparación previa, algunos niños piden a sus padres volverse a casa porque se les hace muy dura la experiencia. Antes de tomar ninguna decisión, se debe tener en cuenta que debe haber siempre un tiempo de adaptación y ajustes, que puede prolongarse durante dos, tres o cuatro semanas, dependiendo de la personalidad del estudiante.

“Al principio puedes vivir algunos momentos de cierta frustración o desánimo, te puedes encontrar perdido al no entender bien el idioma o puedes sentir el deseo de volver a casa porque echas de menos a la familia o a los amigos. Estos sentimientos son síntomas de que estás pasando por una experiencia de choque cultural”, indica la especialista. Aunque influyen todos los factores, como la diferencia de valores, costumbres, normas de comportamiento, horarios y comidas,  la dificultad con el idioma es el que más suele pesar. 

La adaptación a un nuevo país, una lengua distinta y unas costumbres que no son las propias conlleva varias etapas que son completamente normales. Así, pasará de la atracción por la novedad, a una segunda fase en que es más consciente de las diferencias culturales para llegar finalmente a la familiarización con el entorno y con el idioma. En ese momento en que se incluye como uno más podrá moverse con más soltura, hacer amigos y disfrutar de la experiencia con toda intensidad.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.